viernes, 29 de abril de 2016

A Hitchcock en el día de su muerte

Hoy se cumplen treinta y seis años del fatídico día en que la noticia del fallecimiento del gran maestro del suspense, que había sido recientemente nombrado Sir Alfred Hitchcock, inundaba los quioscos. Fatídico para nosotros, su público entregado al que él se entregó, el público para el que vivía, creaba y rodaba, pero sobre todo fatídico para él, pues de todo el follón resultó ser el peor parado. Cuál sería su sorpresa al encontrarse en el lecho de muerte, cegado por la comida y la bebida que atragantó su destino, y darse cuenta de que se iría sin más... ni un buen asesinato planificado, ni tan siquiera sobre los acordes de "Marcha fúnebre por una marioneta" de Charles Gounod, que Hitchcock convirtió en su banda sonora personal y compás acusatorio, junto a su indestructible perfil y su perfilado humor inglés que se resolvía con una negrura sensacional. Más de treinta años después de su muerte nos queda una herencia indestructible que conforma los títulos más reconocidos de la historia del cine, títulos que confirman su status habitual de "falso culpable", siempre perseguido por sus mordaces diálogos y personajes que sufren la agonía de ser acusados de un delito que no han cometido. La mayor expresión de todo ello tiene nombre propio, "Con la muerte en los talones" (Hitchcock, 1959). Su film más adulto y el más infantil en su desarrollo, una obra única que brilla en la cúspide de su etapa más reconocida, no es la más innovadora del director, pero es la perfecta síntesis de su obra. Cary Grant se ve perseguido por una banda de criminales de la que no llegamos a conocer ni un ápice de sus malévolos planes, sin embargo esa "persecución" se convierte en la agonía habitual del director inglés cuando el personaje se ve completamente implicado por la irremediable atracción que desprende Eva Marie Saint.


De todo ello deriva ese cliché que envuelve al director, ese hombre que hizo la vida imposible a Tippi Hedren durante el rodaje de "Los pájaros" (Alfred Hitchcock, 1963), pero que logró convertir a la modelo de un anuncio de sopas en una de las actrices más reconocidas de la década de los 60', fama suficiente para crear una dinastía de intérpretes. Ese hombre que hizo del horror su realidad y que disfrutaba paseando su sorna entre los más escrupulosos, ese hombre que creó su propio ideal de la mujer perfecta, al menos en un ámbito artístico, es el hombre que creó a "la Rubia". Claro que su mujer, Alma Reville, no seguía estrictamente esos cánones, fue el eje de vida del director: emular y adorar a la mujer como una diosa infame temiendo que descubra todo su poder y advierta que puede acabar con él, con todos nosotros. Alma era la pieza mecánica que formaba al cineasta, la mujer en la Tierra que compartía con Hitchcock algo mucho más fuerte que el amor en una relación sentimental, ambos eran creadores y en parte progenitores de un nuevo cine, juntos dieron arte al séptimo. Sobre todas las "rubias de Hitchcock" destacó una, una angelical chica de Filadelfia que terminó convirtiéndose en princesa, no sin antes participar de varios crímenes de mano del maestro. Ella, Grace Kelly, fue la obra maestra del director inglés, que quedaría completamente desolado al perderla tras su comprometido matrimonio "monacal", que la privó por siempre del cine. ¿Cuál fue el crimen perfecto de Hitchcock? Su marcha, esa que ahora suena bajo los acordes de una marioneta y que planificó con astucia desde la silla de director que tuvieron que construir con ingeniería técnica para rodar "La trama" (Hitchcock, 1976), siempre sin renunciar a un buen plato o a un whisky de cuarenta años.


Poco después Alma no dudó en hacerle compañía, y juntos recibieron con los brazos abiertos a una Grace Kelly, que falleció en accidente de tráfico. La princesa se fue entre los elegantes paisajes de Mónaco que tan bien lucían en los fotogramas de "Atrapa un ladrón" (Hitchcock, 1955), y por los que la actriz de cabello rubio y esbelta figura corría escapando de la policía sin temor a la violentas curvas que firmarían su terrible destino. Pese a todo una muerte mucho más a la altura de una "rubia de Hitchcock" y de la que el autor estaría orgulloso, al menos de sus dotes premonitorias. El opulento director desaparecía después de una magnífica carrera, sin duda la mejor de la historia del cinematógrafo, deleitándonos con deliciosos planos y secuencias que aprendió trabajando en el cine alemán de los años 20', pleno expresionismo, y que supo articular en su imaginario para llevarlo a historias por y para el público. Por todas esas apetitosas historias llenas de amor, pasión, misterio, suspense y sobre todo crimen, pasaron los rostros más reconocidos de todos los tiempos, los galanes más británicos (Laurence Olivier), los más divertidos (Cary Grant o James Stewart), o incluso los de ascendencia europea de fuerte carácter (James Mason), siempre acompañados de la dama adecuada. Y es que la mujer en el cine de Hitchcock es mucho más que la fiel esposa o amante, es la asesina, la investigadora o la espía, siempre cargada de una fuerte intensidad dramática, por lo que la sexualidad platino de Marilyn Monroe o Lana Turner no tenían lugar en sus films, las mujeres de Hitchcock son siempre sofisticadas. Recordémosele así, tras más de tres décadas sin él pero más vivo que nunca, como cimiento indispensable del cine no sólo de suspense sino de industria. ¡Viva por siempre Sir Alfred Hitchcock!


