domingo, 28 de febrero de 2016

#OscarsSoBlack y un genial Chris Rock

Como todos los años, los premios de la Academia de Hollywood, se convierten en el centro de atención de todo el planeta, un show televisivo único que reúne a los mejores intérpretes que la industria americana ha decidido destacar. Un foco único y funcional, que sirve cada año para que las estrellas den una bofetada a medio mundo reivindicando (Oscar en mano) los problemas que éste acarrea. Este año, el vicepresidente de EEUU, Joe Biden, intervino en la gala para ponernos las piel de gallina con los datos sobre los abusos sexuales, presentando a una espectacular Lady Gaga que emocionó, pero que finalmente no convenció a la Academia, pues finalmente fue la canción "Writing's on the Wall" de "Spectre" (Sam Mendes, 2015), la que se alzó con la estatuilla. Si hubo algún manifiesto popular que ayer dominó la noche fue el espectacular levantamiento hacia las cientos de críticas que la Academia había recibido por la falta de diversidad entre los nominados. Chris Rock era el maestro de ceremonias preciso, el negro justo, el cómico capaz de dominar la situación que fue el eje central de la noche, vídeos paródicos y discursos desternillantes que encontraban la satisfacción de un público entregado al mejor humor negro, tratado con cursiva, y con cómicamente respaldado por parte de la comunidad afroamericana, ya que finalmente se convirtieron en uno de los Oscar con mayor participación negra en las entregas de premios, chistes, números, ¡hasta el director de la orquesta! Nadie se sorprendió ante al sobrio discurso de la presidenta, negra, de la Academia, Cheryl Boone Isaacs, o al menos no tanto ante la solidarización de Sylvester Stallone, con la tez más negra que nunca, intentando colar el Oscar al Mejor Actor de Reparto, que finalmente se le escapó ante Mark Rylance, merecido por su papel de agente soviético en "El puente de los espías" (Steven Spielberg, 2015).


Rock mantuvo perfectamente el ritmo de la gala, la supo controlar, parar, adelantar, y aún tuvo tiempo para vender a la gran parte del público unas ricas galletas black girls scouts. Pese a la previsible carrera de premios de "Mad Max: Fury Road" (George Miller, 2015) en las categorías técnicas, hubo un cierto respiro que rompió con todos los pronósticos de la noche, una genial victoria de "Ex Machina" (Alex Garland, 2015) en los Mejores Efectos Especiales, finalmente la cinta de Miller se hizo con seis estatuillas, incluyendo la de Mejor Vestuario para Jenny Beavan, quien sin duda no lo ganó con su propio look, y que dejó sin el preciado premio a Paco Delgado que competía con su segunda nominación por "La chica danesa" (Tom Hooper, 2015). La película que, por unas o por otras, ha estado en boca de todos en cuento al tema del transgénero, regaló una de las sorpresas de la noche, una contenta y pizpireta Alicia Vikander, que se alzaba con el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto. Premio que acepto con ilusión aún con la tristeza de que la Academia no termine de reconocer a Tarantino, y con ello a Jennifer Jason Leigh. A quien si reconocieron fue a Ennio Morricone, que recogió él mismo el único Oscar de su carrera como compositor, por la espectacular banda sonora de "The Hateful Eight" (Quentin Tarantino, 2015), un reconocimiento sensacional al mayor compositor de western de todos los tiempos (y sin encasillarse en ello). Ya cuando Chris Rock comenzó con los anuales comentarios sobre el hambre que acosa a las estrellas al final de la gala, sonó el nombre de Brie Larson como Mejor Actriz por "Room" (Lenny Abrahamson, 2015), aunque todas las miradas se posasen sobre el genial Jacob Tremblay, su compañero en el film, y quién a sus nueve años también lograba cargar parte esencial del metraje sobre su espalda.


"The Revenant" (Alejandro González Iñárritu, 2015) ha sido la ganadora esencial de la noche, no era un gran guión sino una gran historia, una increíble fuerza cinematográfica, que le llevaron a alzarse con tres premios. El de Mejor Fotografía para Emmanuel Lubezki, ha hecho historia, pues es el tercer año consecutivo que el mexicano se alza con el Oscar, mientras que el de Mejor Director para Iñárritu hace realmente justicia a un rodaje casi imposible, además de lograr esa reconciliación (al menos mediática) entre el director y Tom Hardy, con el que había tenido problemas durante la filmación. Es también la segunda estatuilla consecutiva que levanta el director, una hazaña sólo predispuesta para grandes como John Ford o Joseph L. Mankiewicz. Cerca de veinte años para pensar bien lo que has de decir sirvieron a Leornardo DiCaprio para conformar uno de los mejores discursos de todas las galas de los Oscar, hubo tiempo para la familia, para Iñárritu y para Hardy, pero sobre todo una elegante y preocupante reivindicación al gran problema del calentamiento global y el cambio climático, DiCaprio se ha convertido en uno de los más dignos merecedores del Oscar. La gala no podía clausurarla otro que el gran Morgan Freeman, como última representación por parte de la Academia, presentando el Oscar a la Mejor Película, el más discutido, y sin duda el menos decisivo. "Spotlight" (Thomas McCarthy, 2015) tenía asegurado su premio al Mejor Guión Original por la delicadeza del tema, y la sofisticación periodística con la que lo trabaja, tal vez por ello se hiciese también con el Oscar a la Mejor Película, toda una sorpresa que llevó a todo el gran reparto sobre el escenario, y que triunfa como reivindicación final en unos #OscarsSoBlack.

