sábado, 17 de octubre de 2015

"Las brujas de Zugarramurdi" (2013)

El mismo título nos transporta al más puro Euskadi, en el que se reconoce el mejor Álex de la Iglesia. Rescatando la línea de "El día de la bestia", sumada con el terrible despropósito de "Payasos en la lavadora" surge esta enorme obra de arte que se alza sin duda como el mejor trabajo del director hasta la época. Se sostiene con los dos grandes pilares citados, a lo que se añade una explosión de novedad mezclada con un clasicismo que pasó desapercibido, y unos efectos especiales desproporcionados que nos transportan a este pequeño pueblo navarro, donde aún queda un pequeño refugio de brujas. Hay un inmenso reparto que logra cargar de realismo a cada uno de sus personajes, cientos de ellos que finalmente funcionan como un gran engranaje capaz de mover las sólidas agujas del complicado reloj de cuerda que son "Las brujas de Zugarramurdi", además de contar con el fortísimo atractivo del País Vasco, su rica cultura que ha llegado al resto de España transformada por el triste reflejo del terrorismo nos la presenta ahora el bilbaíno con gran maestría, que va desde el gargantúa que funcionan como un perfecto aviso al espectador, hasta esas dos vascas fantásticas que interpretan Carlos Areces y Santiago Segura, dos pequeños papeles que logran recoger en ellos la esencia de las señoras vascas, fortonas, entrometidas y dominantas, desde un ágil tono de comedia que permite extenderse a cualquier terreno desde la expresión de una madre. Carmen Maura es la gran divisoria, hay un antes y un después desde que aparece Graciana Barrenetxea, el papel de la mujer, hasta entonces en el personaje de Macarena Gómez, es un constante y provocativo dominio sobre la mentalidad de los hombres (unos fantásticos Hugo Silva, Mario Casas, Jaime Ordóñez y Gabriel Delgado) que da pie a diálogos eternamente gloriosos, cuando entran en Zugarramurdi bajo la atemorizada mirada de Jaime Ordóñez ese dominio pasa al físico, con el genial inadaptado social que es Enrique Villén.


Sin duda la gran apuesta de la película es Terele Pávez, una actriz clásica a la que ya habíamos visto saltar por los tejados en "La Comunidad" llegaba ahora en el papel de gran matriarca vasca capaz de arrancar medio brazo a Mario Casas de un mordisco o trepar sigilosamente por las paredes, todo ello sumado al increíble dominio que toma Pávez sobre sus personajes logra un enorme personaje para el que Jorge Guerricaechevarría y el propio Álex escribieron grandes frases que le valieron el Goya a la Mejor Actriz de Reparto, uno de las ocho estatuillas con las que se alzó el film que curiosamente ni tan siquiera fue nominada a Mejor Guión Original ni Mejor Dirección, dos trabajos magníficos que impulsaron este homenaje hacia su autor. La situación personal del creador es en este caso la gran motivación del film, lo que nos hace tomar situaciones completamente demenciales por pura realidad, tomando "Las brujas de Zugarramurdi" como una metáfora podríamos asegurar que está basa en hechos reales, Carolina Bang es la gran salvadora, la mujer que se revela contra su antiquísimo clan, casualmente la actriz es hoy en día la mujer del director. Pese a todo ello no se deja consumir por lo que estamos llamando realidad, logra dar una visión completamente globalizada para lo que crea a todos los personajes, cada uno de ellos tiene su forma de pensar, son la representación de los factores que afectan a los guionistas y la gran labor, lograda, es no caer en la transformación de los mismos al llevarlos a sus personajes. "Las mujeres son malas y son perversas, eso es algo por lo que tendrían que estar orgullosas, sin embargo los hombres somos estúpidos y lerdos y nos dejamos dominar por ellas", era una de las declaraciones que Álex de la Iglesia afirmaba con total firmeza, y que puede ser tomada como artículo de fe en la ideología global de "Las brujas de Zugarramurdi".


Las emakumes de toda la vida son las grandes protagonistas de este cine, como aseguraba el propio director es esa unión entre el cariño y la violencia la que hace de este film una nueva historia maravillosa, que camufla con la negritud habitual del bilbaíno los dramas que nos acompañan en nuestro día a día. Manuel Tallafé brilla en su papel más sangriento como el perfecto inocentón sobre el que cae todas las balas perdidas. Hay una enorme gama de películas que rodean este film, desde el aspecto más esotérico del mismo al más cómico, esa unión que produciría Roman Polanski en "El baile de los vampiros" (1967) o la vuelta a "La parada de los monstruos" (Tod Browning, 1932), tras ver "Las brujas..." más de diez veces se descubren tomas y planos increíbles en su escenificación, uno de ellos es todo un universo, en el momento en que preparan a Carmen Maura para el akelarre hay una toma rápida en la que podemos ver a Enrique Villén pintando al "elegido", mientras unas brujas convierten a Macarena Gómez y un par de gemelas tenebrosas miran por una lúgubre ventana, toda una imagen que recuerda al más oscuro de los cuadros de Goya con el temible cargado de El Bosco, toda una enorme hazaña. Como este hay cientos de planos, y escenas que se desenvuelven con total naturalidad en algo que nunca antes habíamos visto, por lo que las comparaciones en ellas resultan absurdas. El brutal comienzo que nos sirve como el mantenimiento de la acción que apenas necesita la huída, es el primer bordado de esta enorme red que termina por coger en ella hasta el espectador, demostrando una vez más que Álex de la Iglesia maneja como quiere la cámara saliendo siempre victorioso. "Las brujas de Zugarramurdi" es un chapó en toda regla, la gran consagración del cineasta vasco, que tras no tener nada más que demostrar se adentró en un documental, reinventando dicho género...

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