domingo, 16 de noviembre de 2014

Hitch, genio del suspense

La figura del genial Alfred Hitchcock ha ido creciendo hasta nuestros tiempos, sus películas han perdurado hasta la actualidad, por eso no es extraño revisar los canales de televisión y encontrarte con "Atrapa a un ladrón" (Hitchcock, 1955) o "Frenesí" (Hitchcock, 1972). Ese hombre simpático que aparecía en el anuncio publicitario de su próxima película, que iba a ser estrenada en los días cercanos, y que nos comentaba, con su particular manera de expresarse, porqué era un acierto acudir a la cita que nos había organizado en el cine. O aquel personaje siempre sonriente ante la proyección de un capítulo sobre un asesinato, en su propia serie televisiva, "Alfred Hitchcock presenta" (Varios directores, años 50' y 60'). Para el público su nombre era sinónimo de misterio y calidad, sin embargo cuando uno ve una película diferente del director, no sabe con lo que se va a encontrar, siempre diferente en sus argumentos, pero con un amigo común: el crimen. Una rectificación, sí es verdad que sabemos que, pase lo que pase, nos encontraremos con Alfred Hitchcock en alguna escena de sus filmes.



Pero para las personas que trabajaban día a día con el "genio" todo resultaba muy complicado, desde su mujer, Alma Reville (figura esencial en la rutina del maestro del suspense, sin duda uno de los pilares que evitó que el gran director de cine por excelencia, se derrumbase ante la tentación de "sus" rubias, o ante el estrés que él mismo causaba en sus rodajes) hasta el sencillo chico que le traía el café. La única manera de que todas sus obras fuesen únicas y maravillosas, era exigir y exigirse al máximo, lo que creaba situaciones violentas durante sus rodajes, como el comentado acoso a Tippi Hedren durante la grabación de  "Los pájaros" (1963), o el estrés que causó a la actriz, Janet Leigh, en la de "Psicosis" (1960). Como la mayoría de sus grandes éxitos, los rodajes finalizaban con un giro de guión al final, felicidad, y falsas sonrisas el día de fin de rodaje, y emoción el día del estreno.


En la etapa inglesa de Sir Alfred Joseph Hitchcock ya podíamos visualizar sus futuros éxitos, algunos mantuvieron el mismo título, como "El hombre que sabía demasiado" (1956) película homónima de una misma del director rodada en 1934, aunque sinceramente el argumento del primer filme es incomparable con el de los años 50', claro que en este tenemos el recordado "Que Sera Sera" de Doris Day, así que hallemos un punto medio en el que digamos que se complementan. En esta época es un hombre joven, con mucho futuro y gracioso, pero los americanos supieron corromperle (gracias a Dios) y en 1940, David O. Selznick, le contrató para que dirigiese la mítica "Rebecca", que claramente dividió su carrera, primera nominación al Oscar. El director solo responde ante el nombre de "Hitch" y se empieza a crear su reconocida obsesión por las rubias, para que interpretasen los roles principales en sus cintas. Hubo cuatro nominaciones más al ese preciado premio al Mejor Director, son Leo McCarey,  Billy Wilder, Elia Kazan, y otra vez Billy Wilder, los que le arrebatan el título en las diferentes ocasiones, McCarey es el perfecto ejemplo de amor hacia una persona por parte de los académicos, capaces de cegarse ante su amistad. Con razón el gran Alfred Hitchcock recogió el premio en Memoria de Irving Thalberg, que se entrega en la gala de los Oscar, con un simple y sonoro: "Thank You". Magnífico. Dentro de todas sus rarezas, está ese simpático Hitchcock, tan grande como ningún otro, que con una simple sonrisa suya, temblaba todo Hollywood. Les animo a que pongan música a estos simples caracteres: "Tanananana nana, plof, tanananana nana, plof, tana na na, tana, na, na, tanananana nana, plof..." Y es que con Mr. Hitch, nunca se sabe lo que puede pasar...


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