Recuerdo que hace ya más de tres años quedé fascinado con la figura del diseñador Hubert de Givenchy, tras ver el diseño de vestuario de Audrey Hepburn en sus más reconocidas cintas, descubrí dos nombres, uno el de Givenchy, y otro el de Edith Head, la gran diseñadora de Hollywood que recibió ochos premios de la Academia estadounidense por su magnífico trabajo, uno de los más merecidos el que consiguió por "Roman Holiday" (William Wyler, 1953), al año siguiente volvió a recoger estatuilla por "Sabrina" (Billy Wilder, 1954), premio que debería haber compartido con el diseñador, pues aunque el diseño de vestuario de los actores era de Head, fue Givenchy quien se encargo del diseño y elaboración de los vestidos y trajes de la protagonista, la ya citada Audrey Hepburn. A lo largo de los años, desde 1952 (cuando fundó su primera "Casa de Modas") el modisto francés nos ha sorprendido, maravillado, asustado, y en algunas ocasiones la sorpresa fue la caída de su prestigiosa elegancia en los años ochenta, hasta 1995, cuando cerró su taller, y decidió dejar de hacer Moda, por la simple razón de la globalización de este comercio que desde hace tanto nos acompaña. Decisión que ha reiterado en numerosas entrevistas posteriores.
Cuando me enteré de que Hubert de Givenchy había llegado a la capital española para exponer algunos de sus mejores diseños de toda una vida, en el Museo de arte Thyssen-Bornemisza, decidí que tenía que ver algunos de los vestidos que había llevado mi idolatrada Audrey Hepburn, por otra parte también estaba la curiosidad de ver a personalidades como Jackie Kennedy Onassis, Greta Garbo o la polémica Wallis Simpson, que vistió de Givenchy para el funeral de su marido (el rey por un año, Edward VIII), conviviendo en alma de moda en un mismo recinto, la ampliación del Thyssen, inaugurada en 2004. Sin embargo me decepcionó que de más de un centenar de vestidos seleccionados, solamente dos pertenecieron realmente a Audrey Hepburn, aunque la verdad es que... ¡qué dos! Entre ellos un precioso traje de noche rojo con plumas y cinturón o fajín de lentejuelas, que creo recordar alguna fotografía de la actriz portándolo, y que sin embargo ahora no encuentro. Tristemente, el prestigioso vestido de satén negro, que tanto éxito adquirió cuando la actriz se paseó con el por la Quinta Avenida con él en"Breakfast at Tiffany's" (Blake Edwards, 1961), no era el de la afamada película, sino una reproducción del auténtico que se subastó por Christie's, y que alcanzó una elevada cifra cercana al medio millón de libras esterlinas, y que antes perteneció al escritor que nos conmovió con "La Ciudad de la Alegría", a Dominique Lapierre, y su esposa (supongo).
El resto de la obra, en mi opinión, tendría el título de: "Bueno... es de Givenchy", y es que en algunas ocasiones parece pitorreo al público, pues ve la fotografía del diseño original, y ve el expuesto, y las diferencias son monumentales. El ejemplo más claro es al comienzo de la obra, cuando nos muestra la famosa blusa Bettina, una de las primeras prendas que dio a conocer la "Casa de Modas Givenchy", y la que muestra la exposición, aunque haya sido supervisada por el propio Hubert de Givenchy, no aporta ni por asomo la suma elegancia que muestra la de la fotografía de al lado, el detalle de los puntos negros del final de la manga de la blusa es lo que muestra principalmente esa gran diferencia. Como estas hay varias. El nombre de Givenchy ha adquirido una enorme fama mundial, y actualmente la mayoría de los que visten de prêt-à-porter, sobre todo femenino, debe de estar agradecida al diseñador Givenchy, pues fue una de las figuras que luchó por poner la alta costura a disposición de la gente de a pie, es decir, de la mayoría de los ciudadanos.
Como ya he dicho la exposición ha sido ordenada, diseñada y supervisada por el propio Hubert, que con ochenta y siete años, y diecinueve años después de abandonar la moda y negarse a aceptar la actual, consigue mostrarnos su propia visión de su obra, con un verdadero sentido artístico impresionante que componen un magnífico homenaje al diseñador, desde las fotografías que acompañan los diseños, comenzando por lablusa Bettina, que pasa a un momento de oscuridad, para dar a luz a finales de los cincuenta vistiendo a las ya citadas damas, grandes figuras universales, lo que deriva en algún vestido infantil para Carolina de Mónaco, para pasar a un rincón que da luz a toda la exposición, y que por defecto se hace pequeño, que es donde se muestran algunos de los diseños, de la mano de Givenchy, y que a continuación podemos ver en directo. Finalizando el recorrido en una montaña de pamelas y sombreros, me corrijo, es de los últimos diseños que vemos, pero todo termina con una preciosa fotografía de Audrey Hepburn en la que tiene la mirada perdida, y viste un modelo del homenajeado... es lo que antecede a la tienda de regalos.
