sábado, 22 de agosto de 2015

Jacques Tati es reivindicado

Era muy pequeño cuando me regalaron "Zafarrancho en el circo" (Jacques Tati, 1974) y ya entonces no pude evitar reírme del arte mímico de Tati, todo un enorme descubrimiento aún sin matizar, quedará por siempre en mi memoria el gag del hombre que no puede ver el espectáculo porque delante de él hay otro hombre que lleva un enorme casco, una de las escenas que quedan por siempre en tu retina y no tardas en recordar para pasar un buen rato. Sin embargo fue mi tía la que me introdujo de lleno en el mundo de este fantástico cómico francés que comprendió y lo exportó a su máxima expresión lo que es el cine, diálogos cortos y una enorme carga visual que heredarían muchos de los grandes como François Truffaut o Quentin Tarantino, aparentemente dos estilos completamente distintos pero que rescatan esa complicada sencillez que es el cine. "Mi tío" (Jacques Tati, 1958) fue la primera película que disfruté con cierto conocimiento sobre su autor, un merecido Oscar a la Mejor Película Extranjera donde el mimo convierte sus inalcanzables sueños en realidad, una película que ha sido tratada de comedia sofisticada cuando en realidad funciona como una sátira magistral hacia ella, todo un trabajo de culto y comedia utilizado con la maestría que sólo podía ejercer Tati. El interés sobre su cine crece cuando se suceden anécdotas como que "Novio a la vista" (Luis García Berlanga, 1954) está claramente influenciada por "Las vacaciones del señor Hulot" (Jacques Tati, 1953), aunque el film fue estrenado en España durante la producción de "Novio a la vista", quien sabe si Edgar Neville, Bardem, José Luis Colina o el propio Berlanga entraron en algún cine francés antes de escribir el guión conjuntamente. Verdaderamente monsieur Hulot miraba el mundo desde un lugar diferente, si Chaplin lo hacía desde unos engranajes, Harold Lloyd desde la altura de un reloj y Buster Keaton al frente de su máquina de vapor, Tati lo hacía desde su abandonada Francia que tras su obra volvió a estar bajo el punto de mira cinematográfico y tal vez así el nacimiento de la nouvelle vague fuese concebido en este momento.


La situación de Tati fue siempre algo cómica, desde sus orígenes rusos (ya que su verdadero apellido es Tatischeff, nieto natural del conde Dimitri Tatischeff) ha sus inicios como mimo que supo mantener en su estrellato cinematográfico. Su decadencia fue larga y triste, era requerido para dirigir anuncios televisivos, y su largometraje "Playtime" (1967) le llevó a la bancarrota personal, sin embargo fue un éxito de taquilla y por su puesto de crítica, años antes de su fallecimiento en 1982 ya era un miembro olvidado del pasado. Sin embargo existió un pequeño gremio que luchó por la pervivencia de su cine, entre ellos Sophie Tatischeff, su propia hija editó y mejoró la calidad de la imagen de las grandes obras de su padre, y en 2002 terminó el proyecto inacabado de Tati, el documental "Forza Bastia". Nunca es un mal momento para una buena comedia, siempre son preferibles ante un intenso drama inacabable, cuando termino de ver alguna de las grandes películas de la historia por primera vez termino asombrado y enfadado, pues no sé cuanto tiempo pasará hasta que vuelva a encontrarme ante otra gran película de esta talla, con toda la obra de Jacques Tati me ocurrió lo mismo, cuando todo parecía perdido Sylvain Chomet decide rodar con animación un guión perdido del genio francés, "El ilusionista" (2010) nos devuelve al más puro Tati con una animación elegante y delicada que sabe respetar la figura de uno de los más grandes creadores del cine francés, una preciosa obra que nos hizo recordar a Tati, y que la descubrió para una nueva generación, toda una hazaña. Ahora ha salido a la venta un delicioso pack que reúne toda la obra del director francés, donde también encontramos sus preciados cortometrajes, si uno creía haberlo visto todo del mimo más famoso de la historia, hoy tiene una segunda oportunidad para comprobarlo, sea reivindicada la figura del genio Tatischeff.

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