domingo, 24 de abril de 2016

Un Toro, su hermano y el apoderado

El "Toro" de Kike Maíllo es recibido a porta gayola e intenta no pasar de largo. Apoderado por una estética elegante, el film decide acoger todos los clichés clásicos del cine noir y el thriller moderno, tanto en la creación de personajes como en el rodaje de la acción, algo descompasada en las persecuciones. Sin embargo por encima de todo hay una pretenciosa intención de convertir el producto en algo español, en introducir el sello made in Spain como una necesidad de unir ambas culturas cinematográficas, y se introduce con calzador. Flamenco en un local que bien podía ser el Casino de Scorsese, y una clara connotación religiosa, que pretende dar al personaje de Romano, el capo de la mafia andaluza, la justa verosimilitud que debe alcanzar una figura de esa fuerza. El aspecto más entretenido del film consiste en ir averiguando pequeños guiños al gran cine, incluso semejanzas con dos de sus más recientes hermanas, "No habrá paz para los malvados" (Enrique Urbizu, 2011) con la que comparte color y escenarios, y "La isla mínima" (Alberto Rodríguez, 2014) de la que aprovecha el éxito, ambas han sido distribuidas por Atresmedia Cine. Demostrando que una vez más el futuro del cine está en manos de la televisión, que pese a todo es donde se proyectan los films con más espectadores. Esos guiños se prestan tanto a la técnica como al guión, conformando una historia algo previsible, pero entretenida, un cine que siempre atrae y que suele mantener pequeñas acentuaciones de terror que es lo que verdaderamente dota d vida al metraje, las pequeñas cosas. No se pierda de vista esa inicial predicción sobre los cuencos de los ojos de una virgen, tallada por el propio Romano, o ese reconocible plano del desagüe por el que marcha la sangre de uno de los hermanos al más puro estilo Hitchcock. Porque ante todo es una película sobre la familia, la unión irremediable que brota de nuestra sangre y por la que estamos eternamente entregados.


Mario Casas continúa los pasos de "Carne de neón" (Paco Cabezas, 2010), aportando bondad a un ser que ha abandonado su pasado, y que debe recordar contra su voluntad. Luis Tosar enfrenta un personaje extraño y algo alejado al perfil al que nos tiene acostumbrado, pero sin salir del mundo de la calle, y la mafia, y sin dejar de recurrir a los ya agotados estandartes que asentaría "El Padrino" (Francis Ford Coppola, 1972), perfectamente plausibles en la sofisticada Nueva York, pero muy alejadas de una Almería cuyo "cuartel general" es uno de esos edificios horripilantes que han destruido la gran parte de nuestra costa, el verdadero crimen de la cinta. José Sacristán parecía el perfecto intérprete para dotar de vida a Romano, y sin duda cada plano que Maíllo le dedica es una delicia que se mueve entre el lujo, la religión, el crimen y el perdón, que deriva en una escena final muy por debajo de lo que merecían estos personajes. Romano pretende convertirse en uno de esos personajes que superan al film, ese Travis Bickle con quien comparte el artefacto para "desenfundar" el arma, pero no tiene la crudeza que se exige para ello. Y todo ello nos hace recordar a un personaje reciente de Sacristán que si estuvo a la altura, un hombre sin agallas que era capaz de matar con la mayor tranquilidad, y que sostenía la magnífica armonía de "Magical Girl" (Carlos Vermut, 2014). Un film sofisticado y cuidado, como la fue la ópera prima de Kike Maíllo, esa "Eva" que sorprendió a toda España, no sólo con unos espectaculares efectos especiales, sino con una historia compleja, original y pura, de una belleza sensacional, capaz de romper con todo y ahondar en las relaciones humanas, explorar nuestro mundo a través de un futuro inventado. "Toro" parece alimentarse de la necesidad de romper con todo ello, no sólo rompe de género sino de estilo, es una narrativa diferente, más universal pero algo falta de personalidad.


Los títulos de crédito parecen una reminiscencia de ese mediometraje/videoclip que Maíllo dedicó a Bisbal, intentando a portar una historia de amor diferente, que sonaba bajo los acordes de "Tú y Yo". "Toro" es perfectamente justa con lo que uno espera, por lo que no se puede pedir más, una historia que engancha y hace experimentar al espectador, que convierte a sus personajes en vida, una vida sin alma, pero una vida que, como la de muchos, les toca vivir. Es más llega un momento en el que echamos de menos más intervenciones de la genial Ingrid García Jonsson, que en sus breves apariciones logra darnos la dulzura y estabilidad necesaria, en una cinta frenética a la que no le falta acción en ningún momento y que por tanto está en constante movimiento. No vemos nada nuevo, pero en este tipo de cine tampoco es necesario, la historia logra hacerse con el metraje y entretenernos hasta el final, desfilando por magníficos escenarios con intervenciones fantásticas, que dotan de verosimilitud la particular venganza de estos hermanos. Pese a formar a Mario Casas como el gran protagonista y protector de Tosar y su hija en la ficción, Claudia Canal, el auténtico personaje que evoluciona y da sentido a la película es el de Tosar, el padre que aprende a comportarse como tal y a conocer a su hija, su auténtica protectora. En definitiva, Kike Maíllo se muestra con ganas de cambio, y lo consigue con uno radical, potente y muy adecuado al clima cinematográfico actual, una película donde se ve detrás a un gran director que probablemente vuelva a sorprendernos con otra Eva, y que mientras tanto se estrena como productor del gran éxito musical "La Llamada" (Javier Ambrossi y Javier Calvo, 2016)


