martes, 29 de marzo de 2016

Corpus Castro y Ongi Etorri

Esta vez los atentados de cada temporada no podrían haber caído peor. Cuál sería mi sorpresa la mañana del pasado 22 de marzo cuando esperándome encontrar una amplia extensión de los medios en el histórico reencuentro entre Estados Unidos y Cuba, hallé unas terribles imágenes, algo pixeladas, del último bombazo periodístico que aún a día de hoy sigue comiendo más de medio telediario. Cuando por fin pusieron un fragmento del que decían, por las redes sociales, que había sido un discurso histórico, resulta que sólo televisan el pequeño apartado en el que el Presidente Barack Obama condenaba los terribles atentados de Bruselas. El día anterior ya se había planteado un jugoso "Corpus Castro" que se adelantaba a la Semana Santa, con el propio comandante Fidel reuniéndose con Maduro a escasas horas de la llegada del presidente norteamericano, y una vez pisado un lluvioso suelo cubano, Raúl Castro no dudaba en dar una ronda de preguntas a los periodistas, que sedientos de la más pequeña muestra de libertad no dudaron en preguntar por el bloqueo americano o los presos políticos, desde luego mucho menos escandalosos que sus damas blancas. El presidente cubano no dudó en sonreír con un mueca vacía al periodista y soltarle un histórico "deme la lista de los presos políticos y le prometo que esta misma noche están en sus casas", una respuesta mítica que recuerda a aquella anécdota que se atribuyó a su Gran Hermano.


La historia decía que después de saltar de Sierra Maestra a La Habana, y tras derrotar el régimen de Fulgencio Batista, Fidel Castro salió al balcón del Palacio de la Revolución y se dirigió a un pueblo que aún estaba en éxtasis, prometiéndoles que esa noche nadie se acostaría sin cenar. Cuando un ciudadano gritó al comandante que él aún no había comido nada, Castro no dudó en decirle que entonces no se acostase. No sé cuanto hay de chiste y cuanto de verdad en esta anécdota que durante años ha recorrido una Cuba sumida en la pobreza, y que ahora recibe a Obama como a una estrella de rock, y a los Rolling Stones con honores de Estado, como satánicas majestades que son. Cuba entera sacó la lengua en el histórico concierto que la banda ofreció gratis en La Habana, un gesto a un régimen inolvidable que perdurara mientras vivan sus tripulantes, pero que no logra alcanzar un futuro estable, si no es con esta nueva relación con los United States. La Semana Santa ha sido realmente desastrosa, aunque nuestros yihadistas no han estado acertados, pues nos han hecho sentir como auténticos cristianos en este calvario que nos ha hecho vivir mucho más que una semana de pasión. Cuando comenzaba a abrirse una pequeña brecha para informar sobre el viaje por Latinoamérica del POTUS (President Of The United States), fallece el mítico futbolista Johan Cruyff. El fervor futbolístico español toma las calles, y sólo gracias a programas como "Corazón" de TVE tenemos la posibilidad de ver el tango de los Obama en Argentina, gracias.


Por suerte internet logra enterarse de todo, como decía el genial coronel Hans Landa en "Malditos Bastardos" (Quentin Tarantino, 2009), interpretado por un sensacional Christoph Waltz: "Los hechos puedes ser engañosos; los rumores, ciertos o falsos, son muy reveladores". En la vida cotidiana los rumores sobre el posible asesinato por parte de Estados Unidos al segundo de ISIS nos entusiasma mucho más que los hechos, unos miembros de la ultraderecha han interrumpido la emotiva unión oratoria por los fallecidos en los atentados. Entre pitos y perroflautas llegó el Domingo de Resurrección, todo se ha calmado, ya nadie se acuerda de las víctimas del Ébola y el mundo comienza a asumir las muertes de Bélgica, que probablemente, como medida de protección, vuelva a bajar el nivel de alarma tras unas semanas de tranquilidad. El Papa Francisco que parece la única persona con cabeza, tranquilizaba a la humanidad extendiendo sobre ella la bendición del "Urbi et Orbi", nada que ver con el "ongi etorri" a un futuro de liberación que daba el País Vasco en su Aberri Eguna, esta vez apoyados por miembros de una de las filiales de Podemos. Urkullu volverá a presentarse a las elecciones 2016 a lehendakari del año, al menos en Euskadi lo tienen más claro y no se andan con votos, botes, revotos y rebotes. Sin dominar del todo el francés me aventuro a decir que Je suis Patricio, y completamente solidarizado con las víctimas de los atentados, no sólo de Bruselas, sino también con este que ha ocurrido en Pakistán y que ha pasado casi desapercibido, como siempre. He intentado buscar el idioma "urdu", pero me salen signos mozárabes, así que más vale solidarizarse sin carteles y en el idioma propio. Fidel Castro ha revelado hace unos minutos que "no necesitamos que el imperio nos regale nada", se confirma lo dicho, y hasta que muera ¡viva Fidel! Citando a la recientemente desaparecida Mother Angelica, "esta es mi versión, así que no la busquen en las Sagradas Escrituras". Feliz Tiempo Pascual.

sábado, 26 de marzo de 2016

"De Metrópolis a Gotham...