jueves, 25 de febrero de 2016

El año (60) de TVE

Televisión Española ha demostrado un año más su fuerza como canal público, lejos de dejarse domesticar por los gustos populares que llevan a programas como Gran Hermano o Sálvame Deluxe, han logrado descifrar la clave para dar al televidente un programa de calidad y entretenimiento, pues si es bueno y apetente, el espectador lo verá igual. El español tiene un alto porcentaje de vida contemplativa frente al televisor, el futuro y la educación audiovisual de muchos de ellos depende de los programadores de cada cadena, por lo que se agradece que al menos la pública, la de todos, se esfuerce por ello. En 1956 se emitía por primera vez una retransmisión de TVE, desde entonces se han forjado sesenta años de sucesos, de cultura, de historia, que ha acompañado a todos los telespectadores hasta este 2016, sin duda uno de los mejores años de la cadena respecto a programas y ficción televisiva. La vuelta de "El Ministerio del Tiempo" (creada por Pablo y Javier Olivares, 2015-actualidad) ha demostrado que tenemos uno de los mejores equipos, artísticos y técnicos, en mucho tiempo, a la altura de las grandes producciones de Reino Unido, y la BBC, que toda la vida nos han puesto los dientes largos. Spínola, Pacino y nuevas frases ingeniosas de la sabiduría popular, han vuelto para la segunda temporada de esta gran serie, que ya ha cumplido con todas las expectativas, tras dos capítulos de máxima intensidad, novedad, y la clave del ministerio: humor. Todo ello parece cumplir lo que nos recordaba aquel genial anuncio de final de año, que recordaba toda una vida de TVE, bajo los acordes y la voz del mejor Raphael y su gran noche, que no hacían más que predecir el gran año que venía. Y si hablamos de humor, no podemos olvidarnos de "José Mota Presenta", una nueva temporada, que viene cargada de nuevos personajes, y de nuevas imitaciones sobre gente de la casa, sensacional ese Jordi Hurtado (y Bertín).


Siempre existirán quejas para todo, y para todos, pero la clave del éxito está en saber encajarlas, y frente a la polémica dirección de un gobierno corrupto, TVE ha salido como muestra de lucha por el conocimiento objetivo de la información, aunque sean Cuatro y La Sexta, los que realmente luchan con magníficos programas de investigación y tertulia política. En ese punto es donde uno, como espectador, agradece la libertad y diversidad informativa, pero respecto a programas y ficción, insisto en que TVE está luchando por hacerse líder en el prime time de toda la semana. La serie "Cuéntame cómo pasó" (creada por Miguel Ángel Bernardeau, 2001-actualidad), ha vuelto cargada de optimismo, capítulos que son verdaderas piezas fílmicas que se resguardan en un gran equipo de guión, que este año dirige el reputado Joaquín Oristrell ("Todos los hombres sois iguales", 1994 o "El amor perjudica seriamente la salud", 1996, ambas dirigidas por Manuel Gómez Pereira). La familia Alcántara, algo repasada en estas últimas temporadas, ha regresado cargada de emoción, intensidad, crímenes, y sin perder el aire melancólico que nos hace añorar ese tiempo pasado, que como reza el dicho, siempre fue mejor.

Con todo ello perdura La Mañana de la 1, con una Mariló Montero que parece haber comprendido que su gracia está en el defecto, y que afrenta sin tapujos todo lo que se le pone por delante, como lo hace también Bertín Osborne con "En la tuya o en la mía". Un programa que puede atraer a un público similar al de Sálvame, sólo que se enfrenta a un material real, veraz y contado por sus propios protagonistas, quedando el programa como un documento gráfico sensacional que recoge las declaraciones de algunos de los personajes más representativos de nuestro panorama. Algo parecido al proyecto que está levantando Resines, con el canal TCM, por la Memoria del Cine Español. Esperemos, que al menos, podamos terminar este trimestre con la fuerza que arrastra TVE desde comienzos de año, ¡felicidades!

lunes, 22 de febrero de 2016

El Imperio Romano de los Coen

El humor de los Hermanos Coen encuentra su riqueza en la huida del propio género, sus cintas son precisamente lo contrario de lo que pretenden, y se desvelan a público hambriento de originalidad mediante exquisitos personajes, donde realmente se encuentra la clave de los Coen. Sus guiones son siempre muestra de exquisitos diálogos, y su textura en pantalla resulta pulcra y reconocible, así como una dirección de fotografía que logra identificar todos los géneros cinematográficos en una sola de sus películas. El mayor ejemplo de ello es su último trabajo, "¡Ave, César!" (Joel y Ethan Coen, 2016). La carrera de los dos hermanos de Minnesota es todo un desfile de grandes obras, sin embargo tienen acostumbrado al espectador a recibir una pequeña obra maestra cada cierto tiempo, así se han originado films de la talla de "Muerte entre las flores" (1990), "Fargo" (1996) o la inolvidable referencia del culto moderno que es "El gran Lebowski" (1998). En el resto de su filmografía encontramos películas perfectamente resueltas, y en mi opinión (con cierta pérdida de la objetividad) de una perfecta realización por parte de un equipo técnico y artístico de gran calidad. Ambos toman la total posesión sobre sus cintas, y ofrecen al espectador lo que se puede desvelar en una comida familiar, una deliciosa sucesión de historias que reflejan con total subjetividad la realidad. Siempre afincados en la grandeza del cine, de la época dorada de Hollywood que reflejan en el film que nos ocupa, así nos ofrecieron la genial comedia años 40' con "Crueldad Intolerable" (2003) y el más puro western del siglo XXI con "No es país para viejos" (2007). Aunque tampoco han rechazado a viajar de lleno a aquellos tiempos, como nos demostraron en "Barton Fink" (1991) o "Valor de Ley" (2010).


