lunes, 29 de enero de 2018

La llamada, fe en nuestro cine

Buscaba una manera de ocultar mi entusiasmo, por eso que dicen de los críticos con problemas de objetividad, pero Los Javis llegan arrasando. Tras revolucionar la escena con un musical impecable, se han comido al cine español y su taquilla —logrando más de dos millones con su ópera prima—, no sin antes haberlo diseccionado con la genial "Paquita Salas", una webserie que aparenta un look divertido, naíf y desenfadado que esconde una mala leche de fortuita negritud. Todo ello para terminar adaptando su exitoso musical, "La llamada" (Javier Ambrossi y Javier Calvo, 2017), una comedia joven que nos llega como un soplo de aire fresco. Un film inesperado y arriesgado, pese a su indiscutible espíritu comercial, un resultado que debemos agradecer a que productores como Enrique López Lavigne —con un divertido cameo en el film, guiño a los más cinéfilos— todavía se paseen por los teatros en busca de talento. Podría tratarse del primer film de espíritu millennial de nuestro cine, al menos del que mejor representa a una generación más allá de las comedias de instituto. Resulta sorprendente y gratificante encontrarse con una cinta donde el reggaeton y los youtubers se den la mano de la religión y Whitney Houston, una película que haga un desplante a las convenciones para mirar sin miedo al futuro de una industria que parece estar cada vez más dividida. Sin embargo, "La llamada" no debe quedarse en los márgenes del feel good cinema, ha de entenderse también como una película vocacional y regeneradora, se trata de la primera comedia que se atreve a tratar libremente —desde el respeto y la naturalidad— un tema como la religión, al menos desde que Cassen convirtiera la consagración en un espectáculo de masas en "Amanece, que no es poco" (José Luis Cuerda, 1989).

Los Javis y sus actrices

El reparto es la otra clave, los Javis parecen haber levantado su propia agencia de casting y, rodeados de un equipo amigo y buenrrollista, han conseguido aparecer en el diccionario de nuestro cine junto a las fotografías de las excelentes Macarena García, Anna Castillo y Belén Cuesta, estas dos últimas nominadas al Goya a la Mejor Actriz de Reparto. El resto del reparto es también genial, esa Gracia Olayo "incisiva" como siempre en una interpretación tan delirante como divertida. El guión de sus directores es rítmico, como si fuera una canción de la Houston, se mueve en diálogos frescos, riéndose de los clichés y tirando de ellos cuando lo requiere, después de todo "La llamada" no deja de ser una comedia romántica que narra la relación entre una joven y Dios. La naturalidad con la que los autores tratan esta fantasía resulta más asumible que la facilidad con la que el espectador la asume, uno se encuentra viendo una comedia teenager sobre un campamento de chicas y pasa a ver como Dios —interpretado por el genial Richard Collins-Moore— canta "I Will Always Love You" con toda confianza. A diferencia de la crítica que subyace en "Paquita Salas", "La llamada" brilla por ser completamente blanca, una película sobre la verdad y la amistad en tiempos de mentira y secesión, supone una desconexión total del mundo, como un fin de semana en un campamento religioso, claro que como en uno de estos, no todos están hechos para enfrentarse a ello. Los Javis se estrenan con ritmo, buena música, humor y lírica, haciendo que muchos recuperen la fe en nuestro cine. Mientras esperamos la segunda temporada de "Paquita Salas" que anunciado Netflix, podemos disfrutar de "La llamada", ya que la plataforma la ofrece en su catálogo desde el día de hoy. 

domingo, 21 de enero de 2018

Tras la pista de los Coen

A estas alturas los hermanos Coen se han convertido en un emblema cinematográfico, un estilo narrativo, un adjetivo, un sentido del humor, una época, un color, un sonido, prácticamente un género. Mientras Ethan y Joel Coen se aventuran en nuevos proyectos y se siguen descubriendo así mismos, el mejor cine-Coen se desarrolla en paralelo. La excelente serie "Fargo" (creada por Noah Hawley en 2014) a partir del universo de los hermanos de Minnesota se ha convertido en la máxima representación de este género de la América profunda. Pero la carrera de los Oscar ha comenzado y en ella se posicionan dos grandes películas con el sello Coen, una de ellas con truco pues "Suburbicon" (George Clooney, 2017) está escrita por ellos, aunque reside en Clooney la enorme capacidad de captar su estilo narrativo y en perfecto entendimiento en lo que refiere al humor. A base de humanidad, sobriedad y rutina, ha logrado edificar una exquisita comedia negra donde encontramos a Matt Damon como ese estadounidense medio, ese hombre gris, vicepresidente de alguna mediana empresa, ese ciudadano que si cometiese algún crimen sería respaldado por un ejército de vecinos a grito de: "Siempre fue una persona muy buena, un vecino ejemplar". La otra, "Tres anuncios en las afueras" (Martin McDonagh, 2017), está protagonizada por Frances McDormand, esposa de Joel Coen y eterna agente Marge Gunderson en "Fargo" (Joel & Ethan Coen, 1996), y se ha convertido en la gran revelación de la temporada al alzarse con los premios de Mejor Película Dramática, Mejor Guión, Mejor Actriz y Mejor Actor de Reparto en unos Globos de Oro que vistieron de luto reivindicando el #MeToo, donde este film sobre una madre que debe aceptar que no encontrarán al violador y asesino de su hija se ha convertido en una bandera.