... y tiro porque me toca", han debido de pensar el gran número de productores que "Batman v Superman: El amanecer de la justicia" (Zack Snyder, 2016) ha reunido para enfrentarse a una inversión de cerca de medio millar de millones de euros, una cifra astronómica que incluso el propio Bruce Wayne se pensaría dos veces antes de ceñirse el nuevo traje. Tanto se lo ha pensado que, Ben Affleck, quien da vida al Caballero Oscuro en la nueva saga de DC cómics, dirigirá una película dedicada enteramente al murciélago de las sombras, una auténtica oda así mismo para el superhéroe más requerido de todos los tiempos, por el que han pasado actores del calibre de George Clooney, Michael Keaton o Christian Bale. Ahora Batman ha dejado de ser ese ensombrecido personaje de cómic para convertirse en un millonario cincuentón más cercano a las novelas de Ian Fleming que al espíritu original de sus creadores, Kane y Finger. Las críticas han sido prácticamente unánimes ante la nueva creación de los estudios de Hollywood, las lágrimas de un Affleck afligido han dado la vuelta al mundo, sin embargo puede que se trate de la lección efecto fan que debe aprender, pues sin duda se palpa una criatura magnífica que desea salir, y que dispondrá de mucho metraje más apara hacerlo. Henry Cavill en cambio permanecía impasible ante el reportero, como también lo hace ante la cámara, el gran logro de Batman sería arrancar alguna muestra de expresividad a un actor que ha demostrado tenerla, y mucha, al menos por su escapada europea de "Operación U.N.C.L.E." (Guy Ritchie, 2015). Durante toda la película nos exponemos a imágenes muy potentes visualmente, un storyboard delicioso que se sucede ante nuestra extrañada mirada de espectador empequeñecido por la grandeza de Hollywood.



Tal vez antes el cine era mejor porque podía preocuparse por pequeños detalles de despacho, como diría el gran Sazatornil, como es el guión o la interpretación, mientras que ahora los grandes estudios deben preocuparse por hacer película que parezca una película y no un telefilm, lo que tiene como resultado paisajes oscuros, nubosos y faltos de iluminación, y no les sirve la excusa de que Batman es el caballero de las sombras. Personalmente creo que, tal vez después de Fesser, Zack Snyder es el gran adaptador de cómic a la gran pantalla, ahora consumido completamente por las directrices de unos productores que temen la más mínima muestra de personalidad, y por lo que apenas dejan rastros de cintas tan grandiosas como "300" (Snyder, 2006), salvo tal vez las míticas escenas a cámara lenta. Ahora sin sangre. Mientras Snyder insista en que este es su cine nos espera una saga oscura ávida de un misterio pretendido pero inexistente. A pocos les puede interesar paranoias mentales tan sencillitas entre superhéroes, metáforas ridículas transformadas en absurdos sueños más propios de un ataque kamikaze, poco apropiado, ahora que están de moda. Si Christopher Nolan quedó absorbido por sufridos guiones ceñidos a una historia central espectacular basada en sus propios personajes, no se puede aspirar a más, pues Nolan ya ha demostrado ser el maestro de la mente en suelo californiano.


No me gusta coincidir pero Gal Gadot ha demostrado ser la estrella sexy revelación, por la que merece la pena ésta y el resto de la saga, con la que aún guardo una esperanza. Gadot protagonizará un spin-off sobre Wonder Woman que contará con la siempre sensacional Elena Anaya, tal vez como una de las imponentes amazonas que abarcan el cómic. Eisenberg aporta un malo sensacional en los gramos de litio que corren por las venas de un Lex Luthor que aún conserva su cabellera, sin embargo falla en su derivación a un mal banal, alejado de la excentricidad que puede aportar un buen joker o incluso el pingüino adecuado. Un monstruo que parece salido de los peores bocetos de Gormiti resulta ser el rival perfecto para dos monstruos del "mundo superheroico" que ya han demostrado estar a la misma altura. Una simplicidad que no puede más que avergonzar a dos grandes como Batman y Superman. Después de todo resultaría algo agrio compararles, aunque creo inevitable recordar a Michael Caine cuando vemos a Jeremy Irons tomar el relevo de un Alfred refinado y divertido que cumple con todo, y que en sus breves diálogos nos regala los mejores momentos del film. "Batman v Superman" resulta un tentempié algo ácido pero después de todo grandioso, falto del gracejo añadido de Marvel, pero con muy buenas intenciones. Todo el film parece un magnífico tráiler extendido durante cerca de tres horas, y que nos predispone para un gran película, sensacional. Todo se verá.