"¡Ave, César!" es un gran chiste elaborado sobre todo su conocimiento y experiencias cinematográficas, y la grandeza del chiste se encuentra en su desarrollo, en las miles de extravagantes historias que rodean a un personaje tan peculiar como Eddie Mannix (Josh Brolin) -jefe de producción- que deberá asegurarse de que todo se mantiene en pie en el Hollywood de las superproducciones. La otra astuta genialidad de los Coen reside en la idea de no terminar el chiste, de atravesar a su personaje durante 48 intensas horas, y dejarlo como estaba, pendiente de acción. El estreno en el Festival de Berlín terminó con la aclamación de los dos directores, que una vez más han logrado un film solvente. Sin embargo algo se añora en el metraje de "¡Ave, César!", se echa de menos la pureza de los Hermanos Coen, su capacidad de riesgo en planos imposibles y guiones disparatados, si bien percibimos pequeños rastros como el genial club de los guionistas comunistas, o la naturaleza de rodeo de Hobie Doyle (Alden Ehrenreich). Obviamente la artificialidad que envuelve todo el film está buscada desde un guión que en todo momento se eleva a la exageración, a los cientos de homenajes que uno puede percibir en cada secuencia. Magistralmente elaborado, y mejor interpretado, el personaje de Ralph Fiennes, en look y estilismo Laurence Olivier, pero con la esencia del mejor Buster Keaton. De un reparto exquisito sólo pueden darse geniales interpretaciones, comenzando por la de un George Clooney que vuelve a demostrar que vive la comedia en cada uno de los movimientos de su rostro, al que ocurre como a Fiennes, un Richard Burton o Marlon Brando en estilismo y look, pero un Cary Grant en esencia.


De entre todo cabe destacar el personaje de Frances McDormand, y no por su relevancia en la película, un cameo divertido y "atragantado", sino por lo que representa esa figura del montador, uno sólo para todas las producciones de "la Capitol". El trabajo más duro que ha afectado a "¡Ave, César!", es precisamente el de la edición, probablemente se hayan ido fragmentos geniales de un guión que da para miles de historias, pero que difícilmente se pueden unir en algo menos de dos horas de metraje. Así mismo se quedan descolgadas algunas de las geniales propuestas que se nos hacen, como el papel de Scarlett Johansson o el futuro soviético de uno de los personajes. Aún así, y después de todo, hay que reconocer que los Coen han ido a lo fácil, una jugosa visión de un Hollywood que para nada es tan descabellado como el que podemos esperar de "Trumbo" (Jay Roach, 2015) o como el que ellos mismos plantearon en la ya citada, "Barton Fink". La última película de los Coen se ve como un divertimento, una película con cientos de personajes que aparecen y desaparecen alrededor de un Josh Brolin, algo sobrio. Los Hermanos Coen pueden hacernos temblar cuando se plantean una comedia -"Arizona Baby" (1987)- pero en esta ocasión nos ofrecen un plato fácil de disfrutar, y de reír que es el verdadero objetivo de la comedia. Por último quede también el reposo sobre la crítica que los propios Coen hacen sobre su obra, dejando indiferente a todos los posibles malparados de la historia, elaborando además el estilo cómico de los años 50' sobre una sátira de ese mismo tiempo, genial. Una vez más se ha formado el Imperio Romano de los Hermanos Coen.

jueves, 18 de febrero de 2016

La Iglesia es el nuevo Bar

Un año más Álex de la Iglesia rueda un nuevo proyecto. Como en pocas ocasiones sucede en España, el director bilbaíno rueda de seguido, dando rienda suelta esta vez a un thriller bien armado con todos los ingredientes que envuelven los films más emblemáticos del director. Si bien nos fijamos en "El día de la bestia" (1995) o "Las brujas de Zugarramurdi" (2013), conviven el humor y un permanente halo de suspense que desemboca en gloriosos y apoteósicos finales. Si bien hemos podido disfrutar de "Mi gran noche" (2015) como una enriquecida golosina -un gran espectáculo o entremés cervantino- no queda más que esperar al gran proyecto del cineasta. Cuenta con una producción mucho menor, pero cuenta con la fuerza de un guión fortificado en las claves del thriller, que De la Iglesia ha elaborado junto a su co-guionista habitual, Jorge Guerricaechevarría. Con "Mi gran noche" nos sumimos en una auténtica montaña rusa, un descontrol normalizado que funcionaba como una esperpéntica sátira de la sociedad de medios y corrupción que hoy nos envuelve. Ahora llega el auténtico plato fuerte, un film arraigado al cine, una pieza producida por la propio productora del director (Pokeepsie Films) y Nadie es Perfecto, con la que también se embargará en el proyecto de "El Santo", por el que ha firmado por cinco películas que recobrarán la figura del emblemático héroe mexicano. Este thriller llevará como título: "El Bar", la perfecta localización para desenvolver los temas que obsesionan al director, desde el transcurso de la acción en un lugar cerrado, a la muestra de la auténtica naturaleza humana, sin duda heredado de algún que otro ángel exterminador, también presente en la propia historia.


