martes, 3 de enero de 2017

Roguemos a Disney

Las ajetreadas fiestas navideñas me habían impedido ir antes a ver la película de la temporada, "Rogue One: Una historia de Star Wars" (Gareth Edwards, 2016), pensé que la noche de Año Nuevo sería una buena opción para disfrutar de este spin-off de una saga que me acompaña desde la infancia. Se le ocurrió lo mismo a cientos de infelices que, como yo, se agolparon en la sala aflojando su cinturón para tragar cubos y más cubos de palomitas. Al ser uno de los grandes éxitos de las navidades, con tres semanas en lo más alto del ranking, los anuncios se aprietan al comienzo sumando cerca de veinte minutos de metraje, la parodia publicitaria con la que comenzaba "Tropic Thunder, ¡una guerra muy perra!" (Ben Stiller, 2008) es ya una triste realidad. En ese tiempo uno tiene tiempo para terminarse sus refrescos, ir a comprar otros, acomodarse en la butaca, incomodarse en esa posición y buscar otra nueva. Entonces comienzas a pensar en Carrie Fisher y Debbie Reynolds, te entristeces y sientes que ya ninguna película será tan genial como "La guerra de las galaxias" (George Lucas, 1977), ni tampoco tan divertida, alegre y genial como "Cantando bajo la lluvia" (Stanley Donen, 1952). Empiezas a recordar los pasos de Gene Kelly y en cuanto estás dispuesto a levantarte y marcharte entonando el mítico "Singing in the rain", te atrapa la potente música de John Williams y quedas clavado en tu butaca atrapado por la eterna inmensidad del espacio. Por mucho que cambie la saga, el universo es ya tan inmenso y ha calado de tal manera en nuestro imaginario que no podemos resistirnos a contemplarlo con la mirada de un niño de diez años. 

Gareth Edwards dirigiendo a Felicity Jones, protagonista.

Es por esa estela de nostalgia que pervive en nosotros por la que debemos rogar a Disney, que tiene en sus manos nuestra infancia, para que conduzca con cuidado, salvándola de cualquier terrible destino cinematográfico. "Rogue One" es un film elegante, una historia que completa un vacío imaginario de nuestra juventud de una forma discreta y formal, utilizando con genialidad guiños y recursos que nos sitúan en ese precedente a la ya citada "guerra de las galaxias". Es por lo tanto una gran comienzo para un año 2017 al que nos enfrentamos con franquicias, sagas, alguna cinta indie de autor y con Disney como dios todopoderoso del cine, no sería un mal año para descongelar a Walt. Después de años y años de mechandising barato, vendido en la cola de compra del Fnac, resulta reconfortante que se utilice el mundo de Star Wars de una forma que revitalice sus fans. Muchos se quejan de falta de originalidad en esta nueva era, yo creo que eso ya era previsible desde la primera entrega, sin embargo ello no deja ser fantástico, poseyendo algunos de los mejores personajes del universo cinematográfico. ¿A quién no se le ha caído la baba al ver la nueva presencia de Darth Vader empuñando su sable láser? Un momento estremecedor que suma al clímax de "Rogue One" de una forma excepcional, un final potente y zanjado con toda responsabilidad en esa mirada reconstruida de la Princesa Leia. El inevitable final al que se conducen todos los personajes de esta "historia de Star Wars" es más que predecible y necesario, los rebeldes siempre han tenido una carga implícita de insignificancia. Ya cuando morían los escuadrones más simpáticos en la era galáctica de George Lucas les despedíamos sin ningún afecto, y celebrábamos después la victoria. 

Playas de Scarif al más puro estilo Normandie

Forest Whitaker es Saw Guerrera
Es por ello que "Rogue One" respeta con elegancia el espíritu de la Fuerza, basándose en las distintas teorías religiosas que siempre se han criticado. El propio Edwards parece ser un gran admirador de los creadores de esta galaxia, especialmente de Steven Spielberg, pues la lucha final no solo tiene una estrategia de combate similar al desembarco en la Playa de Omaha, sino que hay algo en el montaje y las batallas que nos lleva directamente al magnífico comienzo de "Salvar al soldado Ryan" (Steven Spielberg, 1998). Los propios cameos de personajes míticos de la saga son la muestra de amor que el fiel padawan advierte para seguir confiando en esta era de Disney, que nos dejó una primera entrega algo decepcionante. Si hay algo por lo que será recordada "Rogue One" es por la resurección de Peter Cushing, uno de los actores más geniales en cuanto al físico incorporado a sus personajes, la vuelta a la vida de su Grand Moff Tarkin es un lujo que muestra en gran avance en los efectos especiales, poder contar con él de una forma tan completa es el mayor regalo al discípulo jedi. La música de Williams suena más potente que nunca, el vestuario resulta más feroz que el de entonces, la carga (y crítica) nazi se hace en esta película de forma más evidente. Lo único que echamos en falta es al Emperador, y en España la voz de Constantino Romero como el eterno Lord Vader, ya que James Earl Jones sigue en la V.O. Toda esta labor por resucitar una infancia que se daba por perdida hace de "Rogue One" una película genialmente entretenida, un buen subproducto de merchandising que podemos disfrutar más allá de la cola del Fnac. Roguemos pues a Disney para seguir en esta fila sin perder la vez. 

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