sábado, 26 de marzo de 2016

"De Metrópolis a Gotham...

... y tiro porque me toca", han debido de pensar el gran número de productores que "Batman v Superman: El amanecer de la justicia" (Zack Snyder, 2016) ha reunido para enfrentarse a una inversión de cerca de medio millar de millones de euros, una cifra astronómica que incluso el propio Bruce Wayne se pensaría dos veces antes de ceñirse el nuevo traje. Tanto se lo ha pensado que, Ben Affleck, quien da vida al Caballero Oscuro en la nueva saga de DC cómics, dirigirá una película dedicada enteramente al murciélago de las sombras, una auténtica oda así mismo para el superhéroe más requerido de todos los tiempos, por el que han pasado actores del calibre de George Clooney, Michael Keaton o Christian Bale. Ahora Batman ha dejado de ser ese ensombrecido personaje de cómic para convertirse en un millonario cincuentón más cercano a las novelas de Ian Fleming que al espíritu original de sus creadores, Kane y Finger. Las críticas han sido prácticamente unánimes ante la nueva creación de los estudios de Hollywood, las lágrimas de un Affleck afligido han dado la vuelta al mundo, sin embargo puede que se trate de la lección efecto fan que debe aprender, pues sin duda se palpa una criatura magnífica que desea salir, y que dispondrá de mucho metraje más apara hacerlo. Henry Cavill en cambio permanecía impasible ante el reportero, como también lo hace ante la cámara, el gran logro de Batman sería arrancar alguna muestra de expresividad a un actor que ha demostrado tenerla, y mucha, al menos por su escapada europea de "Operación U.N.C.L.E." (Guy Ritchie, 2015). Durante toda la película nos exponemos a imágenes muy potentes visualmente, un storyboard delicioso que se sucede ante nuestra extrañada mirada de espectador empequeñecido por la grandeza de Hollywood.



Tal vez antes el cine era mejor porque podía preocuparse por pequeños detalles de despacho, como diría el gran Sazatornil, como es el guión o la interpretación, mientras que ahora los grandes estudios deben preocuparse por hacer película que parezca una película y no un telefilm, lo que tiene como resultado paisajes oscuros, nubosos y faltos de iluminación, y no les sirve la excusa de que Batman es el caballero de las sombras. Personalmente creo que, tal vez después de Fesser, Zack Snyder es el gran adaptador de cómic a la gran pantalla, ahora consumido completamente por las directrices de unos productores que temen la más mínima muestra de personalidad, y por lo que apenas dejan rastros de cintas tan grandiosas como "300" (Snyder, 2006), salvo tal vez las míticas escenas a cámara lenta. Ahora sin sangre. Mientras Snyder insista en que este es su cine nos espera una saga oscura ávida de un misterio pretendido pero inexistente. A pocos les puede interesar paranoias mentales tan sencillitas entre superhéroes, metáforas ridículas transformadas en absurdos sueños más propios de un ataque kamikaze, poco apropiado, ahora que están de moda. Si Christopher Nolan quedó absorbido por sufridos guiones ceñidos a una historia central espectacular basada en sus propios personajes, no se puede aspirar a más, pues Nolan ya ha demostrado ser el maestro de la mente en suelo californiano.


No me gusta coincidir pero Gal Gadot ha demostrado ser la estrella sexy revelación, por la que merece la pena ésta y el resto de la saga, con la que aún guardo una esperanza. Gadot protagonizará un spin-off sobre Wonder Woman que contará con la siempre sensacional Elena Anaya, tal vez como una de las imponentes amazonas que abarcan el cómic. Eisenberg aporta un malo sensacional en los gramos de litio que corren por las venas de un Lex Luthor que aún conserva su cabellera, sin embargo falla en su derivación a un mal banal, alejado de la excentricidad que puede aportar un buen joker o incluso el pingüino adecuado. Un monstruo que parece salido de los peores bocetos de Gormiti resulta ser el rival perfecto para dos monstruos del "mundo superheroico" que ya han demostrado estar a la misma altura. Una simplicidad que no puede más que avergonzar a dos grandes como Batman y Superman. Después de todo resultaría algo agrio compararles, aunque creo inevitable recordar a Michael Caine cuando vemos a Jeremy Irons tomar el relevo de un Alfred refinado y divertido que cumple con todo, y que en sus breves diálogos nos regala los mejores momentos del film. "Batman v Superman" resulta un tentempié algo ácido pero después de todo grandioso, falto del gracejo añadido de Marvel, pero con muy buenas intenciones. Todo el film parece un magnífico tráiler extendido durante cerca de tres horas, y que nos predispone para un gran película, sensacional. Todo se verá.

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