Para levantar un film de tales proporciones, con un presupuesto bastante inferior al que Enrique Cerezo propuso para sus anteriores films, Álex de la Iglesia se ha hecho una vez con su mayor fuerte, un reparto de lujo donde acoge a habituales, y genios del panorama cinematográfico. Así pues volveremos a ver a Mario Casas como un hipster con grandes dotes para la indumentaria, Blanca Suárez, Secun de la Rosa, Jaime Ordoñez, la eterna y grandiosa Terele Pávez, o uno de sus últimos fichajes, una Carmen Machi magistralmente desenvuelta en el drama, como supongo en las situaciones cómicas que siempre perviven en las películas del bilbaíno. El propio director confirmaba la ausencia de José Sacristán en el proyecto, como también anunciaba la participación del prolífico Alejandro Awada, mítico del cine argentino, al que sin duda recordarán por el Washington del Mercado Negro en "Nueve Reinas" (Fabián Bielinsky, 2000). Por cualquiera de las situaciones, Álex de la Iglesia, busca siempre hallar la auténtica vena animal que lleva el ser humano en su interior, en la mayoría de sus películas existe un móvil que lleva a sus personajes a sacar su oscura maldad. Así, mientras los vecinos de "La Comunidad" (2000) disparaban y mataban con tal de hacerse con una enorme maleta de dinero, eran la pareja humorística de Nino y Bruno, quienes se alimentaban mutuamente del odio que les mantenía con vida, o mejor dicho "Muertos de Risa" (1999). En "El Bar" volvemos con esta premisa que nos permitirá volver al cine más puro y reconocible de Álex de la Iglesia. Ayer se adelantaban algunas imágenes del Mario-hipster en Twitter, hoy podremos disfrutar de un avance del rodaje en las Noticias de Antena 3, ¡no se lo pierdan!

lunes, 15 de febrero de 2016

Woody Allen, el número uno

Una vez más vuelve el gran Woody Allen a nuestro blog, y lo hace de celebración, pues en este 2016 se cumplirá el cincuenta aniversario del primer film del joven Allan Stewart Königsberg, un reconocido cómico teatral y televisivo que daba el gran salto al cine. Mientras en España, Paco Martínez Soria, triunfaba en las salas con "La ciudad no es para mí" (Pedro Lazaga, 1966), disfrutando del auge de su carrera, que le llevaría a crear su propio subgénero cómico. En Francia, Truffaut, adaptaba la mítica novela de Ray Bradbury, "Fahrenheit 451" (François Truffaut, 1966), revolucionando la ciencia-ficción y el futurismo cinematográfico, prácticamente estancado desde los trucos de Méliès, y que termina por culminarse con la carrera espacial de "2001: Odisea en el espacio" (Stanley Kubrick, 1968). Aunque sin duda el mayor golpe cinematográfico de 1966 lo dio Alfred Hitchcock, una auténtica gloria cinematográfica que, después de amotinarse contra las habituales producciones de Hollywood con "Psicosis" (1960) o "Los pájaros" (1963), volvió a la carga con otra obra maestra del suspense, "Cortina rasgada", protagonizada por un sublime Paul Newman y una genial Julie Andrews, que supo romper con la ternura y bondad que la acosaban con papeles como el de "Mary Poppins" (Robert Stevenson, 1964) o la Maria von Trapp de "Sonrisas y lágrimas" (Robert Wise, 1965). Por lo que entre tanto bullicio cinematográfico, el neoyorquino supo abrirse paso con un film atípico, una obra de la que aún hoy se duda si tomarla como de culto o de broma. En su versión original se tituló "What's Up, Tiger Lily?", aunque en España haya pasado por títulos como "Lily la tigresa" o "Woody Allen, el número uno".


Después de todo, este 2016, es el cincuenta aniversario de Woody Allen como profesional del cine, cincuenta años en los que nos ha regalado algunas de las historias más psicóticas, sus neurosis más profundas, y personajes excepcionales, siempre repletos de filias, dispuestos ha extraer de la cotidianidad la mejor de las comedias. "What's Up, Tiger Lily?" resulta una ópera prima interesante, un proyecto claramente fallido, que recuperó una vieja idea que ya propusieron Tono y Mihura con "Un bigote para dos" (Antonio de Lara y Miguel Mihura, 1940). Se trataba de coger un metraje completamente ajeno, y a partir de sus fotogramas conformar un guión completamente nuevo. Woody tomó un film asiático y puso a medio Japón en busca de la receta de una ensalada de huevo, incluyendo una pequeña aportación personal a mitad de metraje. Ni que decir tiene que el doblaje español cuenta con una serie de catastróficas traducciones, que no hacen más que aumentar lo surrealista de la situación, al encontrarse unos marineros cantando el "Asturias patria querida". Después de todo fue un comienzo, una bomba diferente que resultó ser de corto alcance, y terminaría completamente eclipsada por los grandes títulos de la carrera posterior del director, que por otra parte han permitido su conservación. Puede encontrarse también el primer acercamiento al humor europeo, y sobre todo puede que una oculta relación con el cine español, pues años después incluiría una escena en "Días de radio" (Woody Allen, 1987) que sería una auténtica calcamonía de "Historias de la radio" (José Luis Sáenz de Heredia, 1955). No sería hasta el año 2006 cuando recibiría un Goya a la Mejor Película Europea por "Match Point" (2005). De momento tiene pendiente su estreno anual, aún sin título, pero con un reparto de lujo encabezado por Blake Lively, Kristen Stewart, Jesse Eisenberg y Steve Carrel, además de su esperada serie para Amazon, de la aún no sabe nada más que su protagonista será Miley Cyrus.

