viernes, 30 de marzo de 2018

Fariña, sin cortar

La nueva serie de Antena 3 es todo un redescubrimiento, y digo "re" porque "Fariña" (Carlos Sedes y Jorge Torregrossa, 2018) es una vuelta a la mundialmente reconocida "Narcos" (2015), un estilo similar y mucha droga sin cortar. Volvemos a sentir la misma sensación de adicción, acrecentada por la morriña, las costas gallegas y los carallos en vez del malparido gonorrea. La serie ha sabido crear su propio ambiente, la referencia era obligada, pero "Fariña" respira mucho aire propio y navega por sus propias rías, como decían en uno de los primeros episodios, "aquí el único Escobar que conocemos se llama Manolo". La serie viene a demostrar aquello a lo que ya apeló Pilar Miró, fallecida hace más de dos décadas, el enorme valor histórico, cultural y literario de nuestro país, de nuestra tierra. "Fariña" ha demostrado que no es necesario ser gallego para emocionarse al escuchar el acento, ni para disfrutar de una producción de calidad, una apuesta fuerte y segura sobre un tema jugoso que parece haber traído a la actualidad aquellos tiempos de película. Todo el rollo jurídico que envolvió la publicación del libro homónimo a la serie de Nacho Carretero pare haber adelantado la emisión de la misma y, solo unas semanas después de que España pudiese ver el primer capítulo, se ha producido la detención de Tania Varela, importante narcotraficante gallega buscada por la Europol desde hacía años, que no ha tardado en ser relacionada con Laureano Oubiña y Sito Miñanco, protagonistas de la serie que se emite en el prime time de los miércoles. Los americanos cometieron el error de matar a Pablo Escobar, la serie sin él parece falta de vida, sin embargo, España siempre contará con el añadido de la picaresca literaria y la corrupción elevada a esferas insospechadas. Actualmente Sito Miñanco ha logrado suspender el juicio contra él por blanqueo de diez millones de euros y realiza una huelga de hambre desde un módulo de aislamiento.

Lourenzo y Rey en un fotograma de "Fariña"

El primer acierto de la serie de Antena 3 es la apuesta por una estética cinematográfica y muy marcada, un brillante tratamiento de la imagen que da coherencia a la serie en conjunto y permite disfrutarla como si se tratara de un producto cinematográfico. La calidad que parecía reservada al cine y a las series extranjeras ha logrado calar en estos narquiños que huyen del dogmatismo televisivo y los tonos hermanados y grises, sin olvidar las bases de la pequeña pantalla, los cliffhangers, la apertura de subtramas y el seguimiento de personajes. Este es el segundo punto fuerte de "Fariña", unos personajes variopintos, sinceros y respetables, que además cuentan con que son rostros que todos recordamos o hemos visto en algún momento, imágenes que por motivos publicitarios o informativos hoy vuelven a todas las cadenas (de Atresmedia, se entiende) trayéndonos la realidad y la dureza del momento. Recordándonos que la guerra entre narcos gallegos fue real, que ahí estuvo esa figura padrinesca de Terito, el terrorífico patriarcado de los charlasen o la jugosa figura de Miñanco, que como los mejores villanos consigue que estemos siempre de su parte. Incluso cuando en la trama policíaca tenemos a Tristán Ulloa al frente. Otro gran acierto de la serie, un reparto brutal, gallego y con unos papeles que exigen unas interpretaciones frenéticas que revalorizan a actores como Manuel Lourenzo o Antonio Durán "Morris", fantásticos como el magnánimo Vicente Otero y el brutal padre Charlín, respectivamente. Al frente de la serie Javier Rey, actor con recursos, como sus contemporáneos —ya vimos sufrir el método narco-colombiano a Tamar Novas—, que se ha convertido en un protagonista interesante. Este es el tipo de #MeToo que todos estábamos esperando, #NosotrosTambiénTenemosNarcos y molan más que los vuestros.

La "sociedad" completa, que tiemblen las Rías Baixas

1 comentario:

  1. Desde luego que, por como lo cuentas, me has convencido y comenzaré a ver la tele con esta serie.

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