viernes, 25 de marzo de 2016

"Spotlight", la leyenda del periodista

"Spotlight" ha sido la gran revelación del año, cuando Thomas McCarthy anunció un nuevo proyecto muchos pudieron creer que se enfrentaban a una comedia más de Adam Sandler, que ya ha perdido hasta la magia de los zapatos. Cuál sería la sorpresa de productores y, más tarde, de críticos cuando se encontraron frente a una joya del cine periodístico, que no tiene nada que envidiar a "Network, un mundo implacable" (Sidney Lumet, 1976) o "Todos los hombres del presidente" (Alan J. Pakula, 1976), de las que se sirve para organizar un esquema narrativo similar, lleno de guiños a un cine de género que a través del aire de la redacción, el periodismo, la entrevistas y un thriller más intenso que el de terror, logra involucrarnos en una de las historias que elevó al séptimo cielo al equipo "Spotlight" del "Boston Globe", y que hoy en día es uno de los principales focos de podredumbre de la Iglesia Católica, pues desde entonces se han detectado miles de casos similares. Sobre un tema tan escabroso situado sobre una línea muy peligrosa de la sociedad, McCarthy y Josh Singer manejan con sumo cuidado todo lo que afecta al tema, y a través de encuentros perfectamente medidos y diálogos estructurados sobre el magnífico reparto escogido, se pone en pie un metraje atrevido, pulcro y limpio, la mejor herramienta para combatir historias basadas en el más repugnante de los deseos humanos, de los que no se insinúa ni lo más mínimo en las escenas de la película. Es difícil luchar contra focos internos, y pese a todo el film busca una equidad bastante justa entre los periodistas, los afectados y la propia Iglesia, se limita a convertirse en un medio de comunicación más capaz de tratar la historia desde la objetividad que le permite crear personajes con sus propias ideas y opiniones. Aunque el espectador se sitúe instintivamente desde el primer momento del lado de las víctimas.


Hubiese sido el film idóneo para rescatar el celuloide que rodaba sobre Dustin Hoffman, Robert Redford, Robert Duvall o Faye Dunaway, sin embargo el digital logra alcanzar la limpieza y perfección visual justa para enfrentarse a este tema, mucho más truculento que los thrillers políticos en los que se convirtieron sus antecesoras. Pese a todo, "Spotlight" es la voz en grito que pedía el propio Papa Francisco, es la crítica constructiva que busca ayudar y no destruir a la institución de la Iglesia. Respecto a la la narrativa de la historia existe un gran fallo que sus predecesoras lograron superar con una leve secuencia de acción aumentada que invita al público a continuar la carrera periodística de los principales protagonistas, "Spotlight" acentúa esos momentos con una banda sonora algo sencilla para un doble ganador del Oscar como lo es Howard Shore. En todo momento se sirve de una exquisita labor periodística que encadena un reto tras otro, hasta que finalmente se obtiene la noticia que no sólo abrió las puertas para comenzar una investigación policial de los casos de abusos en la Iglesia, sino que devolvió la fama perdida al "Boston Globe", otro de los aspectos destacables de la historia ganadora del Oscar al Mejor Guión Original. El historial comercial del film ha mantenido una gráfica inestable llegando a sus máximos gracias a un boca a boca que por suerte ha logrado llegar hasta los académicos de Hollywood, que no dudaron en reconocerle su labor a un guión perfectamente elaborado, y que dieron la sorpresa otorgándole el máximo reconocimiento a la Mejor Película del año, que acogió con un reparto emocionado, que logró hacer la cinta perfecta para el complicado fin que buscaba.


John Slattery ejerce como el perfecto maestro de ceremonias para presentarnos la llegada de un nuevo redactor jefe al periódico, un Liev Schreiber algo sobrio para venir de la misma sangre que Lobezno, aún logrando la perfecta actitud para enfrentarse a un frenético Michael Keaton que continúa en su racha de magníficas interpretaciones, rompiendo con la maldición de Bird... de Batman. Rachel McAdams, Mark Ruffalo y Brian d'Arcy James conforman el resto del equipo "Spotlight", capaz de diseccionar la redacción de un periódico medianamente organizado. Sin lugar a dudas la gran aportación al reparto es un genial Stanley Tucci glorioso en su excentricidad, su inaccesibilidad, y un misterio de bufete que permite enganchar con la historia principal, sensacional. McCarthy ha demostrado que es capaz de levantar un film magnífico, perfecto en el sentido técnico, y con una historia capaz de poner los pelos de punta. Siendo libre de su destino, y siendo la comedia su género más habitual, ¿podemos estar frente a uno de los nuevos genios de la comedia contemporánea al estilo del neoyorquino? Todo se verá, de momento ha dejado un referente para la historia del cine, y uno de los efectos Oscar más fuertes desde la española "Volver a empezar" (José Luis Garci, 1984), incluyéndome a mí mismo en él. Sólo queda felicitar a un equipo que ha demostrado que el arte es también un altavoz para llamar a todos los problemas que a día de hoy afectan a todo el planeta, quede también la canción que ofreció Lay Gaga en el momento más emotivo de los Oscar, o el discurso ecológico de DiCaprio al recogerlo, el cine es mucho más que ocio o entretenimiento, el cine puede ser la salvación a través de la concienciación... 