Matt Damon desestresándose en "Suburbicon"


"Suburbicon" es mucho mejor película, sin duda más cinematográfica, estética y plástica, parte de unos personajes exquisitos, riquísimos en matices, desde esa excelente Julianne Moore con doble papel, hasta ese inteligente agente de seguros. Un Óscar Isaac laberíntico, que juega con astucia con el espectador, perdiéndolo en diálogos infinitos escritos con la mejor pluma, herederos de la comedia clásica estadounidense. Con los Coen en estado de gracia y un Clooney resolutivo en la dirección obtenemos una película —hereda también del gran Hitchcock dando un vuelta a su concepto del "falso culpable"— que sería impecable si no fuera por esa subtrama con los vecinos negros que nos saca sin motivo de la trama principal. El punto de crítica antiracista que le hubiese abierto paso en los premios, si no fuese porque este era el año de las féminas: "Time's Up!". El film de McDonagh llega en un momento clave, retrata sin ningún pudor esa América interior de crímenes sin resolver, policías alcohólicos y buenas personas que no encuentran el momento para convertirse en el héroe que el pueblo necesita. "Tres anuncios en las afueras" es un guión que trabaja puntual a los puntos de giros de Syd Field (sí, esto de estudiar la estructura cinematográfica nos hace estas faenas), personajes que evolucionan con coherencia y un leitmotiv excelente, esos carteles que vienen y van durante la obra marcando los actos. McDormand está estupenda como esa desenfrenada madre desesperada, sin embargo el film se distancia con el estilo Coen en un punto crucial, el humor. Probablemente se quisiese narrar la historia sin él, pero ese no es el problema, tiene un enano y un policía que vive con su madre que nos regalan pequeñas dosis. Lo que chirrían son las porciones de emotividad, acompañadas de una música petarda y maniquea que nos lleva directamente a la lágrima, sin dejar opción. Es sin duda alguna el Oscar a la Mejor Actriz de este año.

McDormand y Peter Dinklage, cena romántica

sábado, 20 de enero de 2018

Alta Seducción Española

Cuando uno va al teatro a ver a Arturo Fernández siente la añoranza de antaño, es como volver a esa época del star-system donde se veían las películas por sus intérpretes, sin llegar a importar demasiado la calidad de las mismas. La grandeza de todas ellas residía en ese gran actor que las sostenía, "Alta seducción" es una obra hecha a medida —cual traje de ojo de perdiz— para su actor, que ha adaptado la versión original de María Manuela Reina que él mismo estrenó en 1989. Demostrando que a sus 88 años continúa funcionando como galán, la comedia es un ágil entretenimiento que juega con todos los clichés de su protagonista, el peinado, el traje, la elegancia y su eterno narcisismo del que se ríe con solemnidad. En el caso de "Arturín" se ha creado una extraña simbiosis entre su personaje y su persona, que supera una ficción que él mismo parece incapaz de distinguir, o eso nos quiere mostrar con total perspicacia. "Alta seducción" es un desfile interpretativo de su gran actor, sin menospreciar la excelente réplica de su compañera en escena Carmen del Valle, quien le acompaña desde hace unos años en estas exquisitas comedias que bien podrían titularse todas "Vida y obra de Arturo Fernández". Todas ellas brillantes, perfectos análisis de nuestra sociedad que arrancan las carcajadas de un público para el que la risa es un deporte de riesgo, definitivamente una apuesta sensacional. Todos los chistes funcionan, Fernández se encarga de ello, y la grada siempre pasa un buen rato, una vez más es com volver al verdadero sentido del teatro, cuando era el divertimento del pueblo.


Entre risotada y alborozo no se deja títere con cabeza, desde la mordaz sátira de los diputados anquilosados en sus viejos escaños (perfectamente encarnados por Don Arturo) hasta la nueva política de coleta y mangas de camisa. Hubiese resultado interesante el giro que Pilar Miró le hubiese dado, si hubiese podido completar su proyecto de película que el propio Fernández recordaba. El estreno este verano en Gijón fue un éxito, palmas, vítores y olés acompañaban a la propia obra, convertida en un ejercicio metalingüístico, un estudio interno de la evolución teatral en España. Arturo Fernández es el último profesional en activo de una generación única que nunca debemos olvidar, y que él mismo reivindica y homenajea en la obra, emulando tonos de Fernán Gómez o piropeando a su compañera de reparto con un sonoro "¡Viva España!" que nos lleva directamente a las playas de Sitges donde José Luis López Vázquez hacía lo propio con las suecas. La obra no decepciona, es todo lo que uno quiere, pasar un buen rato con el mejor Arturo Fernández, el cómico y el paródico, un sorprendente comediante bajo la estela de galán que sigue mirándose al espejo como a los veinte años. Como referente en la historia del espectáculo español, Arturo cuenta con una estancia asegurada sobre las tablas, verle cada año con una nueva obra es un lujo que agradeceremos mientras podamos —los unos y el otro— permitírnoslo. "Alta seducción" se representa en el Teatro Amaya de Madrid hasta el 25 Marzo. No se pierdan esa exquisitez que el propio Arturo Fernández define como "la comedia más divertida y elegante que he protagonizado", sencillamente genial.