sábado, 23 de abril de 2016

Día del Libro, fin de ciclo

Da la casualidad de que cuando un drama comienza a convertirse en un problema internacional recibe su propio día. Véanse pues el Día Mundial del Cáncer o el Día Mundial de las Empleadas del Hogar, claro que en ocasiones no son más que una buena excusa para formalizar un día no lectivo. Para ello la Iglesia ha sido más inteligente, primero instaurando el nacimiento de Cristo en pleno invierno cuando debió de hacerlo a comienzos de verano, sin duda fechas poco rentables. Aunque sin duda su mayor acierto fue la Semana Santa, que entendida como Pasión o como Pascua con huevos de colores, tiene las magnífica cualidad de adecuarse cada año en fechas completamente distintas, a elección de distintos factores. Tristemente el Día Internacional del Libro, celebrado por primera vez en 1996, no fue más que la confirmación de un gran problema que el autor Ray Bradbury ya había confirmado en 1953, el declive de una sociedad que comienza a reciclar sus libros por pura decoración, sin necesidad de abrirse en toda una vida, sin duda mucho más enfermizo que la quema de ejemplares que se proponía en "Fahrenheit 451". Que destinada al olvido, logró salvar su "papel" tras la inteligente adaptación cinematográfica que François Truffaut realizaría en 1966, bajo la azulada mirada de Julie Christie. De todo ello cabe destacar también la paradoja que conforman estos días internacionales, pues este Día del Libro contradice completamente al Día Internacional de los Bosques, reconocido por las Naciones Unidas en 2013, pero celebrado por primera vez en España en 1805, bajo la calificación de Día del Árbol. Otra casualidad, pues el primer Día Nacional del Libro fue ordenado por su alteza real Alfonso XIII en 1926, sin duda un auténtico visionario en lo que refiere al retraso cultural de nuestro país. La fecha elegida fue el 23 de Abril, por su coincidencia con la fecha de muerte de Miguel de Cervantes y el apodado Inca Garcilaso de la Vega, claro que para adquirir el matiz internacional se debió adaptar la fecha de muerte de Shakespeare al calendario juliano, confirmando así el día perfecto para la lectura.


Durante estas fechas se celebran miles de ferias alrededor del mundo promoviendo ¿la lectura?, más bien la compra de libros, en muchas ocasiones enriquecidos por la firma de su propio autor, convirtiendo así la obra en una joya intocable de vitrina. Solamente cuando los altavoces de las ferias deciden darse un respiro o meter la pata para anunciar que en la caseta 451 Cervantes firma ejemplares de "Los trabajos de Persiles y Segismunda", error que tampoco interesa a los transeúntes pues, de tener una obra firmada, más valía que fuese "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" o mejor dicho, "El Quijote", ¿para qué malgastar palabras? Este año por celebrarse el IV centenario de Shakespeare y Cervantes, han tenido cada uno sus debidos homenajes, claro que al ser las obras de Don Miguel una minucia ensombrecida bajo damas bobas de la época, ha sido Shakespeare el gran vencedor, siendo representados sus grandes obras. "Romeo y Julieta", "Hamlet", "Julio César", "Otelo" o "La fierecilla domada", algunas ya precedidas por los rostros de Marlon Brando o Liz Taylor, encumbrado la grandeza e inspiración de Shakespeare para enriquecer aún más las millonarias producciones hollywoodienses. Aunque por encima de todos se yergue el "Macbeth" que Justin Kurzel presentó el pasado año, con un magnífico Michael Fassbender en el papel protagonista, sin duda mucho más portentoso que en la correcta "Steve Jobs" (Danny Boyle, 2015), por la que fue nominado al Oscar. Y por supuesto destacar la maravilla francesa, Marion Cotillard en el papel de Lady Macbeth, que un primer momento iba a interpretar Natalie Portman, y que a lo largo de los tiempos ha convertido a las actrices británicas en auténticas estrellas, ni siquiera Marge Simpson se resistió a hacerse con él.


Cervantes, cuyas obras se han conocido por el indudable éxito de "El Quijote", insistía en quitarse mérito para que sus congéneres le alabasen, incluso con sus peores versos. Lo que ahora nos hace difícil diferenciar entre autor y personaje. Lope de Vega fue el dramaturgo más importante de la historia, mucho más popular que Cervantes en la época, aunque sus desafortunadas fechas de nacimiento y muerte (noviembre y agosto), le alejaron de tal reconocimiento, pues ni en el calendario gregoriano se acercaban al mes de abril. Después de todo presumimos de que la principal obra de Don Miguel de Cervantes Saavedra es la más vendida en el mundo, sólo superada por la Biblia, sin duda una de nuestra mayor fuente de beneficios, y más ahora que ha sido adoptada al tailandés. Sin duda un obra maestra, una crítica mordaz a la novela de caballerías, que logra deshacer los tópicos, intercalando algunas historias de moralina humedecida por un regusto a humor ácido, pues creo que ahora el "negro" es una palabra ofensiva. Yo mismo ni siquiera lo he leído al completo, aunque puede que me anime con una preciosa edición que recibí como regalo de navidades, que cuenta con las magníficas ilustraciones del gran Antonio Mingote. Aunque después de todo la obra póstuma del mejor humorista gráfico fue "El diario de Hamlet", una adaptación mordaz que narra la historia del príncipe de Dinamarca en primera persona. Es curioso como Shakespeare decidía situar sus novelas en Italia, Dinamarca o Escocia, alejándose de su Inglaterra natal, mientras que nuestro reconocido Cervantes, gran viajante, con mano o sin ella, que decidió darse el paseo más conocido por Mancha (comunidad autónoma que, aunque ni el propio Cervantes recordaba el lugar exacto, ha sabido reconstruir la travesía del famoso hidalgo, con paradas en sus pueblos más turísticos). Celebremos pues el IV centenario de estos genios, vivamos un año más este Día del Libro, y disfrutemos de las compras y las firmas de autores.