viernes, 12 de febrero de 2016

"Viridiana" y comer de cine

España demuestra cada día que los clichés que la conforman son la pura realidad. El pícaro español ha sido un tópico desde mucho antes que un tal Anónimo lo reflejase en "Lazarillo de Tormes", y de todo ello no hemos recibido más que críticas, en nuestro tiempo políticas, todas ellas amenizas bajo dos grandes pilares que han sostenido nuestras fronteras: la cultura y, por encima de todo, nuestra gastronomía. Cuando ambas se unen dan lugar a placeres indescriptibles, que normalmente sólo podemos alcanzar en sueños, pero que en ocasiones se nos presentan en forma de la señora de las nieves, de la mano de la cocina del restaurante "Viridiana" (calle Juan de Mena, 14) a cargo del chef Abraham García. Si bien dijo Luis Buñuel que "la realidad, sin imaginación, es la mitad de realidad", el restaurante que lleva el nombre de su obra maestra, parece haber tomado la frase como lema y principal hilo conector para la experiencia gastronómica que se ofrece. El restaurante te acoge entre los fotogramas del gran film español de Buñuel, una "Viridiana" que aún perdura en su pureza, y que lejos de derivar en la cruel sátira buñuelesca de la última cena, te hace desear cenar allí todos los días. Poco hay que decir de los platos servidos, todos ellos transmiten una experiencia nueva, una percepción de sabores que encuentran su grandeza en lo tradicional y las buenas raciones, se trata de buena cocina. Tal vez si se pretendiese una nouvelle cuisine, hubiésemos conocido el restaurante como "Los 400 golpes" (François Truffaut, 1961), sin embargo se profundiza en el sabor español, y se disfruta como tal. Después de pasar por magníficos risottos de jabalí, canelones y bacalaos que danzan entre castañas, he de reconocer mi debilidad por un plato sublime, la Becada al estilo tradicional, un plato primoroso que encuentra su culmen en la tosta que acompaña un foi de la propia becada.


En el cine español la comida es mucho más que atrezzo, a lo largo de las décadas se ha demostrado como incluso la propia gastronomía ha servido de objeto para conformar historias. El propio Abraham García tiene una amable relación con el cine, le hemos visto desfilar como el amable camarero que aguanta los más profundos gritos de Marisa Paredes en "La flor de mi secreto" (Pedro Almodóvar, 1995), o un médico despistado que seguía las órdenes de Vicente Aranda en "Si te dicen que caí" (1989). No sólo ha dado de comer a las mayores estrellas del planeta, a las que ha asombrado con su capacidad, sino que ha elogiado nuestro cine abiertamente, sin el más mínimo temor a los cientos de críticas, que a día de hoy caen sobre toda crítica a favor de nuestro cine (una vergüenza). Si bien se dispuso a mandar buenos augurios para las brujas de Álex de la Iglesia, con el que ha colaborado en alguna de sus películas. En numerosas ocasiones ha destacado la grandeza de Berlanga, y Azcona, de quienes ha tomado frases prestadas para definir su labor culinaria, sin olvidar el elogio a "La Vaquilla", por donde apareció, de la que dijo ser "uno de los títulos más hermosamente agridulces del cine español". Más de tres décadas lleva en pie "Viridiana", superviviente en la jungla de la cocina que hoy resurge para acabar contra todo oponente, sin embargo el restaurante no resulta ni mucho menos buñuelesco, siendo quizás más berlanguiano en un trato directo, además de un servicio sensacional que da lugar a las mejores situaciones entre fogones y risas. Dentro del éxtasis interpretativo de Agustín González en "La escopeta nacional" (Luis García Berlanga, 1978), el Padre Calvo clamaba: "¡Lo que yo he unido en la Tierra, no lo separa ni Dios en Cielo!", ahora yo puedo asegurar que Abraham García ha logrado lo mismo entre la becada y yo.

