miércoles, 20 de noviembre de 2013

Fernando Vizcaíno recuerda a Berlanga


Fernando Vizcaíno de Sas (abogado laboralista, por añadir información) recuerda hoy a Luis Gª Berlanga con el que compartió momentos desde infante, siendo compañero de escuela de Jorge (hijo del director) y espiando conversaciones entre Mingote, Berlanga, Tono y otros muchos grandes, entre ellos su padre, el escritor Fernando Vizcaíno Casas, también reconocido guionista y abogado laboralista. Vizcaíno Casas colaboró con Rafael Gil en películas como "Mi hijo y yo", "La autonosuyas" o "...Y al tercer año resucitó" basada en una notable obra suya con el mismo nombre. Fernando (Hijo) nos recuerda hoy como era el director desde un punto de vista más de dentro y... "laboralista".

Luis Berlanga (el García tardé mucho en hacerme con él) era, directamente, un cachondo burgués metido a cineasta. Cuando conducía abandonaba el volante y volviéndose de espaldas se ponía a discutir de señoras, de tacones o de literatura erótica, lo que provocaba el pánico entre los pasajeros que veían peligrar sus vidas por la erudición del maestro.

Siempre jugaba en otra división intelectual respecto a quien
dialogara con él, joven o viejo, profesor o alumno, cocinero o fraile. Nadie sabía más de horchata que él y ni la misma Emperatriz Sissi hizo tanto por el Imperio Austrohùngaro como él. Es curioso que un libertario, como se definía, tuviera una palabra fetiche (también usaba astrolabio y rotoprint, claro) tan autoritaria y rimbombante. Metió en una película final todo su mundo y no se puede entender a Luis sin ver "París-Tumbuctú" un par de veces.

Me fascinaba verle discutir con Azcona, y no precisamente del escote de las señoras que pasean por enfrente de Camino Real donde se ponían a escribir. O disfrutar como un niño pequeño en las mascletàs en el balcón del Ayuntamiento de Valencia. Porque esa es otra de las pistas para conocer a Berlanga: visitar los monumentos falleros y embeberse del arte cómico de los ninots.

Creo que frases como "sapos no gracias" con los que un pobre rechaza unos langostinos en "Plácido" o Pepe Isbert susurrando machaconamente "Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación...", para acabar con ese maravilloso cura que fue Agustín González gritando:"...lo que yo he unido no lo separa ni dios...", deberían sonar en altavoces debidamente instalados en la vía pública como remedio a la desesperanza que la crisis ha instalado en nuestro país.

Como desde muy pequeño estuve con él, con Mingote, Tono, Neville, Jardiel, mi padre...creo que nunca he valorado suficiente lo genios que eran.  Lo hacían todo de forma natural e igual Tono inventaba un cacharro nuevo para aparcar sin mirar atrás, que Mingote dibujaba un "Velázquez by Mingote", que Luis se escribía la escena final de "Calabuch" con el espectacular castillo de fuegos artificiales. Sin despeinarse. Ese es el verdadero genio.


Presumía de triste y solitario, desesperanzado y metido en su mundo donde no era fácil recibiera a nadie. Y es verdad que no era un dechado de simpatía o cariño, pero tampoco era un sieso que conste. Su personaje que más le define es ese verdugo heredero forzoso del oficio del suegro camino del garrote en peor estado que quien iba a ser ajusticiado. Ese contraste tremendo entre la vida y los sentimientos con una pizca de amargura y con lo estrambótico de la situación que la torna de dramática a cómica, si pudiera ser Luis. O no, porque creo que le importaba un pito los análisis de su persona o de su obra.

Hizo un cameo vestido de guardia urbano (de los del Madrid de los 50') en una de esas comedias de Toni Lebran y Manolo Gómez Bur y luego se burló de sus amigos haciéndoles salir en pantalla vestidos de iguales formas (el más recordado Mingote de Guarda Real en el Palacio de Oriente).

Al final, el pobre postrado porque no tuvo la suerte de ser rey, pero si la misma desgracia de que se equivocarán repetidamente en sus operaciones de cadera, disfrutaba con el fútbol y nuestro Valencia, aguantando estoicamente los berrinches de Fernando si, como era desgraciadamente habitual, los "chés" perdían y viendo compulsivamente toda serie de programas de televisión. Hasta su muerte que fue tranquila y tímida como el mismo gustaba de andar por la vida.

Hace tres años ya y parece un minuto porque, gracias a dios, nos quedan sus películas que pasan continuamente por los distintos canales de televisión porque siguen frescas, modernas y arrancando la sonrisa del espectador. Desde las más antiguas a la serie "Nacional" (¡cómo olvidar los porteros automáticos que Sazatornil intentaba colocar al ministro!) verlas hoy sigue siendo una gozada que se recomienda como el “Agua de litines” (soda para entendernos) para combatir el calor de verano.

Ácrata, libertario, cachondón, valenciano hasta la médula, taciturno, hipocondríaco, supersticioso e inmensamente español,  Luis Berlanga (perdón de nuevo por el García pero no me sale) era un fenómeno irrepetible y quienes tuvimos la suerte de conocerle sabemos, además, que disfrutó con lo que hizo y como vivió.


Ya sólo queda despedirnos con una imagen de alguno de sus actores preferidos (¿Manuel Aleixandre?), tocando el trozo de madera que siempre hay que llevar encima, un fundido en negro y

                                    ....FIN

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