martes, 22 de marzo de 2016

Del carmesí al escarlata hay un paso

Guillermo del Toro es una de las grandes mentes del nuevo cine americano, su creatividad supera la de cualquiera de los grandes cineastas actuales, cada una de sus cintas se convierte en un mundo nuevo lleno de sus monstruos, grandes tormentos de su infancia que ahora convierte en amigos para dar vida a historias verdaderamente enigmáticas, repletas de una magia inexplicable que probablemente sólo lograse comprender en su autenticidad el mismísimo Edgar Allan Poe. Del Toro ha participado en el guión de las grandes superproducciones que implicasen introducirse en un mundo mágico como la última trilogía de "El Hobbit", después de romper todas las normas de la física cinematográfica con su ópera prima, "Cronos" (Guillermo del Toro, 1993) abriéndose paso con la grandeza interpretativa de Federico Luppi, que enfrentó a la de Marisa Paredes en "El espinazo del diablo" (G. del Toro, 2001). Es entonces cuando logró dar con su fórmula secreta, la unión entre una ficción y realidad dentro de una gran ficción que conforma su película, la introducción de elementos fantásticos en la Guerra Civil Española o establecer las normas de una guerra robótica basándose en la progresión de las grandes guerras de la historia. Y todo ello sin olvidar a sus monstruos, seres que viven en un cómic visual como "Hellboy" que actualmente anda pendiente de filmación su tercera entrega. Otra de las grandes hazañas del mexicano ha sido su capacidad para dirigir grandes sagas que sin pretenderlo del todo encuentran en la taquilla a su mejor aliada, sin embargo sus joyas más preciadas son esas pequeñas piezas que conforman el puzzle de un gran creador.


"Crimson Peak" (Guillermo del Toro, 2015) es una de esas deliciosas historias que nos permiten saborear la grandeza del cine, un cine propio y de autor, un cine que se mueve en un halo de fantasía y terror sin decantarse por un género en sí, siendo en realidad una enigmática historia de amor. Matthew Robbins recupera su colaboración con Del Toro para ofrecernos un retrato oscuro en su claridad, repleto de amores enfermizos, y una relación de muerte y fantasmas entre dos hermanos magníficamente interpretados por Jessica Chastain y Tom Hiddleston. "La cumbre escarlata", como la hemos titulado en España, podría tratarse de uno de los mejores relatos de Poe, codeándose con algunas de las truculentas muertes de "El cuervo" o "El gato negro", sin sentirse del todo discriminada por la fuerza personal de su director. Gracias a intérpretes como Javier Botet disfrutamos de esos fantasmas que dentro de su aspecto desagradable encuentran un pasado terrible, solamente justificado por una desgraciada elección del destino. Mia Wasikowska corresponde a esa claridad insaciable que logra romper las perversidades que involucraban al amor roto, la luz que Guillermo del Toro solía imponer en su mundo de fantasía y que ahora reside en la única muestra de la realidad que entra en Crimson Peak. Pendientes de un gran encargo como es el "Pinocchio" de Disney, del que podemos esperar grandes incorporaciones, nos quedamos con la genialidad de un director que ha sabido romper con todo para crear su propio universo, y que de vez en cuando baja al nuestro pequeños astros como este. Un cuento gótico, atractivo, y muy de Guillermo del Toro.

domingo, 20 de marzo de 2016

El Caso, la crónica de Guillén Cuervo

Con más de dos millones y medio de espectadores en su primer episodio, la nueva serie de Televisión Española se ha consagrado con uno de los mejores comienzos, que demuestran que la creatividad de Fernando Guillén Cuervo continúa en pleno funcionamiento después de entregarnos guiones únicos como el de "Airbag" (Juanma Bajo Ulloa, 1997) o "Los mánagers" (Fernando Guillén Cuervo, 2006). De un capítulo piloto no se puede más que extraer algunas ideas o clichés que probablemente se repitan a lo largo de la temporada, en él aún existe una búsqueda de un género narrativo e incluso de una estética reconocible, pues de momento se tambalea en una comedia básica y muestras del mejor cine negro televisivo. Antonio Mercero revolucionó la televisión con series como "Verano Azul" (1981-82) o metrajes exclusivos para la pequeña pantalla como "La cabina" (1972), ahora es su hijo Iñaki Mercero quien se enfrenta a nuevos retos televisivos como lo es "El Caso. Crónica de sucesos", que promete convertirse en la gran revelación en un año donde Televisión Española se sitúa en lo más alto en el ámbito de entretenimiento, obteniendo las más altas audiencias con la gran mayoría de su programación en su horario prime time. Un placer poder contemplar la liberación de una España a la que siempre hemos visto sumida en programas morbosos, repugnantes y dispuestos a acabar con la última esperanza cultural de las generaciones más recientes.


