sábado, 30 de mayo de 2015

El "berlanguiano" Fernán Gómez

Fernando Fernán Gómez ha sido, es, y será el actor español por excelencia, su nariz, su altura, su cabello pelirrojo y su predominante voz le convirtieron en maestros indiscutible de todos los actores contemporáneos, desde su porte elegante y serio maneja la comedia con agudeza y templanza. Luis García Berlanga siempre se arrepintió de no haber podido congeniar mejor su agenda con la de Fernán Gómez, al que finalmente sólo dirigió en dos ocasiones. La semana pasada se dedicó cada noche al recuerdo del Fernán Gómez actor, una serie de películas que nos demostraron su magnífica evolución, desde su juventud con Neville y Poncela hasta su madurez como auténtico maestro en "La lengua de las mariposas" (José Luis Cuerda, 1999), sin olvidar a "El anacoreta" (Juan Estelrich, 1976), una particular adaptación de la misma definición de la palabra, que Rafael Azcona sabe resumir en un cuarto de baño. La definición de Fernán Gómez se le escaparía al propio Azcona (con Berlanga al lado), ayer el programa "Historia de nuestro cine" finalizaba con un emotivo coloquio que al comenzar con el final de "La lengua..." se desarrolló con una melancolía alegre en la que Fernando Méndez-Leite, José Luis Cuerda, José Luis García Sánchez y Emma Cohen recordaron al que sería una de las figuras más influyentes de su vida, tanto en el aspecto personal como en el profesional. Hace unos días preguntaba a Antonio Resines por su convivencia con el actor en "Los ladrones van a la oficina", y no dudó en aclararme que sus comidas con Fernán Gómez durante dos años no se podían comprar con nada de este mundo.


"La lengua de las mariposas" es una película muy bonita, es esa la palabra, consigue transportarnos a una lugar magnífico que se nos descubre bajo la limpia mirada de un joven Manuel Lozano, y se nos filtra a través de las enseñanzas del maestro Fernán Gómez. Luis García Berlanga contó con él para su primera película, "Esa pareja feliz" (Berlanga y Bardem, 1951), aún era un joven actor que, descubierto por el genial Jardiel Poncela, no podía defraudar al espectador, un galán que no era galán, y que precisamente por ello le escogió Berlanga. Las tertulias en los cafés fueron habituales en toda esta generación, cuyo éxito (indiscutiblemente merecido) reside en esta cercanía de los ingenieros de la cultura; escritores, guionistas, directores, pintores, poetas, e intelectuales de café y puro, fueron los encargados de hacer de la segunda mitad del siglo XX una auténtica obra maestra cultural, pese a la dictadura que aún perduraría hasta 1975. Todas las facetas citadas antes las reunía Fernando Fernán Gómez, en una de estas tertulias nació la idea de "El extraño viaje" (Fernán Gómez, 1968), idea que firmaría Luis García Berlanga. Años después escribe su despedida con Azcona, "Moros y Cristianos" (Berlanga, 1987), juntos se ponen de acuerdo para sumarse al homenaje a Fernán Gómez, otorgándole el papel protagonista desde la primera palabra del guión. Digo sumándose al homenaje, porque prácticamente toda la cinematografía de la época escribía papeles pensando en él, y sin Fernán Gómez no podía haber película.


Cuando uno lee su nombre y le recuerda, siente el ánimo de gritar su nombre con todas sus efes y sus agudas imitando su voz grave y a su parecer, gruñona: Fernando Fernán Gómez. Álex de la Iglesia ha sido desde el comienzo un gran admirador de esta generación de actores, en cuanto ha tenido oportunidad ha contado con ellos (Terele Pávez, María Asquerini, Sancho Gracia...), y escapándoselo Fernán Gómez, no dudó en homenajearle en "800 balas" (De la Iglesia, 2002), en la que Sancho Gracia imita la potente voz de Fernán Gómez cuando él mismo nos enseñaba en "El viaje a ninguna parte" (1986), el duro cambio de los actores en su salto del teatro al cine. Homenajes y recuerdos, palabras, coloquios como el de ayer, libros, pocos serán los recuerdos hacia su enorme figura, sus enfados repentinos ante las cámaras de televisión eran una manera particular de recitarnos que ante todo, fuera de la pantalla, el era Fernando Fernán Gómez para su familia y amigos. "El tiempo amarillo" es todo un recuerdo de su vida, un libro que bien podía estar presente en todas las escuelas de filosofía, de cine, y de psicología, un trabajo auto-antropológico en el que Fernando Fernán Gómez estudia a Fernando Fernán Gómez...

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