sábado, 1 de noviembre de 2014

La visita anual

Todos los años España se levanta de su incómodo sofá para ir a visitar a sus ancestros, esos que disfrutan de confortables cajas, algunas ya con aire acondicionado y radio-televisor incluido, y que tan arreglados son enterrados para estar bien vestidos en el momento de la visita anual, visita que se suele producir en el aniversario de su muerte, o el día de hoy, 1 de noviembre, Todos los Santos. En la víspera ya estaban todos bien arreglados haciendo la compra de flores, comercio que los bazares chinos y las calles rumanas están acaparando, dejando a floristerías de toda la vida sin su clientela. Tristes flores de plástico para la mujer u hombre que hizo posible tu existencia, triste tradición de la que posiblemente los muertos se rían y piensen que en tiempos de crisis, una flor de plástico al año es ya un lujo que no todos podemos permitirnos.


Los amplios cementerios no son más que centros de rehabilitación para las pobres viudas o los tristes
huérfanos, sin embargo ese pequeño cementerio de pueblo, dónde los muertos se conocen todos entre sí, se convierten en un alegre lugar de recepción, algunos con cómodos bancos incluidos, en los que se intercambian bonitos recuerdos de los difuntos. Para aquellos que se ven obligados a ir por lo que llamamos tradición, existen nuevas noticias, actualmente no es necesario asistir en cuerpo y alma al encuentro, con mandar tu alma en un SMS a un código puesto el día del entierro, no hace falta levantarse del incómodo sofá, y así no se perderá usted los cinco nuevos casos de corrupción que pueden surgir durante la visita al cementerio.
Siempre quedarán algunos que mantengan la visita anual al cementerio, un encuentro que puede derivar en horas de llantos y tristeza o en momentos felices recordando todo aquello que disfrutamos con el visitado/a. Las nuevas tecnologías permiten instalar un código QR en la lápida, código que nos llevará con una aplicación a un vídeo del habitante de la caja, con lo cual en un futuro (transportando el incómodo sofá al cementerio) podremos pasar varias tardes poniendo cara y disfrutando de los buenos momentos, de otros muertos que descansan en el mismo lugar que el que uno va a visitar. Tanto muerto en estos días, con cala(veras)bazas por las calles, me recuerda a una fantástica frase que escuché en "París-Tombuctú" (Luis García Berlanga, 1999) en la que una señorita, en pleno ataque de histeria, gritaba: "¡Un difunto muerto!".
Que disfruten, a su manera, de un Todos los Santos...

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