El secreto del posible éxito de la serie reside en unos antecedentes gloriosos que convirtieron la ficción española en algo más que la visita obligatoria de todos los españoles antes de que sonara el himno de la nación. A mediados de 1955, el maestro Alfred Hitchcock convirtió el televisor en algo más que un mero invento, consiguió darle vida con "Alfred Hitchcock presenta" (1955-1965) llevando el género negro a una adaptación de gloriosos treinta minutos cargados de suspense y una estética definitiva que crearía escuela. En España no fue hasta 1985 cuando Pedro Costa decidió ponerse al frente de una producción de gran escala, "La huella del crimen" fue todo un hito respecto al género de televisión, cada uno de sus episodios resultaban una pequeña joya cinematográfica más de los magníficos directores que se ponían al frente de ellos, entre los que destacaban Vicente Aranda, Juan Antonio Bardem, Pedro Olea, Ricardo Franco o Imanol Uribe. Si algo tenían en común todos ellos es que creían en el cine, un gran cine adaptado a cualquier formato, pero siempre de calidad y cumpliendo con las reglas del séptimo arte. ¿La primera? Hacer cine por y para el mundo, no para uno mismo, pues para ello ya tenemos nuestras películas favoritas. Fernando Guillén Cuervo ha logrado entablar una inteligente relación con los seguidores de la serie, construyendo la enorme liberación de su personaje en un solo episodio de casi hora y veinte de metraje.


Otra de las grandes apuestas de "El Caso. Crónica de sucesos" consiste en su visión periodística de los crímenes, esa unión entre la información pública y la judicial permite contrastar cada uno de los capítulos con el humor justo y la seriedad adecuada para no convertir la serie en un desmadre a la deriva de una comedia más para la noche del martes. Para todo ello afronta la historia con un reparto verdaderamente adecuado, con experiencia en el cine, pero muy acostumbrado a la televisión como la gran protagonista Verónica Sánchez, esa periodista ávida de ciertos privilegios capaz de revolucionar una redacción que bien podría tratarse de los pasajeros de un Orient Express conducido por Agatha Christie. Los diálogos del piloto resultan algo enclaustrados en la esencia de un "Amar en tiempos revueltos" o similar a "La gran reserva", sin embargo probablemente se trate de una base pasajera, hasta que la serie se asiente en el lugar adecuado. Por lo demás se ha demostrado una gloriosa inspiración para levantar un escenario sensacional, una tía actriz que todos recordamos como la azafata María Casal del "Un, dos, tres... responda otra vez" o un padre que pervive como los últimos coletazos del franquismo, interpretado por Carlos Manuel Díaz, que nos tiene acostumbrado a desfilar por las grandes producciones de época de TVE. Como gran fichaje se encuentra Fernando Cayo al frente de la redacción del periódico "El Caso", que venido del set de Ridley Scott ya puede enfrentarse con cualquier cuadrilla. Además de míticos intérpretes de nuestro panorama que se darán una vuelta por la serie como Enrique Villén o Natalia Verbeke.

sábado, 19 de marzo de 2016

Sobre "Room" y su skylight

El tema de este pequeño film irlandés es realmente estremecedor, la adaptación para la pantalla de la propia autora Emma Donoghue encuentra un inteligente foco en los planos de Lenny Abrahamson, el director de una cinta que, no siendo muy amable con los espectadores, logra encontrar la emotividad e incluso pequeños ápices de comedia en un horror compartido por todos, y que al verlo habitualmente en telediarios, periódicos y distintos medios parecemos estar inmunizados, pero cuando uno logra verlo a través de los ojos de una madre y su hijo de cinco años, resulta realmente duro, una situación insostenible que se ha convertido en el mundo de un chico que sólo logra ver el mundo a través de una claraboya ("skylight"), y que como la Alicia del País de las Maravillas sólo puede vivir de sueños imposibles para la razón, sólo que en su caso su sueño es la vida, como afirmaba Calderón. Abrahamson nos tiene acostumbrados a films que respiran un cierto aire indie, libre y ávidos de una comedia particular, como en "Frank" (2014) donde logró ocultar el rostro de Michael Fassbender bajo una enorme máscara de papel maché. Como en su anterior trabajo, Jack, el niño de "Room" también está oculto tras una máscara, algo más sólida que la de papel maché, que nos permite ver claridad en toda la primera parte del film, intensificándola cuando él mismo la intensifica biológicamente. Se trata sin duda de una película sensacional, medida en todas sus secuencias, y perfectamente elaborado sobre una obra literaria que se ha convertido en un best seller indudable. 


