jueves, 22 de septiembre de 2016

Mentira conyugal sana

"La Mentira" de Florian Zeller es un libreto magnífico que analiza con humor la condición humana, a simple vista no parece del todo innovadora, el planteamiento es verdaderamente revelador y sugestivo, la esposa del protagonista ha visto a su mejor amigo con otra mujer, a partir de ahí se edifica una magnífica mentira capaz de dominar al espectador, removerlo y desesperarlo mientras intenta descubrir la verdad, o lo que no puede responder más que con carcajadas ante esa situación. Las cenas de amigos, de idiotas o últimas han sido siempre una constante en aquello de plantear un fondo teatral, el encerrar todas las mentiras en un sólo habitáculo para que no se desproporcionen es algo que ya hemos visto en el cine de Álex de la Iglesia o en la última etapa de Roman Polanski. Claro que "La Mentira" va más allá, no trata de encerrar a sus personajes sino de hacer que ellos mismos se encierren en una verdad de la que el público nunca podrá comprobar su veracidad. David Serrano realiza una adaptación sencilla y eficaz, un texto puramente cómico, lleno de pequeños comentarios brillantes en cada escena, una rápido y efectivo guión que nos lleva al enredo más disparatado y que recuerda a algunos clásicos del siglo XX, incluso a la sátira del disparate que se propuso la otra generación del 27. Claro que este componente lo aporta un descomunal Carlos Hipólito, que domina con la mayor naturalidad al tipo medio en una situación conyugal más cercana a las neurosis del cine matrimonial del Woody Allen. Aporta además un elemento cómico poco valorado en el teatro, la cotidianidad, partimos de un grupo de personas cuya vida es verdaderamente plana (véase el decantador de vino), cuya serenidad se ve asaltada por lo que uno de ellos a visto del otro.


El teatro actual parece huir de las historias (tal vez por la pereza del cambio de decorado) y prefiere sentarse a reflexionar sobre un tema, el caso es que "La Mentira" logra convertir cada situación por pequeña que sea en una brillante disección de sí misma. Resulta genial ver como la sencillez del hombre se ve atacada por la presunta mente "maligna" de la mujer, siendo finalmente el hombre el autor de la teoría más descabellada e ¿inverosímil? El duelo interpretativo entre Hipólito y Natalia Millán es realmente desternillante, con un amplificado sentido del movimiento sobre el escenario, realmente parecen estar desarrollando una coreografía entre las neuras de ella y el rostro de él. Claudio Tolcachir dirige esta versión apostando por la más clara sencillez, basándose en la ley de que nada debe distraer al espectador si el libreto es bueno, y ciertemente lo es, en gran parte por la enorme capacidad de los actores para llervárselo a su terreno. A sus propios tics o a su propia manera de discutir, o incluso de irrumpir en la acción donde entra Mapi Sagaseta el gran descubrimiento de la temporada teatral, dominada completamente por su personaje (el más complejo en lo que a mentiras refiere), paso y firme y voz bien audible, entrometida y completamente liberada de cualquier prejuicio, sensacional. Otro gran acierto de Zeller es el uso de la elipsis, no es ni mucho menos habitual sobre las tablas, y aquí es la mejor manera de darnos ese final inesperado y brillante que deja el delicioso sonido de carcajadas (mucho más exagerada, ¡qué ganas tiene la gente de reír!) y aplausos finales. Armando del Río tiene la mala suerte de portar el papel de culpero, aquel al que el espectador echa las culpas con tal de camuflar discretamente la verdad de los protagonistas, para los que desea lo mejor. No dejen de ir a ver esta astuta mirada al teatro de parejas, y no dejen de reír cuando se vean atrapados en la misma mentira. Estreno hoy 22 de Septiembre en el Teatro Maravillas.

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