martes, 9 de febrero de 2016

Willkommen "Cabaret", bien hallado

El teatro es capaz de atraparnos, como el arte escénica más pura y veraz que choca con el público. Sin duda es la fuerza más viva y cercana a los espectadores, y mucho más cuando se afronta un musical con el particular vaudeville, recuperándose ese ambiente de variedades, donde todos disfrutamos en cada representación. Así es el "Cabaret" que el director, Jaime Azpilicueta, nos presenta en el Teatro Rialto de Gran Vía sobre el genial libreto de Joe Masteroff, que se alzó con el Premio Tony, y cuya adaptación cinematográfica se hizo con ocho premios de la Academia, el mismo año que compartía nominaciones con "El Padrino" (Francis Ford Coppola, 1972). Bob Fosse, director de "Cabaret" (1972) se hizo con los derechos del mismo y se planteó manejar la historia como nunca antes se había visto, sin embargo el factor teatral llena al espectador, y el mismísimo Fosse quedaría entusiasmado antes los potentes y energéticos números que se ven en el Kit Kat Klub de la gran vía madrileña. Frente a la magnífica historia de la cabaretista, el estadounidense y los inicios de una Alemania nazi, se encuentra este pequeño club donde se vive del libertinaje, y su enigmático maestro de ceremonias logra abstraernos de todo problema. Edu Soto deja de interpretar el papel, para convertirse en el mismísimo Emcee, en una asombrosa vis cómica, capaz de unir el sólido guión con la mejor improvisación, además de la genial conexión que establece con un público que comienza a convertirse en los propios visitantes del Klub. Joel Grey realizó un arrollador y carismático trabajo por el que logró el Oscar al Mejor Actor de Reparto, Soto se permite ciertas licencias sobre el papel que perfeccionan los míticos números musicales como "Willkommen", "Money" o "Two Ladies".


El otro gran descubrimiento del espectáculo es una fascinante Cristina Castaño, poseedora de una potente voz, que junto con Marta Ribera nos ofrece algunos de los momentos con más fuerza e intensidad, a través de sus potentes y líricas voces, una unión más que agradecida en un musical. El número de Castaño cantando el "Mein Herr", que aún en castellano guarda la fuerza que une el lazo emocional entre la situación de Sally Bowles, Alemania, y la marcha del amante estadounidense. Uno no debe más que sentarse a disfrutar en este pequeño teatro, donde, si uno está dispuesto a gastarse el dineral de la entrada, más vale que lo haga del todo, pues tiene una construcción algo extraña, donde el escenario no es visible desde algunas butacas. Es una obra para sentir, para entregarse a una espléndida coreografía, decenas de escenarios, y un montaje espectacular que une magníficos números musicales, con focos y escenas memorables, sin duda uno de los grandes musicales de todos los tiempos. Ante todo, esta adaptación, ahonda en una comedia popular, una risa fácil y no tan fácil, donde el humor evoluciona en cada uno de sus colores, gracias a las indiscutibles facultades del maestro de ceremonias. Un enorme montaje que se completa de un final realmente estremecedor, potente, visual, y demoledor, donde reside la más pura crítica de la obra, una delicia. Si deciden disfrutar su ocio en cultura, esta sería una gran apuesta, una interesante adaptación con magníficas interpretaciones y grandes números que recuperan la auténtica fuerza del musical.

domingo, 7 de febrero de 2016

Con espaldas y a los Goya

Un año más llega la fiesta cinematográfica más importante de nuestro país, como si se tratase de una súper-producción, las mejores estrellas de nuestro cine demuestran sus mejores dotes interpretativas para dar bien por cámara, y ofrecernos uno de los espectáculos más ostentosos de nuestro panorama. En los últimos años, la Academia, parecía haber pedido su implicación en el juego con el espectador y la relevancia de la gala. Sin embargo este año hemos disfrutado de un auténtico festival, posiblemente por la arrolladora nueva política que ha tomado el presidente de la entidad, Antonio Resines, y su junta directiva. La trigésima edición de los premios Goya ha rescatado los inicios de este consorcio fílmico, desde una política que cree en la cultura, muy bien conducida por la audaz sátira de Dani Rovira, hasta la unión de todas las artes. Con presencias internacionales de la talla de Tim Robbins (nominado Mejor Actor de Reparto por "Un día perfecto", Fernando León de Aranoa), Juliette Binoche (nominada Mejor Actriz por "Nadie quiere la noche", Isabel Coixet) o Mario Vargas Llosa, que presentó los premios al guión junto a Elvira Lindo, ciertamente se notaba que por primera vez en mucho tiempo, la alfombra roja era roja. Entre nervios, mordeduras de uñas, palabras de honor, apuestas, y tacones que bailan fuera de los pies de hermosas artistas a las que les molestan sus zapatos, una voz anunciaba el comienzo de la gala que no dudaba en entrar con un estudiado número musical, que revivió el emotivo "Resistiré" del pasado año. Mientras cuatro premios confirmaban la exultante belleza del film de Coixet, los llamados premios técnicos se vieron repartidos entre "El desconocido" (Dani de la Torre) "Anacleto agente secreto" (Javier Ruiz Caldera), mientras que la gran favorita "La Novia" (Paula Ortiz) se fue con dos de las doce estatuillas a las que optaba, entre ellas el esperado y merecido cabezón para Luisa Gavasa como Mejor Actriz de Reparto.