Ilustración de Fernando Vicente

jueves, 21 de abril de 2016

"Deadpool", la súper-gamberrada

En el tiempo en el que los superhéroes son auténticos salvadores de taquilla, dispuestos a enfrentarse a ella con magníficos efectos especiales y luchas contra villanos realmente caros de crear por ordenador, en este tiempo donde las películas de Marvel reúnen a millones de personas dispuestas a alucinar con un esquema que se repite hasta la saciedad, cuando apenas queda la esperanza de que surja el más mínimo ápice de originalidad del antiguo Hollywood se levanta entre todo un film gamberro, desvergonzado y dispuesto a romper con todo lo que supone romper con la seriedad que puede envolver a un Batman atormentado o un Superman odiado. Esa película, ese balón de oxígeno se llama "Deadpool" (dirigida por algún imbécil, 2016), el film ya es la película más taquillera con calificación para mayores de 18 años, y sigue rompiendo las normas allá por donde vaya. Cuando se estrenó en España, Ryan Reynolds, el protagonista que encarna al desbordante Deadpool, no dudaba en acogernos en las redes sociales con un atrevido mensaje que fue acogido con nuestro habitual humor latino. "Me llena de orgullo y satisfacción que DEADPOOL ya esté en cines en España. Vamos a partirnos en ojete que da gusto", era parte del mensaje que acompañaba un emoticono flamenco con el rostro del superhéroe. Bien, creo que no hay frase que resuma mejor el film, esa unión entre una burla de una sociedad encasillada, y ese humor zafio que no llega a rebosar, aún estando aquí acostumbrados a que se salga del recipiente y ensucie al espectador, como ocurre en la saga Torrente (Santiago Segura, 1998-2014).


Desde luego no es apta para un determinado sector de público que predomina en nuestro país, para reírse de todo hay que comenzar por reírse de uno mismo, éste es el común denominador de la película. Cuando Tim Miller, su director decide presentarse como un imbécil, o su protagonista se ríe de sus propias dotes interpretativas, el espectador no tiene otra que sentirse uno más en ese mundo que ha creado la rama más gamberra de Marvel, y donde no existen complejos, miedos o restricciones, y donde un genial Stan Lee brilla como DJ de una alocada fiesta que pese a las muchas distracciones sólo existen ojos para la estupenda Morena Baccarin que después de tontear con varios superhéroes (ha colaborado en las series "Gotham", "V" o "The Flash") parece haber encontrado al definitivo. Toda la película parece estar levantada sobre un pilar de testosterona y hormonas, que resultan la base fundamental para un film ligero, libre y repleto de unas excelentes escenas de acción. Se nos muestra la acción de una forma distinta, una unión entre las tonterías con las que Deadpool se quita a sus enemigos de encima y una libre burla a las cámara lenta, demasiado extendida últimamente. Siempre habrá una película mejor que "Deadpool", pero sin embargo siempre será la que más le apetece ver a uno. Cuando uno ve una película "seria", cualquiera al lado de ésta, en ocasiones le gusta añadir situaciones cómicas que darían algo de ligereza a escenas verdaderamente intensas, y si un payaso pasease haciendo malabares detrás de La Muerte de Ingmar Bergman. "Deadpool" es ese payaso, ese superhéroe definitivo que no tiene nada que envidiar al mejor de los súper humanos que vuelan con su capa roja y sus mayas de colores.

sábado, 16 de abril de 2016

Brisa clásica con comedia de Azcona

Desde hace tiempo el cine español está huérfano de una serie de creadores que lograban hacer de la comedia un estilo de vida, lograban utilizar la sátira para todo tipo de situaciones, y para ello, tanto en el cine como en la literatura, Rafael Azcona era el sumo sacerdote. Cuando Berlanga, Ferreri y Saura entraron en una etapa nueva de su propio cine, desde el homenaje familiar de Berlanga a la etapa folclórica-musical de Saura. Azcona supo continuar con su aguda visión de la sociedad, reinventándose así mismo para adaptar su ardiente sátira que buscaba esquivar una fulminante censura, para conocer los nuevos tiempos y a los nuevos creadores, asumiendo su arte en guiones verdaderamente dispares. "Moros y cristianos" (Luis García Berlanga, 1987) y la adaptación de "Ay, Carmela" (Carlos Saura, 1990) sobre la obra de Sanchis Sinisterra, fueron sus dos piezas de despedida, mientras que "El año de las luces" (Fernando Trueba, 1986) fue su primer contacto con ese nuevo cine que, rescatando intérpretes y personajes, era un auténtico homenaje a la comedia clásica española, con el añadido de miradas frescas e innovadoras que llegaban rompiendo moldes. Con "Belle Époque" (Trueba, 1992) llegó el reconocimiento internacional a un cine en espacial, a una manera de ser, propia de nuestro país, que no se había recogido en "Volver a empezar" (José Luis Garci, 1984), por lo que se puede decir que fue el primer Oscar que reconocía al cine español clásico, una comedia deliciosa que absorbe todo tipo influencias, desde la screwball comedy a la coralidad berlanguina.


