sábado, 10 de octubre de 2015

"Crimen ferpecto" (2004)

Cuando alguien se salta las reglas todo es más excitante y el resultado suele ser más atractivo, la voz en off ha sido siempre maltratada, y siempre que se ha sabido hacer ha salido victoriosa, ya sea la narración de Fernando Rey para introducir o presentar un pueblo de la década de 1950, o un Willy Toledo presentándose así mismo, y después elaborar escenas gloriosas como una especie de crimen y castigo tras el accidentado asesinato de un repulsivo Luis Varela, cuando digo "repulsivo" es referente a que clava el papel de pedante, repelente, un poco afeminado, dependiente. Guillermo Toledo ha decido convertirse en un personaje mediático, un payaso político cuyas ideas son ridiculizadas en las mañanas de los canales principales, sin embargo cuando nos volvemos hacia "Crimen ferpecto" o "El otro lado de la cama" (Emilio Martínez Lázaro, 2002), redescubrimos la gran dote para la comedia que tiene el intérprete madrileño, precisamente fue nominado a dos Goya por estos dos papeles. Una vez más volvemos a la infancia, cuando dos niños De la Iglesia y Guerricaechevaría soñaban con pasar una noche en el centro comercial, una idea que en todos se nos ha despertado desde que Charles Chaplin patinase y se divirtiese en la noche de "Tiempos modernos" (1936). Precisamente Willy Toledo, desde que comete el crimen, se desenvuelve en una serie de caras y gestos propios de los antiguos cómicos, desde movimientos aireados a lo Woody Allen hasta la torpeza de Chaplin, sin olvidarnos de las persecuciones de Harold Lloyd en las que colaboran Javier Gutiérrez y Fernando Tejero como perfectos pelotas (que no pelotaris) de un jefe en apuros.


"Perfect Crime" (Ralph Ince, 1937) introdujo por primera vez en cine la teoría de dar un golpe perfecto, cuya definición nos la daría John Hurt en "Los crímenes de Oxford" (Álex de la Iglesia, 2008) con la mítica frase: "el único crimen perfecto no es aquel que queda sin resolver, sino el que se resuelve con falso culpable", analizándole descubrimos por tanto que "Crimen ferpecto" es en realidad la envoltura cómica de un desarrollo más cercano al "Crimen perfecto" (Alfred Hitchcock, 1954), venido de la obra de teatro homónima de Frederick Knott estrenada en 1952, y de la que Woody Allen daría su visión personal en "Match Point" (2005). Y lo cierto es que esa fantástica idea que desarrolla John Hurt es también el análisis de dos obras del maestro del suspense: "Falso culpable" (1956) y "Con la muerte en los talones" (1959). Aunque partiendo de este mundo lleno de clasicismo y misterio, "Crimen ferpecto" no es suspense, obviamente es comedia y plantea la confusión entre suspense y tensión, que Mónica Cervera controla desde su posición privilegiada. Los personajes extraños, salidos de los suburbios con aires de grandeza no suelen ser esenciales en la filmografía del cineasta vasco, más habituales de los Hermanos Coen, o el paisano Bajo Ulloa, los dos guionistas de "Crimen ferpecto" crean con la familia de Mónica un mundo extraños, cruel, y agobiante que resulta cómico al espectador, Arri y Biafra nos introducen en ese particular mundo con un lujo de detalles y cuidados que llegan hasta una pared verde y aplastante. Resulta ser su primer encuentro con Gracia Olayo, actriz incisiva, que sin duda repetirá como madre, suegra o vecina en en parte del cine del bilbaíno.


En parte dividió a la crítica, era un juego, un divertimento lleno de las obsesiones particulares del director, que enriquecen el film. La televisión juega un papel de ridiculización extrema, vemos a José Sacris (el guardia civil de "Muertos de Risa") completamente avergonzado por la clase de mujer que se le ha echado encima, la creación de un programa de bodas por sorpresa es otro gran acierto muy cercano a realidad y que permite alcanzar el adorado clímax salvaje de Álex de la Iglesia entre fuego, gritos y desastre. Kira Miró es el papel más abandonado, la despechada inicial que desaparece con el tiempo en el film y no se rescata por nada, Luis Varela rescata su mejor teatro para interpretar el papel de un muerto vivo, que no viviente, que cuenta con su propia muerte al estilo "El expreso de medianoche" (Alan Parker, 1978). Los payasos terminan dominando el mundo con la Moda Payaso, ¿quién se imaginaría este disparatado final para una obra que tiene una clara conexión con la de Hitchcock? Este "juego cómico" se repite en los cortometrajes que entrega para el festival Notodofilmfest en diferentes años, o el divertido falso documental sobre la estancia de Franco en China que realiza para el programa de Buenafuente, este homenaje a Álex de la Iglesia continuará con estos pequeños trabajos...

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