Brie Larson ha ido de la mano de Leonardo DiCaprio en toda la carrera de premios que continúa aún después de los mitificados premios Oscar que ambos también recogieron, cuando resonó el nombre de Larson en el Dolby Theather la actriz nacida en Sacramento, California, no dudó en abrazar fuertemente a Jacob Tremblay, de quién dijo que era la otra mitad del Oscar, y quien sin duda lleva sobre sus espaldas a esa madre protectora y luchadora, recordándole en todo momento por qué debe vivir. Resulta algo confuso que Tremblay no recibiese si quiera una nominación al Mejor Actor, tal vez porque tenía la fuerza suficiente para arrebatárselo a DiCaprio, y era una posibilidad bastante desgraciada para la relación de la Academia y el mítico actor, sin duda alejada de la verdadera justicia, como hubiese sido que Tremblay recogiese un gran palmarés de premios, y/o al menos nominaciones. Los primeros planos del comienzo resultan agobiantes, enfermizos y opacos, sin embargo se rompen ante la primera sonrisa de Jack, un chico divertido valiente, y listo, tan listo como para comprender todo el suspense que envuelve la cinta en apenas unas horas. Unos minutos de metraje en los que el espectador clava sus uñas en la butaca y no puede soltarla hasta el desenlace de la agobiante secuencia, en mi sala de cine una pareja de amigos que no había parado de comentar todo tipo de absurdeces quedó completamente enmudecida ante tal imponente aventura. Nadie debería dejar de  sufrir, amar, llorar y vivir este último film de Abrahamson, que gracias al reconocido efecto Oscar logra colgar el cartel de "entradas agotadas", al menos tres veces por semana... 

jueves, 10 de marzo de 2016

Los puentes de Spielberg

Steven Spielberg es sin duda la máxima ejemplificación del mejor Hollywood, un hombre capaz de dirigir grandes películas destinadas al gran público, producir cientos más, y ofrecernos pequeñas cintas inolvidables cada un determinado espacio de tiempo. Su última película, "El puente de los espías" (Spielberg, 2015) entra dentro de esos films que son capaces de decir mucho con una gran historia que, a su vez, logra engatusar a millones de espectadores con sus acentos de suspense y lucha personal dentro del emblemático marco de la Guerra Fría. Como si se tratase de un niño, el prestigioso director estadounidense, se permite jugar con la estructura cinematográfica del film, mueve la cámara con total ligereza y nos muestra secuencias deliciosas, enriquecidas por la fotografía del habitual colaborador de Spielberg, Janusz Kaminski, que logra captar la esencia de cada historia con una paleta de colores de lo más diversa a lo largo de su carrera. En ningún momento el metraje se sale de lo políticamente correcto, es más parece ser tratada como una pieza perfecta, bien hecha y lista para entregar, una historia real que posa toda su fuerza sobre unos intérpretes brillantes, en los que el director confía plenamente, regocijándose en fantásticos primeros planos que normalmente son el punto culminante de una secuencia perfectamente elaborada. Lo más brillante de todo ello es que parece salirle a su director sin ningún tipo de esfuerzo, ha logrado marcar con su sello personal obras verdaderamente magistrales, reconocidas como producto oficial made in Los Angeles. Una obra de éstas características precisa de una música original potente, enigmática y cautivadora, y el prestigioso compositor Thomas Newman no parece estar a la altura del habitual músico de Spielberg, un John Williams abarrotado con las nuevas entregas de "Star Wars".


Cuando Spielberg contó con Tom Hanks para el papel protagonista conocía perfectamente que resulta el actor idóneo para revivir la vida real, un actor que ha logrado convencernos tanto como un ruso atrapado en "La Terminal" (Steven Spielberg, 2004) que como el genial Walt Disney de "Al encuentro de Mr. Banks" (John Lee Hancock, 2013). Sin embargo cuando seleccionó a Mark Rylance desconocía la grandeza interpretativa del natural de Kent, Inglaterra. Sin separarse de su reconocible sombrero, incluyendo en la ficción, encuentra la perfilación de los Hermanos Coen en el guión, y da vida a un personaje verdaderamente extravagante, en lo referido a que resulta un espía soviético verdaderamente inusual, al que también se le podría reconocer como el hombre de las mil caras, por su genial variedad de expresiones dentro de la seriedad que implica su personaje. Rylance se hizo el pasado mes con el Oscar al Mejor Actor de Reparto, demostrando una vez más que Spielberg no es sólo una gran mente manipuladora de masas con visión de futuro, sino también un magnífico director de actores. Como todos los trabajos de su director resulta una película correcta, quizás algo falta de la narración habitual del director, que se contrarresta con algunas puyas cómicas que los Coen han logrado introducir en un metraje puramente americano. Aunque finalmente uno terminar por añorar el olvidado personaje de Rylance. En un año bastante flojo respecto a originalidad, novedad y grandes dotes cinematográficas se agradece un film fresco, con diálogos, y capaz de mostrarse con una narrativa agradecida, sencilla, innovadora y por otro lado habitual para el espectador medio. Una muestra del mejor noir moderno, con resquicios políticos, críticos y judiciales...