Dentro de esta nueva época, donde García Sánchez o Cuerda fueron también algunos de sus mejores cómplices, sería Fernando Trueba el único capaz de elevar su auténtica dramaturgia, unida a los distintos géneros de los que el director era un gran conocedor. En 1998 llegó una de esas piezas únicas e inolvidables, nuevos personajes encarnados por una nueva generación de cine que despuntaba, y que a día de hoy continúa llevando en sus venas aquel guión de Azcona que co-escribió junto a David Trueba, Carlos López y Manuel Ángel Egea, así nacía "La niña de tus ojos". Se trataba de un viaje de otra época, todavía anterior a la de Azcona, un cine español que luchaba por sobrevivir dejándose impregnar por la propaganda alemana, y en medio de todo ello un grupo de artistas que sólo busca realizar su película. Entre ellos estaban Penélope Cruz, Rosa María Sardá, Santiago Segura, Jorge Sanz, Neus Asensi, Loles León, Jesús Bonilla o un excelente Antonio Resines que navegaba por las distintas etapas de la comedia clásica, fundiéndose en un personaje excepcional. La fuerza que la historia emanaba era demasiado fuerte, esa nueva vida tras el campo de concentración del personaje de Sanz, o la huída general en el avión al más puro estilo "Casablanca" (Michael Curtiz, 1942). Todo ello estaba sin cerrar, el propio Fernando Trueba aseguraba que los personajes "se me aparecían en sueños, era una idea que rondaba la cabeza", así fue uniendo escenas hasta encontrar un argumento lo suficientemente sólido como para sostener a "La Reina de España", el nuevo film que Blas Fontiveros (Resines) planea rodar con Macarena Granada (Penélope).


Esa brisa clásica con la comedia de Azcona vuelve, y era algo necesario, el propio recuerdo de una narrativa única que dio vida al cine español que hoy conocemos. Para el nuevo film, además de volver a contar con los actores ya mencionados, habrá nuevas incorporaciones que hacen respirar una gran comedia, como a participación de Carlos Areces, Javier Cámara o Ana Belén, o el matiz de film internacional que darán Mandy Patinkin o Cary Elwes, quienes ya habían participado en "La princesa prometida" (Rob Reiner, 1987). Ahora, con esa princesa convertida en reina, y convertida la promesa del cuento de hadas en un rodaje de súper-producción, una de esas gloriosas cintas míticas que encontraban en España su escenario ideal. Otra muestra de amor al cine, ese amor, homenaje, añoranza o necesidad, según se va, que alimenta este film, que también ha tenido un rodaje complicado, primero en Budapest y ahora en Madrid. Un desplazamiento que impidió la participación de Chus Lampreave, quien al parecer tenía un personaje verdaderamente magnífico, escrito a su talla, en el film, pero que su retiro le impidió representar. Sea pues este su último recuerdo, o su primer homenaje. Sedientos de conocer más de este maravilloso proyecto, durante las últimas semanas, las redes sociales han sido el medio de los propios intérpretes para exponer imágenes del rodaje, escenas deliciosas que nos creaban un flashback instantáneo, y que pronto se convertirá en la propia historia del presente.

domingo, 10 de abril de 2016

"Julieta", el silencio de Almodóvar

Recientemente leí en una entrevista a Pedro Almodóvar que él no era dueño de lo que escribía, tal vez por su posible implicación en los "papeles de Panamá", pensé, sin embargo cuando me senté en la butaca del cine, y comenzaron a sucederse los fotogramas de "Julieta" (Almodóvar, 2016), lo comprendí perfectamente. Pese a volver a la esencia de lo almodovariano, al color, y al drama femenino, en la cinta hay una delicadeza extrema completamente ajena a la obra habitual de su autor, hay una belleza profunda que penetra más allá de la estética y se convierte en ella, en Julieta. En sus dos adaptaciones hasta el momento, "La piel que habito" (2011) y "Julieta", Almodóvar ha demostrado su inteligencia como admirador y su grandeza como autor, pese a que a muchos les cueste reconocerlo. En "La piel que habito" logra transportarnos al mismo imaginario que "Los ojos sin rostro" (Georges Franju, 1960), a una atmósfera ahogada en la propia historia, sin tener más que un agudo sentido de la belleza cinematográfica en común. Con "Julieta", volamos por la literatura de Munro en la que se ha inspirado, por su capacidad de reconocer los sentimientos, la profundidad de la Juliet de "Escapada", que ya filtraba su agonía entre los dedos de Elena Anaya en "La piel que habito". El último film de Almodóvar parece estar escrito con pluma y buena letra, al escribir estas palabras mis dedos intentan rozar el teclado para transmitir la simpleza y elegancia, con la que Almodovar es capaz de transmitir el dolor. Luchando contra toda regla fílmica, y volviendo a sus adorados flashbacks que se confunden entre las intensas miradas de sus actrices.


"Julieta" es por ello también puro Almodóvar, el hombre que transportó su escenario de heladora Canadá a la frialdad de una Nueva York sedienta de secuencias, y que finalmente ha sido llamado por la tierra, por Madrid, por el tren, por Galicia, por la lluvia, y por supuesto por La Mancha. La madre de Julieta no podía ser otra que Susi Sánchez, con la fuerza del olvido, y el dolor de la ausencia para su hija, y la impotencia al no intervenir del espectador. Este film no sería lo mismo sin la España del director y sin sus actrices, intercedemos en la historia en el momento que Julieta vuelve a recordar a su hija tras doce años de ausencia, depresión y reconciliación, en el momento en que una mujer vuelve a sentir una necesidad vital que había intentado tapar. Emma Suárez ha vuelto a demostrar su dominio de la interpretación, ella es Julieta, la vivida y la desvivida, la depresiva y la luchadora. Hay una escena magnífica en el hospital, llena de fuerza, en la que se unen las emociones y vemos como una lágrima cae del rostro de Emma en pleno enfrentamiento. En su mirada se unen la juventud y la experiencia, la enorme capacidad de ser la Julieta de treinta y pocos que pinta la casa, como pinta su corazón, como la madre muerta de un mal dolor por la ausencia de su hija. Adriana Ugarte es una primera Julieta, es la Julieta del tren, la Julieta llena de culpabilidad que pronto desaparecerá para convertirse en silencio y dolor. "Silencio" iba a ser el título, quizás el film de Scorsese le haya hecho un favor, pues no hay ni punto de comparación con la fuerza de "Julieta", un nombre indispensable en la filmografía del director manchego. Tal vez también porque más que silencio, estamos ante un grito sordo de desesperación.


