lunes, 16 de septiembre de 2013

Allá donde pone privado está Raphael


El principio:

Ayer fue una gran noche. Llevaba tiempo queriendo asistir a un concierto del gran Raphael y hace unas semanas se me presentó la oportunidad, cuando llega a mis oídos que el famoso cantante iba a tener seis grandes noches en el Teatro de la Zarzuela decidí apuntarme, y hasta el viernes pasado no pude confirmar mi asistencia a la actuación. Iba a ver "Tour Mi Gran Noche", donde cantaría el magnífico Rapahel. Cuando lo conseguí estuve todo el fin de semana deseando ir al concierto, que al final fue estupendo. El Domingo comenzó buscando acompañante, al final conseguí encontrar a Luis del Roto, acababa de terminar su concierto, también un gran éxito, y cuando se lo propuse aceptó encantado. Con lo cual yo y éste gran músico, colaborador de la revista Tarántula, fuimos al concierto esperado con las expectativas al máximo. Aunque detrás de todo yo tenía un plan, llegar al teatro y localizar los vestuarios para después conseguir ver al artista. En éste intento tuve varios fracasos hasta que al final conseguí hallar un medio de conexión, cuando llevé a mi acompañante a verlos nos encontramos con un hombre vestido de chaqueta, más tarde descubrimos que era el pianista que acompañaría en la representación. Nos dijo que preguntásemos por el manager, no le encontramos, pero una puerta estaba abierta, en ella se veía un espejo donde se reflejaba Raphael. Advertí a mi compañero y en un primer momento decidimos no molestarle antes de su actuación, aunque los nervios nos jugaron una pasada, para bien o para mal, y llamamos a la puerta. Raphael abrió y sorprendido nos deleitó con una sonrisa, le dimos la mano y le presentamos nuestros respetos, "...que tenga mucha suerte. Con el corazón a cien..." le dijimos. Satisfechos subimos a nuestros asientos, le habíamos dado la mano diez minutos antes de su gran actuación.

El concierto:

Comenzaba a sonar la percusión, el piano lidiaba con el tambor con notas finas, la guitarra tocaba sus primeros acordes y el maestro salía a cantar. El público aplaudía, las señoras de sesenta, setenta y ochenta años bailaban, las jóvenes se lanzaban hacia él, (que recibió muchos halagos durante la actuación) los señores mayores reían con sus mujeres y entraban en celos cuando ellas gritaban "¡¡¡Guapo!!!" o "¡¡¡Te quiero Raphael!!!" y pocos eran los niños que acudieron a la celebración, por no decir que había solo uno. Raphael tenía al público con sigo desde el principio, pero por si acaso ya estaba cantando "Mi gran noche" como segunda canción. Se marcó sus famosos bailes que todos aplaudíamos y hizo algunos comentarios en el que nos explicaba que "...hay canciones y canciones, unas gustan a unos, otras gustan a otros..." allí una aficionada gritaba "¡A mí me gustan todas!", y Raphael proseguía "...y hay otras que me gustan a mí...". Después de ofrecernos sus grandes éxitos ("Al ponerse el sol", "Corazón, corazón", "Digan lo que digan", "Hablemos del amor" y "Los amantes" entre otras muchas) y de demostrarnos su alegría de estar en casa, en Madrid, llegó el momento de un emotivo discurso final en el que anunciaba que "esta semana se me ha hecho muy corta, por eso mi próximo reto es mantener el espectáculo tres meses", la gente aplaudía. El cantante dedicó unas últimas palabras a su público y cuando terminó, así como si nada (después de tres horas de concierto) llegó el momento de "Como yo te amo", siendo Raphael la mejor voz masculina española de todos los tiempos nos recordaba con esta canción a la mejor voz femenina española, la de Rocío Jurado, que tan bien le acompañaba con su magnífico timbre de voz, timbre que Raphael siempre veneró. "Madrid yo te amo tanto, tanto, tanto" terminaba, en ese momento yo salía a toda velocidad para entregarle una carta y una rosa que había preparado para él. Por cierto, se echó en falta su gran canción "Yo soy aquel", con la que nos representó en Eurovisión de 1966.

Backstage:


Un hombre nos impedía el paso al "backstage" por el lugar oficial, así que dimos la vuelta al teatro y encontramos la puerta trasera que llevaba al camerino del artista que antes habíamos encontrado. Con paso firme y saludando a los guardias pasamos desapercibidos y esperamos a que saliese. Sí, estábamos entre bambalinas y esperando al mismísimo Raphael. Es entonces cuando, después de varios minutos de espera, el gran artista salía cambiado y despejado. Comienza saludando a algunos de sus fans que habían pasado con permiso de la organización, al final nos volvemos a encontrar, le damos la mano, y yo le entrego la carta que le había escrito (la rosa no se la entregué porque había perdido muchos de sus pétalos durante la actuación y se había quedado en nada) también me presenté porque había conocido a su hija Alejandra y su familia en un viaje a Gerona. Después salimos por la puerta de donde más tarde saldría el artista y cuando bajamos la calle se oyeron los gritos de las fans, Raphael había salido. Por cierto, en esa puerta ponía privado y es que si descubrimos donde estaba el maestro es porque donde pone privado está Raphael. 


Bajo estas líneas una imagen de archivo. Abajo la Rosa Blanca y la Carta que iba a entregar a Raphael.



Bajo estás líneas otra imagen de archivo en la que estoy dando los últimos toques a la carta que iba a entregar a Rapahel.


2 comentarios:

  1. Objetivo cumplido, emocionante, buen texto, y tú feliz como un niño con zapatos nuevos

    ResponderEliminar
  2. Que maravilla lo que escribes! Me imagino como bailaria la emoción por todos los rincones de la sala!
    Me ha encantado, gracias a tu manera de relatar, aL sentimiento que desprenden tus letras, me he trasladado ahí, he podido escuchar gracias a ti al gran Raphael.
    Bravo! Gracias

    ResponderEliminar