La estela de premios que preceden a los Goya nos hacen una ligera idea de lo que podremos comprobar, incluso a los propios académicos les forman una base sobre los premios que todo el mundo espera. Como el Goya a la Mejor Actriz Revelación para Irene Escolar, sin lugar a duda el mejor discurso de la noche, las dos revelaciones estelares de "A cambio de nada" (Daniel Guzmán), o esa dudosa forma de dividir las interpretaciones de Darín y Cámara en Mejor Actor y Actor de Reparto para justificar su llamativa recompensa a sus papeles de "Truman" (Cesc Gay), la gran triunfadora de la noche, pues completó el palmarés con los premios a Mejor Dirección, Mejor Guión Original y Mejor Película, ¿el voto catalán también cuenta más en la Academia? Después de todo debemos reconocer que ha sido un año justo, muy diferente a los grandes cúmulos de premios que ostentaban algunas de las ganadoras de los últimos años. Sin duda la mayor crítica que debía resaltarse de la noche ya la hizo Ricardo Darín al recoger su merecido Goya, se trataba de esa música acosadora que no dudó en cortar algunas de las palabras más emotivas de la noche, y que sirvieron para un divertido discurso por parte del argentino. Detrás de la entrega de premios, de la cual nos dio unos solemnes porcentajes Fernando Fernán Gómez en la IIª edición de éstos, hay una fuerza primordial basada en la moda, los aparatosos looks que lucen las estrellas y que marcan tendencia en la "masa espectatorial". El blanco y la espalda descubierta fue la tendencia de la noche, aunque por encima de todas, y con máxima objetividad, un año más, Marisa Paredes se lleva el título de la más elegante con la sencillez de su siempre eficaz rouge.


La sencillez es la clave para triunfar en una noche donde todo da lugar a la exageración, lo frívolo y desmadrado, viva imagen de ello fue el comentado vestuario de Óscar Jaenada, aunque para gustos las cabalgatas. Dani Rovira ha demostrado ser el mejor cómico y monologuista que se ha dado a conocer, una vez más salvó una noche de lo tedioso de su duración, aunque algo más ensombrecido bajo trucos de magia, una vez más, la sencillez. La Academia ha demostrado este año que tiene poder de elección, y que no se dejan llevar por un político automático, sobre todo con las geniales ganadores de los premios al Mejor Guión Adaptado y una fantástica Natalia de Molina, que se hizo con el premio a Mejor Actriz frente a tres grandes en potencia como son Juliette Binoche, Penélope Cruz o Inma Cuesta, gran favorita por su novia lorquiana.
La sencillez y la realidad que suma el personaje de Natalia de Molina en "Techo y comida" (Juan Miguel del Castillo) ha sido todo un ejemplo de criterio, donde la verdadera fuerza interpretativa tiene su merecido reconocimiento. Cabe destacar también que la "pedrería floral" que llevó Natalia de Molina a la alfombra roja, se vio mil veces superado por la sencilla y elegante blusa negra con la que se le vio en la fiesta, a destacar su belleza andaluza. Un año político donde se ha hecho política, y donde por poner ausentes nos acordamos de sus majestades, y el propio Mariano Rajoy, al que se le volvió a sustituir por un "plasma". Para terminar sólo cabe destacar el gran discurso del nuevo presidente, un Antonio Resines que supo romper con el protocolo académico, y que supo reivindicar lo primordialmente necesario entre chiste malo y muleta en alza que renovó por si fuera poco el nuevo rostro de la institución. El mayor resumen de todo lo que es ocio y espectáculo remite a las palabras del Goya de Honor 2016, Don Mariano Ozores, que destacó en su discurso la indudable importancia del público. (Además de ese merecido, buñuelesco, importantoso y sonoro homenaje a Luis Buñuel, a pleno pandero de Calenda).

jueves, 4 de febrero de 2016

"The Revenant", la fuerza de un actor

Resulta increíble que este film haya compartido fecha de estreno en Estados Unidos con "The Hateful Eight" (Quentin Tarantino, 2015), dos westerns no muy alejados en el tiempo donde la venganza y el rescate son el móvil de la acción. Ambos paisajes nevados y atípicos en su realización, pero a su vez a kilómetros de distancia. Alejandro González Iñárritu ya ha manifestado en su obra cinematográfica un cierto halago hacia el cine de Tarantino, desde aquella genial ópera prima "Amores perros" (2000), los auténticos relatos salvajes del cine mexicano. Hoy coinciden en cartelera con dos westerns, distanciados, pero unidos en sencillos planos como el de Leonardo DiCaprio saboreando la nieve al igual que Jennifer Jason Leigh, llevados también por un importante deterioro físico. "The Revenant" (titulada en castellano como "El renacido") tiene un carácter épico que el octavo film de Tarantino deja de lado para ahondar en un magnífico guión. El film de Iñárritu se centra en su personaje, entendido como una unión entre lo divino y humano, un superhombre curtido en tierra salvaje y superviviente de una impactante guerra con un oso salvaje, que ahora se enfrenta al mayor de sus enemigos: su propia gente. Unos repulsivos taxidermistas capaces de cualquier cosa por unas cuantas monedas, sin duda una premisa que permite explorar hasta el último rincón las cualidades interpretativas de DiCaprio, tal vez demasiado visible en los aspectos que interesan a la Academia para recoja el esperado Oscar. En todo el film existe un trabajo espectacular, glorioso en la gélida fotografía y acompasado en una dirección amable con DiCaprio que crece como lo va haciendo el personaje, sensacional el aspecto técnico e interpretativo.


