miércoles, 21 de septiembre de 2016

Ni hombres ni hembras, Mattaruccos

Un tal Diego Mattarucco que es poeta y esas cosas, pretende despistarnos pero camuflado entre versos y fonética es otro psiquiatra argentino que disfruta examinando a sus pacientes, con los que comparte obsesiones, diversiones y dudas existenciales. No se dejen engañar por ese cardenal receloso que les habla con extraña dialéctica embutido en un verdugo rojo, como su hábito coral, ni tampoco se vean intimidados por ese terrorista cuya única arma es la palabra, déjense perder entre ríos de sonidos y no le busquen tres pies al gato. Así se presenta "Ni hombres ni hembras, hambres", el monólogo de Diego Mattarucco donde incluye algunos de sus textos más reconocibles, entre fonemas y poemas, no tema, no tiene que gustarle la poesía si quiera. Se trata de un espectáculo, un calculado espacio de humor donde cabe reflexionar sobre todo lo que fonéticamente ayude al desarrollo del soliloquio, que por una vez es coral, pero no caro. El punto de partida más divertidamente insospechado es que hayan de venir de Argentina a mostrarnos la riqueza de nuestro vocabulario, del ripio más tonto al trabalenguas más elaborado. La colaboración del público es indispensable para la plenitud de la obra, sin embargo si usted no se ve con las suficientes palabras, no huya, que al monologuista le sobran. Así pues en poco más de una hora uno se siente completamente un reflujo de lo allí vivido, después de haber acompañado a un guiri por nuestras provincias más autóctonas, o de invocar a Eros en una sesión espiritista ultralingüista, uno no queda indiferente, no sin antes ser el eco de un soliloquio enamorado. Al fin y al cabo todo se resume en el diálogo, ahí está la grandeza de esta pequeña obra, en palabras que van y vienen para llevarte y traerte.


Todo se resume en diálogo pero un libro no se lee por un resumen. El pequeño espacio de La Nao8 Sala te introduce en un clima acogedor (y fresco, con ventilador incluido), entre aquellos ladrillos uno no sabe si se encuentra en "El club de la comedia" o en unas ruinas vaticanas, de esas que esconden los cardenales para que no les echen de la Capilla Sixtina. Además hace un magnífico uso de la luz, Mattarucco no deja un instante de moverse hacia un lado y otro, y siempre se ve iluminado con sutilidad y relevancia, ya que la luz ("el color") acompaña en todo momento y acoge a los versos perdidos que se han ido cayendo. Quede claro que no estamos frente a un monólogo convencional de los que se han puesto de moda para ahorrar en la envoltura teatral, ni mucho menos antes un recital de poesía convencional, o al menos recitado con más gracia que Pablo Neruda. Existen una serie de libros donde uno escoge el futuro de la historia, toma las decisiones del protagonista y nadie termina la historia de la misma forma. "Ni hombres ni hembras, hambres" tiene una resolución parecida, es cierto que Mattarucco tiene su propia técnica para llevarnos a los Grandes Temas, sin embargo los caminos hacia ellos son siempre diferentes, para lo que uno se debe asegurar de ir bien acompañado. Y recuerden que cuando crean que saca su papeleta de la pecera no hay nada que temer, pues desde el primer momento ya están todos en su pecera, la de él, y disculpen que les trate de usted pero es que les conozco. En la calle de La Nao, 8, les espera este espectáculo al que es mejor que no le saquen la rima y se dejen disfrutar. (Pueden comprar las entradas por anticipado aquí, no duden en hacerlo).

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