miércoles, 9 de marzo de 2016

Alguien voló sobre el nido de Armiñán

El miércoles pasado el programa "Historia de nuestro cine" de Televisión Española, ofrecía "El nido" (Jaime de Armiñán, 1980) en su especial del cine español en los premios Oscar, y es que esta pequeña producción de Armiñán logró llamar la atención de los Académicos de Hollywood, como también lo hizo su film "Mi querida señorita" (1972), sin duda dos ejemplos de un cine falto de nacionalidad, capaz de codearse con la mejor remesa europea y que vistos ahora a distancia parecen una gran utopía (para el cine en general), pues sería verdaderamente difícil que hoy se apostase por un cine arriesgado, elegante y claro, un cine que apostaba más por narrar su historia que por buscar el cliché adecuado para triunfar en taquilla. En también el tiempo en el que Hollywood nomina el legado de Buñuel ("Ese oscuro objeto de deseo", 1977), la obra maestra de Saura ("Mamá cumple 100 años", 1979), y que poco más tarde llevaría a España a lo más alto con el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa para "Volver a empezar" (José Luis Garci, 1982), que posteriormente mantuvo una enriquecedora relación con estos premios. "El Nido" es sin duda la máxima representación del cine de esta época, se trata de una película preciosista de por sí, ver a Héctor Alterio dirigiendo al bosque treinta y cinco años antes de que Michael Caine lo haga en "La juventud" (Paolo Sorrentino, 2015) resulta estremecedor y conmovedor, contrastado con el terror que inspira ver los primeros pasos de Ana Torrent sobre nuestro cine, sin duda era una actriz especial, de una mirada penetrante que resulta reveladora en esta particular metamorfosis de Lady Macbeth.


Cuando se anunciaron las nominadas a los Oscar, "El último metro" (François Truffaut, 1980) sonó como la principal contrincante de "El nido" sin descartar la posibilidad de alzarnos con la preciada estatuilla, pues Truffaut ya lo había logrado con "La noche americana" (Truffaut, 1973). Finalmente el premio recayó sobre una Rusia que aún andaba lejos de terminar con la URSS, bajo el poder de Leonid Brézhnev uno de los mayores líderes socialistas del país, y que probablemente buscaba un acercamiento a su gran enemigo, Estados Unidos. A día de hoy no creo que haga falta analizar la calidad argumental de "Moscú no cree en las lágrimas" (Vladímir Menshov, 1979), al menos en comparación con la obra de Armiñán, que a día de hoy se yergue como un film verdaderamente único, con una estructura básica que sirvió para proyectos futuros de su director. El gran logro de Armiñán consiste en lograr que el espectador no rechace en ningún momento lo truculento de la historia, y probablemente se debe a la gran baza del cine español: un reparto sensacional para apoyar en todo momento el metraje. Para ello nos encontramos a un Agustín González como el perfecto representante de la benemérita, a una dominanta Amparo Baró como el guardia civil de Torrent, una María Luisa Ponte que intercede como la España de siempre en una historia completamente ausente en ella, y un sensacional Luis Politti que resulta algo más que el gran amigo de nuestro divertido protagonista, y que ya se había estrenado como miembro de nuestro reparto nacional en "La escopeta..." de Berlanga en 1978. "El nido" huye del género, sólo busca contar una historia, y lo hace empleando el cine en su máxima potencia. Disponen del film en RTVE hasta esta noche, disfrútenla.