"Julieta" nace y vive como tenía que ser, envuelta entre papeles panameños y confrontaciones entre sus actrices principales, y sorprendentemente se nutre de todo ello. No hay cabida para un trama más allá de la literatura y el aura que abarca a los personajes, por ello algunos echarán de menos un cadáver en el frigorífico o una vaca sin cencerro, es un film serio, el drama y la comedia se ven implícitos en la historia de "Julieta", por ello resulta magnífico buscarlos, encontrarlos, llorarlos y disfrutarlos. El mejor ejemplo de todo ello es Rossy de Palma, un personaje sensacional, una chica Almodóvar de siempre, una ama de llaves que esconde más de lo que suelta por su lengua envenenada. En ella se respira también una comedia implícita en la elaboración del personaje, en su naturalidad nacida de la tierra, sin embargo todo ello le lleva también a transformarse en el papel más perverso de la historia. Todo lo contrario a divertidos cameos como el de Bimba Bosé o una divertida Tata Rosa, que no es otra que Elena Benarroch, presente en uno de los momentos más emotivos de la historia, donde se cae en el melodrama intentando elevarlo a una potencia. El cierre con la voz de Chavela Vargas, y su presencia entre las fotografías de los seres más queridos de Julieta, es otro homenaje almodovariano que carga de guiños una película que se alimenta de los sentimientos de sus propios personajes. Agustín Almodóvar, que produce el film con El Deseo, también vuelve a esa comedia instantánea, como revisor, que otra vez intercede en uno de los momentos más duros para Julieta. Existen ciertos paralelismos durante todo el film que, destinados a calificarse de repetitivos, no son más un elegante recurso literario en el poema de Almodóvar.

sábado, 9 de abril de 2016

El diablo nace en 35mm

El pasado jueves los cines Palafox de la calle Luchana vivieron el renacimiento del diablo con la proyección de "La semilla del diablo" (Roman Polanski, 1968), en nada menos que su formato original de 35mm, presentándolo en forma de disculpa por la posibilidad de que alguna rayita atravesase la imagen, el auditorio rompió en aplausos en cuanto lo escuchó. Volver a vivir "Rosmary's Baby" (título original del film) como lo hicieron hace cerca de cincuenta años fue una experiencia única, tan placentera como el sonido de los grumos iniciales de los antiguos vinilos. Todo un lujo que convocó a un gran número de cinéfilos completamente entregado a esta obra maestra que dio a luz a un nuevo terror, a una angustia inscrita entre la realidad y los sueños, que vive del suspense de Hitchcock, el imaginario de Buñuel, y por su puesto la creatividad, estética y frescura del padre de la criatura, un magnífico Roman Polanski que daba sus primeros pasos en el cine americano, cargado de la fuerza cinematográfica europea, un sello personal que le convertiría en uno de los mejores embajadores e intérpretes de nuestro cine. El terror no se encuentra en su narración, no pretende asustar al espectador, el horror permanece inscrito en los extravagantes personajes, en el edificio Dakota, y en una historia desligada completamente del adorado Nueva York de Scorsese o Wood, aquí la ciudad se ve tomada por la película. Marea, atrapa y ve el nacimiento de un ser maquiavélico, subconceptual y con ganas de transformar los dogmas cinematográficos del terror, así nace "La semilla del diablo", y así nos lo contaron en la privilegiada escenificación del jueves.


Todo  ello pertenece a un evento único que nace de una necesidad, la de volver a traer a la gran pantalla films de un terror de culto que nunca deberían haber desaparecido de las salas. El evento ha sido bautizado como el Voodoo Cult Horror Movies Club, el pase de la cinta de Polanski no ha hecho más que inaugurar una iniciativa maravillosamente terrorífica que recorrerá films como la "Carrie" de Brian de Palma o "Suspira" (Dario Argento, 1977), que se proyectará el próximo 5 de mayo con el precedente del cortometraje de Eduardo Casanova con Carolina Bang. El intérprete, guionista y director, que ha demostrado un gusto por la estética delicioso, está pendiente de rodar su film "Pieles" que producirá Álex de la Iglesia, y por supuesto no se perdió este revival del mayor thriller psicológico de terror y comedia suplantada de la historia. Poder ver los sueños de Mia Farrow, intercalados con John Cassavetes, y una realidad imaginaria que tiene a los geniales vecinos Ruth Gordon y Ralph Bellamy como principales cómplices de el embarazo más sonado de Hollywood, por mucho que los Hermanos Coen intenten ceñírselo a la "Esther Williams" que Scarlett posee en "Ave, César" (Hermanos Coen, 2016). La extravagancia, incisión, misterio y perversión que Ruth Gordon transmite con su magnífica Minnie Castevet fue tal que la Academia le reconoció con un merecido Oscar, el mismo que se resistió al Guión de Polanski, quizás demasiado inolvidable para destinarlo al olvido con la preciada estatuilla. Canal TCM es uno de los principales colaboradores que han permitido que este proyecto vea la luz, lo que demuestra que aún sobreviven seres que aman el cine de verdad, o al menos el que se rodó de los 60' para atrás. El eventos nos recordó la grandeza del cine de terror, y si tienen la oportunidad de volver a ver "La semilla del diablo", no duden en volver a verla, reírla, sufrirla, y disfrutarla.