Digno amante del estilo de Cristóbal Balenciaga, Hubert de Givenchy nos ha regalado momentos únicos del cine, así pues tuvo una película que le sirvió como revista para mostrar sus trajes, y que además tiene un magnífico guión que funciona como comedia ligera, estoy haciendo referencia a "Una cara con ángel" (Stanley Donen, 1957) donde el baile de Fred Astaire y la alegre interpretación de Audrey, nos mostró algunos de sus diseños más reconocidos, como aquel rojo que vestía la actriz mientras bajaba por unas escaleras haciéndolo bailar con el aire. Una vez más el Museo Thyssen-Bornemisza, que nos ha regalado fantásticas exposiciones, vuelve a sorprender, esta vez con un bonito homenaje a un diseñador, en el que mezcla algunos de los cuadros de la colección privada (de autores como el gran Max Ernst, aquel pintor dadá/surrealista, que siendo nacido en Alemania quiso ser francés) con aquellos diseños que ya fueron inmortalizados por las cámaras y que hoy podemos disfrutar hasta el 18 de enero de 2015. Todo acompañado de un emotivo vídeo que recorre algunos de lo momentos más importantes de Hubert de Givenchy, desde su infancia, hasta su amistad con algunas de las mujeres más importantes del siglo XX.
Cuando me enteré de que Hubert de Givenchy había llegado a la capital española para exponer algunos de sus mejores diseños de toda una vida, en el Museo de arte Thyssen-Bornemisza, decidí que tenía que ver algunos de los vestidos que había llevado mi idolatrada Audrey Hepburn, por otra parte también estaba la curiosidad de ver a personalidades como Jackie Kennedy Onassis, Greta Garbo o la polémica Wallis Simpson, que vistió de Givenchy para el funeral de su marido (el rey por un año, Edward VIII), conviviendo en alma de moda en un mismo recinto, la ampliación del Thyssen, inaugurada en 2004. Sin embargo me decepcionó que de más de un centenar de vestidos seleccionados, solamente dos pertenecieron realmente a Audrey Hepburn, aunque la verdad es que... ¡qué dos! Entre ellos un precioso traje de noche rojo con plumas y cinturón o fajín de lentejuelas, que creo recordar alguna fotografía de la actriz portándolo, y que sin embargo ahora no encuentro. Tristemente, el prestigioso vestido de satén negro, que tanto éxito adquirió cuando la actriz se paseó con el por la Quinta Avenida con él en"Breakfast at Tiffany's" (Blake Edwards, 1961), no era el de la afamada película, sino una reproducción del auténtico que se subastó por Christie's, y que alcanzó una elevada cifra cercana al medio millón de libras esterlinas, y que antes perteneció al escritor que nos conmovió con "La Ciudad de la Alegría", a Dominique Lapierre, y su esposa (supongo).
El resto de la obra, en mi opinión, tendría el título de: "Bueno... es de Givenchy", y es que en algunas ocasiones parece pitorreo al público, pues ve la fotografía del diseño original, y ve el expuesto, y las diferencias son monumentales. El ejemplo más claro es al comienzo de la obra, cuando nos muestra la famosa blusa Bettina, una de las primeras prendas que dio a conocer la "Casa de Modas Givenchy", y la que muestra la exposición, aunque haya sido supervisada por el propio Hubert de Givenchy, no aporta ni por asomo la suma elegancia que muestra la de la fotografía de al lado, el detalle de los puntos negros del final de la manga de la blusa es lo que muestra principalmente esa gran diferencia. Como estas hay varias. El nombre de Givenchy ha adquirido una enorme fama mundial, y actualmente la mayoría de los que visten de prêt-à-porter, sobre todo femenino, debe de estar agradecida al diseñador Givenchy, pues fue una de las figuras que luchó por poner la alta costura a disposición de la gente de a pie, es decir, de la mayoría de los ciudadanos.
Como ya he dicho la exposición ha sido ordenada, diseñada y supervisada por el propio Hubert, que con ochenta y siete años, y diecinueve años después de abandonar la moda y negarse a aceptar la actual, consigue mostrarnos su propia visión de su obra, con un verdadero sentido artístico impresionante que componen un magnífico homenaje al diseñador, desde las fotografías que acompañan los diseños, comenzando por lablusa Bettina, que pasa a un momento de oscuridad, para dar a luz a finales de los cincuenta vistiendo a las ya citadas damas, grandes figuras universales, lo que deriva en algún vestido infantil para Carolina de Mónaco, para pasar a un rincón que da luz a toda la exposición, y que por defecto se hace pequeño, que es donde se muestran algunos de los diseños, de la mano de Givenchy, y que a continuación podemos ver en directo. Finalizando el recorrido en una montaña de pamelas y sombreros, me corrijo, es de los últimos diseños que vemos, pero todo termina con una preciosa fotografía de Audrey Hepburn en la que tiene la mirada perdida, y viste un modelo del homenajeado... es lo que antecede a la tienda de regalos.
Digno amante del estilo de Cristóbal Balenciaga, Hubert de Givenchy nos ha regalado momentos únicos del cine, así pues tuvo una película que le sirvió como revista para mostrar sus trajes, y que además tiene un magnífico guión que funciona como comedia ligera, estoy haciendo referencia a "Una cara con ángel" (Stanley Donen, 1957) donde el baile de Fred Astaire y la alegre interpretación de Audrey, nos mostró algunos de sus diseños más reconocidos, como aquel rojo que vestía la actriz mientras bajaba por unas escaleras haciéndolo bailar con el aire. Una vez más el Museo Thyssen-Bornemisza, que nos ha regalado fantásticas exposiciones, vuelve a sorprender, esta vez con un bonito homenaje a un diseñador, en el que mezcla algunos de los cuadros de la colección privada (de autores como el gran Max Ernst, aquel pintor dadá/surrealista, que siendo nacido en Alemania quiso ser francés) con aquellos diseños que ya fueron inmortalizados por las cámaras y que hoy podemos disfrutar hasta el 18 de enero de 2015. Todo acompañado de un emotivo vídeo que recorre algunos de lo momentos más importantes de Hubert de Givenchy, desde su infancia, hasta su amistad con algunas de las mujeres más importantes del siglo XX.
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