sábado, 5 de marzo de 2016

"Juicio a los humanos" La comedia tiene la palabra

"Juicio a los humanos" es una obra del reputado antropólogo y periodista José Antonio Jaúregui, en la que parece que llama a testificar a todos los personajes de Esopo, esos animales más dispuesto a la personificación de sus actos que ha reconocer su auténtica naturaleza. Eso sí, esta vez se disponen a testificar contra la raza humana, sentándonos en el banquillo desde el comienzo de la obra, hasta el final, donde nosotros mismos debemos decidir la culpabilidad de las infracciones acusatorias impuestas por la Serpiente-Fiscal. Todo ello sirve como un repaso a todo lo que conforma la esencia del ser humano, la religión, la guerra, el amor y el comportamiento, cada uno de ellos defendidos por los representantes de cada uno de ellos en el Reino Animal. La versión que la compañía teatral de José Piris (director de la obra), Onira teatro presenta, realiza una fácil adaptación, participativa y centrada en el matiz cómico que conlleva toda la obra, aún llevando algunas escenas al extremo del absurdo y del payasismo, se mantiene la compostura por la genial estructura argumental de Jaúregui. Todo ello interpretado por cuatro fantásticas actrices que pelean entre ellas por dividirse los muchos papeles que cada una debe interpretar, pese a los pocos medios se las han ingeniado para montar la obra sobre los recursos básicos del teatro, la sangre de luces o pañuelos rojos, los cambios de vestuario en escena, o incluso la propia interacción entre dos personajes interpretados por el mismo cómico (cómica en este caso). Una divertida fábula que se representa en el Teatro Arlequín, y que como toda comedia, es agradecida para un día cargado, turbio o rojo, como lo veía Holly Golightly. Se recomienda disfrutar con toda la familia, empezando por los más pequeños.

miércoles, 2 de marzo de 2016

"Cien años de perdón" y algo más...

Llegará un día en que nos sentemos en una sala de cine dispuesto a entregarnos por completo al material que se nos presente, no se hablará de calidad ni de nacionalidad, sino de cine. Bien, ese día será el próximo viernes, fecha de estreno de "Cien años de perdón" (Daniel Calparsoro, 2016). Una película reveladora capaz de redimir al espectador en su butaca, y de enfrentarle a sus mayores miedos, la corrupción, el dinero, los atracos, la violencia, la locura, o la angustia, entregándole algo más de cien años de perdón. La suficiente carga de adrenalina para despertarnos una mañana más ante el panorama político que nos rodea, y que tristemente llena de verosimilitud una ficción que pierde en ello su suspense, pero no su fuerte crítica contra todos los sectores de la sociedad. Todo ello bajo los fríos colores de Josu Inchaustegui, que ya lograron unir acción y adrenalina en la reciente "El desconocido" (Dani de la Torre, 2015), que unido a una magnífica edición en sonido atrapan al espectador en un guión verdaderamente reivindicativo. Cuesta creer que desde el primer momento, sin guión alguno, se tratase de una propuesta cinematográfica (por la personalidad que ha adquirido), como aclaró Calparsoro, un proyecto de Morena Films y Vaca Films que no tardó en toparse con el guionista adecuado: Jorge Guerricaechevarría. Habitual co-guionista de su gran amigo Álex de la Iglesia, o Daniel Monzón, se trata de un hombre experimentado en la unión de realidad, ficción, crítica y acción, una unión frenética y enloquecedora por la que recibió el Goya al Mejor Guión Adaptado en "Celda 211" (Daniel Monzón, 2009).


La unión del ritmo apoteósico de Calparsoro, en su derivación de "Salto al vacío" (Daniel Calparsoro, 1995), con la astuta pluma de Guerricaechevarría, nos envuelve en este excitante retrato de las distintas ramas que invaden nuestra sociedad, con una potente vis cómica que se refuerza en la dura realidad de las situaciones. En "Mi gran noche" (Álex de la Iglesia, 2015), Jorge y Álex (permítanme la cercanía, por favor) realizan una crítica abusiva, una sátira de la televisión donde también se encuentra todo el tema del politiqueo como un chiste freak. En "Cien años de perdón" se ataca a los mismos afectados desde un punto serio, una auténtica declaración de intenciones que ahonda en la miseria humana, y en lo que éste es capaz de hacer en puntos extremos. Dirigiendo el atraco nos encontramos a un magnífico Rodrigo de la Serna, que parece un personaje sacado del universo psico-corporal de Christopher Nolan, no sólo por sus referencias al Joker de "El caballero oscuro" (Nolan, 2008), sino por las continuas subidas y bajadas emocionales que adquiere el atracador, como si se tratase del propio metraje. Luis Tosar y Patricia Vico se forman una subtrama que no tarda en desembocar en el cauce principal, atrapando al espectador en una carrera por terminar logrando algo del atraco. Ante todo sólo puedo mostrar mi admiración por el personaje de "El Loco", un Joaquín Furriel desbordante, cómico, interesado, participativo, y sin lugar a dudas el eje argumental del film. Todo ello espolvoreado con las pestes políticas que mantienen este país con una podredumbre interna irrefutable, donde entran las grandes interpretaciones de Raúl Arévalo, José Coronado o Luis Callejo (también presente en "Mi gran noche" por cierto).
La fuerza de un guión provocador logra que el film alcance un clímax épico, desconcertante para el espectador habitual, y que llega a ser alabado tras los títulos de crédito.