miércoles, 6 de abril de 2016

70 años con Bigas Luna

El mes pasado, el director catalán Juan José Bigas Luna hubiese cumplido setenta años, si hace tres años no se hubiese ido en un suspiro podríamos haber disfrutado de su propio visión de "Segundo origen", film que dirigió Carles Porta como sucesor de este ambicioso proyecto de Bigas Luna que se estrenó finalmente el pasado año. Aunque pretencioso no logró alcanzar el celuloide del catalán, que por encima del bien y del mal supo situarse como una filmografía reveladora, cuya pasión por el erotismo se tradujo en sexo, en "Jamón Jamón" (1992) o en "Las edades de Lulú" (1990), en el fetiche y el detalle, en las fábulas sobre el éxito de "Yo soy la Juani" (2006) y "Di Di Hollywood" (2010), en toda una carrera que se desliga de la crítica o los gustos para convertirse en puro cine. El cine que estas semanas pasadas se recordaba en el magnífico programa de La 2, el cine que pretendía a Berlanga y Darío Argento, y que en 1987 saltó a Hollywood aprovechando el boom del terror en pantalla con "Angustia", y que sería la mejor sinopsis para su obsesión final, un éxito que ya no buscaba sino que analizaba con holgura en películas que parecían huí de él. Es ahora, cuando se nos presenta un leve resquicio de su creación cinematográfica, cuando precisamos de su humor catalá, de sus intervenciones, y de su enorme dominio del cine, latente en cada uno de sus fotogramas. En definitiva echamos de menos a Bigas Luna que hizo una introducción al erotismo a toda España, que mientras criticaba sus largometrajes, no podía evitar perderse uno, aunque fuese por hacerlo. Hoy se hacen tres años ya desde su marcha, un triste adiós que nos pilló despistados entre independencias y Pujoles, el adiós a un catalán que pese a todo no pudo evitar caer en tópico al que todos nos reducimos.

lunes, 4 de abril de 2016

Chus Lampreave, como un melón cerrado

Chus Lampreave fue la mujer con la que todos querríamos haber mantenido una conversación, una de las "abuelas" más divertidas del cine gracias a su naturalidad, y carácter abiertamente español que Pedro Almodóvar le proporcionó en sus papeles. Con un físico modosito pasó algo desapercibida en sus primeros papeles, curtiéndose en repartos de lujo como los habitantes del pisito de Marco Ferreri, o como la pandilla de tramposos y maleantes que Azcona y Berlanga crearon en "Se vende un tranvía" (Juan Estelrich, 1959). El cine ha sido siempre alabado por ser el arte de todas las artes, capaz de reunirlas a todas ellas mostrando a través de las décadas una apetitosa muestras de ellas. Por ello esta nueva generación de cineastas que rebatió con su pluma audaz a la censura, supo encontrar en sus tertulias de Café un tema común que les unió por siempre en unas carreras impecables. José Luis López Vázquez era un grandísimo pintor, cuyas acuarelas recuerdan a la mejor época del cartelista Toulouse-Lautrec, Berlanga fue un gran amante de la pintura, con la que por suerte sólo se atrevió a tontear. La pasión de Chus por la pintura le llevó a la Academia de las Bellas Artes de San Fernando, donde conoció a Jaime de Armiñán, que como buen visionario supo introducirla en el cine en el momento preciso. Los planos secuencias de Berlanga resultaban una delicia audiovisual, sin embargo el actor dejaba de ser uno para fundirse con la historia, por lo que podemos decir que no logramos ver al espíritu vivo de Chus Lampreave hasta que Almodóvar le otorgase sus inolvidables papeles de portera, vecina, abuela, madre sabia ahogada en refranes, monja, o la tía loca que sabe más de lo que parece. Toda una oda a una gran actriz que desde entonces tomó un nuevo rumbo y no dejó de hacernos reír entre pimientos y melones.


Recuerdo a Chus Lampreave

Cuando comencé el homenaje a Luis García Berlanga con el recuerdo de los intérpretes y profesionales que habían coincidido con él en sus carreras, el primer nombre que me vino a la cabeza fue el de Chus Lampreave, no porque tuviese sus papeles más recordados, sino porque como figurante de esa estampa berlanguiana, que terminó por situarla como amante del Marqués de Leguineche, se había convertido en una mujer, una ciudadana de su mundo. Como nunca lograría Almodóvar, pues pese a darle sus papeles más recurrentes con frases memorables, no salían de esa historia, comenzaban, transcurrían y se cerraban hasta el próximo film. Con Berlanga permanecía viva. De Chus ganaba su simpatía, su imagen de abuela moderna, su hacer como buena persona, más que como buena actriz, y sobre todo sus gafas de culo de vaso que se convirtieron en un símbolo de sí misma. Ahora cuando veo su imagen no puedo sentir más que cariño y afecto hacia esa amable intérprete, que también logró encandilar a directores de la talla de Fernando Trueba, José Luis Cuerda, Fernando Colomo o Fernando Fernán-Gómez, sin olvidar el homenaje final que Santiago Segura le sirvió con sus papeles en la saga de Torrente. Trueba supo sacar jugo a su personaje viviente del mundo berlanguiano, y junto a Rafael Azcona lo volvió a retomar para darle el Goya a la Mejor Actriz Revelación por "Belle Époque" (F. Trueba, 1992), como el merecido reconocimiento nacional que merecía, aún resistiéndosele el premio de honor estos últimos años. La pérdida de su marido, Eusebio, la sumió en un terrible dolor ahora saciado, pues estén donde estén estarán juntos de nuevo, no han dejado de verse más que unos pocos meses tras décadas de inseparable unión, que bien podría haber oficiado el Padre Calvo. 


