Fernando Vizcaíno de Sas (abogado laboralista, por añadir información) recuerda hoy a Luis Gª Berlanga con el que compartió momentos desde infante, siendo compañero de escuela de Jorge (hijo del director) y espiando conversaciones entre Mingote, Berlanga, Tono y otros muchos grandes, entre ellos su padre, el escritor Fernando Vizcaíno Casas, también reconocido guionista y abogado laboralista. Vizcaíno Casas colaboró con Rafael Gil en películas como "Mi hijo y yo", "La autonosuyas" o "...Y al tercer año resucitó" basada en una notable obra suya con el mismo nombre. Fernando (Hijo) nos recuerda hoy como era el director desde un punto de vista más de dentro y... "laboralista".
Luis Berlanga (el García
tardé
mucho en hacerme con él) era, directamente, un cachondo burgués
metido a cineasta. Cuando conducía abandonaba el volante y volviéndose
de espaldas se ponía a discutir de señoras, de tacones o de literatura erótica,
lo que provocaba el pánico entre los pasajeros que veían peligrar sus
vidas por la erudición del maestro.
Siempre jugaba en otra división
intelectual respecto a quien
dialogara con él, joven o viejo, profesor o alumno,
cocinero o fraile. Nadie sabía más de horchata que él
y ni la misma Emperatriz Sissi hizo tanto por el Imperio Austrohùngaro
como él.
Es curioso que un libertario, como se definía, tuviera una palabra fetiche (también
usaba astrolabio y rotoprint,
claro) tan autoritaria y rimbombante. Metió en una película final todo su
mundo y no se puede entender a Luis sin ver "París-Tumbuctú" un
par de veces.
Me fascinaba verle discutir con
Azcona, y no precisamente del escote de las señoras que pasean por enfrente de Camino
Real donde se ponían a escribir. O disfrutar como un niño pequeño
en las mascletàs en el balcón del Ayuntamiento de Valencia. Porque
esa es otra de las pistas para conocer a Berlanga: visitar los monumentos
falleros y embeberse del arte cómico de los ninots.
Creo que frases como "sapos no
gracias" con los que un pobre rechaza unos langostinos en "Plácido" o Pepe Isbert susurrando machaconamente "Como alcalde vuestro que soy os
debo una explicación...", para acabar con ese maravilloso cura que fue
Agustín
González
gritando:"...lo que yo he unido no lo separa ni dios...", deberían
sonar en altavoces debidamente instalados en la vía pública como remedio a la desesperanza
que la crisis ha instalado en nuestro país.
Como desde muy pequeño
estuve con él, con Mingote, Tono, Neville, Jardiel, mi padre...creo que
nunca he valorado suficiente lo genios que eran. Lo hacían todo de forma natural e igual Tono
inventaba un cacharro nuevo para aparcar sin mirar atrás, que Mingote
dibujaba un "Velázquez by Mingote", que Luis se escribía
la escena final de "Calabuch" con el espectacular castillo de fuegos
artificiales. Sin despeinarse. Ese es el verdadero genio.
Presumía de triste y solitario,
desesperanzado y metido en su mundo donde no era fácil recibiera a
nadie. Y es verdad que no era un dechado de simpatía o cariño,
pero tampoco era un sieso que conste. Su personaje que más le define es ese
verdugo heredero forzoso del oficio del suegro camino del garrote en peor
estado que quien iba a ser ajusticiado. Ese contraste tremendo entre la vida y
los sentimientos con una pizca de amargura y con lo estrambótico
de la situación que la torna de dramática a cómica, si pudiera ser Luis. O no,
porque creo que le importaba un pito los análisis de su persona o de su obra.
Hizo un cameo vestido de guardia urbano
(de los del Madrid de los 50') en una de esas comedias de Toni Lebran y Manolo Gómez
Bur y luego se burló de sus amigos haciéndoles salir en pantalla vestidos de
iguales formas (el más recordado Mingote de Guarda Real en el Palacio de
Oriente).
Al final, el pobre postrado porque
no tuvo la suerte de ser rey, pero si la misma desgracia de que se equivocarán
repetidamente en sus operaciones de cadera, disfrutaba con el fútbol
y nuestro Valencia, aguantando estoicamente los berrinches de Fernando si, como
era desgraciadamente habitual, los "chés" perdían y viendo
compulsivamente toda serie de
programas de televisión. Hasta su muerte que fue tranquila y tímida
como el mismo gustaba de andar por la vida.
Hace tres años ya y parece un
minuto porque, gracias a dios, nos quedan sus películas que pasan continuamente por los
distintos canales de televisión porque siguen frescas, modernas y
arrancando la sonrisa del espectador. Desde las más antiguas a la serie
"Nacional" (¡cómo olvidar los porteros automáticos que
Sazatornil intentaba colocar al ministro!) verlas hoy sigue siendo una gozada
que se recomienda como el “Agua de litines” (soda para
entendernos) para combatir el calor de verano.
Ácrata, libertario, cachondón,
valenciano hasta la médula, taciturno, hipocondríaco, supersticioso e inmensamente español, Luis Berlanga (perdón
de nuevo por el García pero no me sale) era un fenómeno irrepetible y quienes tuvimos la
suerte de conocerle sabemos, además, que disfrutó con lo que hizo y
como vivió.
Ya sólo queda despedirnos con una imagen de
alguno de sus actores preferidos (¿Manuel Aleixandre?), tocando el trozo
de madera que siempre hay que llevar encima, un fundido en negro y
....FIN
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