miércoles, 24 de diciembre de 2014

Plácida Nochebuena

Como muchos otros directores Luis García Berlanga situó uno de sus films en Nochebuena, una momento del año que por sí solo escribe grandes guiones, no hay más que entrar en una casa cualquiera. Nos podemos adentrar en el palacio de Buckingham estudiando cada una de las palabras de "El discurso del rey" (Tom Hooper, 2010), o este año en el de Zarzuela ya que hemos mudado a Felipe VI. Claro que Berlanga, al igual que Dickens con su "A Christmas Carol" (1843), prefirió ahondar en los bajos fondos de una ciudad, y sin pensarlo dos veces se metió en sus mismos urinarios públicos para contar la historia un pobre hombre que ante todo desea pagar la letra de su motocarro rodeado de todas esas frivolidades que el ser humano hace para demostrar a la sociedad su "clase", claro que visto desde fuera como nos sugiere el director es cruel y ridículo, tristemente todo surge alrededor de una campaña del régimen de Franco: "Siente un pobre a su mesa", lo que demuestra que la realidad supera la ficción una vez más. De todas estas ideas, bien organizadas por Luis Gª Berlanga y Rafael Azcona en un inmenso guión, surgió "Plácido" (Berlanga, 1961) que Cassen, Elvira Quintillá, José Orjas, José Luis López Vázquez y Manuel Alexandre convierten en un auténtico clásico pero sin la necesidad de utilizar literalmente la definición de clásico/a: dicho de una obra que pertenece al periodo de mayor plenitud de una cultura, pues en mi opinión "Plácido" pertenece a ese época, a la actual, y a la que nos sobrevivirá a todos.


En la película era uno de los pobres el que recordaba al famoso Imperio Austrohúngaro, como ya se ha dicho en numerosas ocasiones la famosa marca que el director dejaba en todas sus películas, hoy soy yo el que nombra la unión de Austria y Hungría en un Imperio recordando una efeméride, el nacimiento de  Isabel de Baviera, más conocida como Sissi emperatriz del Imperio Austrohúngaro, para muchos será siempre Romy Schneider y para otros Ava Gardner, pues es difícil de olvidar su papel como la emperatriz en "Mayerling" (Terence Young, 1968). Las Navidades se acercan más a la tristeza que a la alegría, pues se distancian de la normalidad que nos acosa en el día a día, yo tengo una fórmula que repito todos los años y que alegran con risas las que pueden derivar en unas tristes navidades: cada mañana escucha del villancico "El Tamborilero" de Raphael, vista de las películas "¡Qué bello es vivir!" (Frank Capra, 1946) y "Plácido" (Luis Gª Berlanga, 1961) y sí es posible nunca viene mal escarmentar, mientras la gente ríe con inocentadas no estaría de más visualizar "Los santos inocentes" (Mario Camus, 1984) como buen drama serie que no debe faltar. Les deseo una plácida Nochebuena, si fuese posible.

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