Al fin y al cabo no andaba muy lejos de su personaje de "Espérame en cielo" (Antonio Mercero, 1988), una amante esposa que se desvivía por su marido y su trabajo, y que regaló lo mejor de sí misma. Como aquel personaje, ninguno de nosotros dudaría en realizar una de sus estimulantes sesiones de espiritismo, para volver a escuchar su fina voz con algún cotilleo que nunca podría resistir, pues como nos aclaraba en "Mujeres al borde de un ataque de nervios" (Pedro Almodóvar, 1988) desde su portería, "no puedo mentir porque soy Testiga de Jehová, sino aquí iba a estar yo". Otro personaje, uno de los más histrionicos de su carrera, el de madre de Leo en "La flor de mi secreto" (Almodóvar, 1995), enfrentó este melodrama manchego con total comicidad, incluso para introducir su aldea. En él hacía una sabia apreciación sobre un operación, comparándola con un melón cerrado. Y es que, como en el cine, hasta que no se abre no podemos saber si está bueno o está pasado, cuando Chus Lampreve se abrió y desempolvó toda su fuerza cómica en una nueva generación de cine, pudimos ver que no sólo era un buen melón, sino que era de una de las mejores cosechas y se había conservado intacta para nosotros. Hoy nos toca despedirla, resulta imposible no derramar algunas lágrimas que se funden con las risas que inevitablemente afloran al recordarla. Porque lo que ella hizo fue el mejor regalo para todos nosotros, nos ofreció risa de por vida, nos regaló el arte de humor en distintas dosis, y bajo distintas formas, y como el cine conserva el arte a través de las décadas, tendremos sus personajes por siempre, mientras su amor ahora ya se puede dedicar por completo para Eusebio, a ritmo de tango. Sólo espero que esta vez se haya puesto esa bata que guardaba en el armario, como la flor de su secreto para un día especial. 

viernes, 1 de abril de 2016

"Altamira", a Spanish film

Ayer tuve el enorme placer de compartir cine con Hugh Hudson, mítico director de films como "Carros de fuego" (1981) o "Soñé con África" (2000), fue en la premier de su última película "Altamira" (2016), donde casualmente vuelve a coquetear con el biopic, una narración cinematográfica en auge que suele tener amables idilios con el público. La novelas históricas son también verdaderos best sellers, sin embargo Hudson se distingue por lograr convertir al personaje histórico en un protagonista brillante que se enfrenta a un hecho normalmente mitificado, donde entra su peculiar forma de unir realidad y ficción. En "Altamira" se ven pequeños ápices del espíritu creador de Hudson, sin llegar a rozar la superficie, y transformándose en una historia al uso que parece sacada de los coloridos cuadros de un pintor romántico. Véase por ejemplo los coloridos lienzos de Pierre-Aguste Renoir, contemporáneo de Marcelino Sanz de Sautuola, que bien podrían postrarse sobre las preciosas estampas cántabras que se suceden en el film bajo la fotografía de José Luis Alcaine, decidido por un estilo demasiado clarificado que en ocasiones se muestra como un telefilm. Personalmente soy un gran admirador de las películas de televisión, sobre todo las tv movies que toman un personaje y narran su historia por encima de todo, sin importar del todo matices cinematográficos que desaparecen con el melodrama. Por ello el film está cargado de una emotividad humana que se transmite fácilmente al espectador medio, y quizás porque los luminosos planos de Alcaine parecen compuestos como un bonito álbum de la familia Botin, pues como ha corrido por toda la prensa, Sautuola no era otro que el bisabuelo del gran banquero Emilio Botín, a quien está dedicado el film.


La sobrina del banquero santanderino Lucrecia Botín Sanz de Sautuola ha sido una de los principales productores, Ana Botín figura como productora ejecutiva. Y es que, después de todo, este gran proyecto producido por Morena Films, ha estado cerca de siete años hasta que finalmente ha visto la luz, un esfuerzo que se ve reflejado en una elegante escenografía*, que con Antonio Banderas en escena convierte el descubrimiento de las cuevas de Altamira en un auténtico foco en la Cantabria de final del siglo XIX. Donde hasta el mismísimo Alfonso XII se hace notar. Con diez millones de euros de producción se echan en falta más momentos de emoción argumental, algo alejada de la historia central, como suele ser el reconocimiento de personajes históricos que a todos nos divierte en ver en tamañas situaciones. Aunque ahí se muestran esas agobiantes escenas con los bisontes y la hija de Sanz de Sautuola, que en su madurez es interpretada por la fantástica Irene Escolar, que pese a contar sólo con unas breves secuencias finales demuestra la única carga emocional que recae sobre un personaje como tal. Fantásticos primeros planos de todos los intérpretes durante el metraje, quizás una ventaja de contar con su director. Pese a todo cuesta creerse ese inglés que se resiste a los nombres latinos con cierto humor, y mucho más después de que su propio director dejase muy claro que se trata de "un film español, que cuenta la historia de un español" que, gracias a su hija, hizo uno de los mayores descubrimientos de la historia. El film es perfecto para visitar las cuevas de mano de Banderas, Farahani en el papel de amante esposa distanciada por su propia religión, y sobre todo Allegra Allen, la mayor respiración de libertad de la película. Si el estar rodada en inglés funciona bien para su venta en el extranjero será todo un logro que espero ver, temiendo que las playas cántabras queden abarrotadas.
*Mención especial a la dirección artística, vestuario y efectos especiales.