Para compartir ciertas casualidades con el segundo western de Tarantino, se ve más cercana a "Kill Bill" (2003-2004), pues más que un western, "The Revenant", se trata de una historia de venganza situada en el viejo y helador oeste. La fuerza que suma un sublime DiCaprio dota al film de dos claras partes diferenciadas, la muerte de un hombre herido y la resurrección frente a la explosiva vena paternal. Una hazaña bíblica que va sumando gestas hasta derivar a un inevitable y previsible final, que por otra parte no puede terminar de otra manera. Muy bien aprovechado el éxito que le propinó "Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)" (Alejandro G. Iñárritu, 2013), su director firma un elegante trabajo que brinda la mejor de las oportunidades a su protagonista, pero falto de la abusiva (y por ello magnífica) personalidad del director. Por otro lado muestra elegantes guiños a reconocidos títulos del género como "Las aventuras de Jeremiah Johnson" (Sydney Pollack, 1972) o "El hombre de una tierra salvaje" (Richard C. Sarafian, 1971), también basada en la apasionante historia del trampero estadounidense, Hugh Glass, superviviente a un ataque de oso. Resulta inevitable rememorar fotogramas durante su visionado, o identificar al gran cine dorado en sus escuetos diálogos. Arrastrando una confusa trama secundaria donde conviven los americanos, franceses, ingleses y nativos en una guerra constante, probablemente el mismo enredo que tendrían ellos mismos al identificarse a millas de distancia, "To shoot or not to shoot?". Pese a todo se trata de un gran film, algo pesado pero esperemos que ligero en el paso del siempre genial Iñárritu por la Meca del cine. Una delicada pieza visual que clama por un clímax algo más elevado.

lunes, 1 de febrero de 2016

Steve Jobs, la manzana de Sorkin

Aaron Sorkin ha dejado clara, en reiteradas ocasiones, su facilidad para introducir en el metraje diálogos magníficamente elaborados que hacen brillar a los personajes. El guionista se ha labrado una exitosa carrera que le precede ante cualquier nuevo proyecto, su unión de la técnica lingüística y el lenguaje coloquial han convertido sus libretos en magníficas piezas que se mueven ágiles bajo la batuta de grandes directores. "Algunos hombres buenos" (Rob Reiner, 1992) fue su primer trabajo, un perfecto resumen de su carrera posterior que llegaría a un punto crucial con "La guerra de Charlie Wilson" (Mike Nichols, 2007). Un perfecto reflejo en el que vemos los mejores señuelos para alcanzar el codiciado sueño americano, una historia peculiar que hace ahondar a Sorkin en las relaciones humanas, y que llega a su mejor creación fílmica con el personaje de Gust Avrakotos, interpretado por un sensacional Philip Seymour Hoffman. Del amistoso y codiciado Charlie Wilson, que cae bien a todo el mundo, existe una curiosa y evolutiva transición hasta su Steve Jobs, que pretende caer mal a todo el mundo, pero que comparten ese punto de superioridad que les hace estar en el centro de su propio medio. Para levantar al legendario co-fundador de Apple, Sorkin, abre con una estructura colosal que divide la historia en tres marcados actos coincidentes con tres inauguraciones de sus productos estelares, una particular cercanía al teatro que lleva al máximo a cada uno de sus intérpretes, y que se abre a una subtrama familiar que queda difuminada tras el primer acto.


Para dirigir todo ello encontramos a Danny Boyle, desprendido del acelerón de "Trainspotting" (1996) y alejado del hábitat de fábula-cruda que le llevó al éxito con "Slumdog Millionaire" (2008), que encuentra su propia identificación en una cámara inquieta que propone interesantes planos secuencias, y que en ningún momento abandona el apasionante personaje protagonista. Existe una marcada puesta en escena entre el tema profesional y el personal, unido a su particular forma de contarnos todo sin enterarnos de nada, que puede que arrastre desde su thriller psicológico de corto alcance, "Trance" (2013). Llega un momento en que las carreras del director y guionista se unen, en su tratado de las distintas jergas que se defienden los distintos ámbitos, no sociales sino profesionales. Así pues Sorkin cambió los vocablos políticos por los tecnológicos en "La red social" (David Fincher, 2010), y Boyle del guirigay escocés al inglés con acento hindú que le llevó a convertir a un chico de la calle en millonario. "Steve Jobs" se puede entender, no sólo como un genial testamento de su figura central, sino como la unión de dos grandes cineastas que descansan sobre un metraje inquieto sostenido en vibrantes interpretaciones. Michael Fassbender no tiene aparentemente nada en común con su personaje, pero a los pocos minutos lo acabamos identificando con el auténtico, con el repulsivo informático que irá adquiriendo su propia concienciación como padre de una hija que rechazó tras unas dudosas pruebas de paternidad. Y, ¡qué diablos!, nadie conocíamos a la tal Joanna Hoffman hasta que Kate Winslet la ha convertido en un fantástico personaje femenino, lleno de intensidad y volumen que culmina cada uno de los actos. Sumando el ingenioso contrapunto del personaje de Jeff Daniels (acostumbrado a los diálogos de Sorkin por la serie "The Newsroom"), como la perfecta estrategia empresarial que le faltaba al guionista para incluir su marca de la casa. El film ha sido nominado a los Oscar por las interpretaciones de Fassbender y Winslet.