martes, 14 de abril de 2015

Manuel Gutiérrez Aragón, o "berlanguiano" en la RAE

Ya es conocida la figura del cineasta Manuel Gutiérrez Aragón, que además de habernos regalado su cine, personal e incomparable con otra cinematografía, nos ha demostrado su pasión por la literatura y el séptimo arte en numerosos artículos y libros que completan su extensa carrera. El último artículo que leí fue en la nueva revista "Ego", donde con un calmado aire melancólico nos hizo recorrer la Cuba de su infancia, sin duda eso me llevó a recordar su filme "Cosas que dejé en la Habana" (Gutierrez Aragón, 1997), una de sus películas más "ñoñas", aunque de indudable calidad cinematográfica, la calidad del autor de cintas como "Demonios en el jardín" (1982) o "La mitad del cielo" (1986), cuyo despertar con "Habla, mudita" en 1973 se convirtió en todo un clásico de nuestro querido cine rural, que José Luis Cuerda elevó al cuadrado con su recordada trilogía, nada surrealista. Como una serie de directores, entre los que se encuentra el asturiano Gonzalo Suárez, Manuel Gutiérrez Aragón lleva un largo periodo sin acercarse a las cámaras, refugiándose en sus plumas que en ambos casos, remarcando aún más el erotismo de Suárez, no suelen defraudar. Gutierrez Aragón es miembro de la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando desde 2004, y es ahora el único candidato para la vacante que dejó José Luis Sampedro en la Real Academia Española, desde el fallecimiento de nuestro querido José Luis Borau en 2012 ningún cineasta se ha sentado en los reales sillones, con la más que posible entrada de Gutierrez Aragón puede que se restaure ese equilibrio que estabilizan los cineastas.


Una de las obcecaciones de José Luis Borau fue la de introducir el adjetivo "berlanguiano" en la RAE, pese a todo aún a día de hoy no lo encontramos entre sus páginas como: propio y característico de Luis García Berlanga, o que tiene semejanza con el estilo de las obras de tal cineasta. Lo que viene a ser útil en situaciones absurdas, comicidad caústica, y enfoques grotescos que a veces proliferan en una sociedad difícil de meter en cuadro, como dice Jorge Berlanga en el libro "¡Viva Berlanga!". En mi opinión una palabra Realmente necesaria, no tienen más que echar un vistazo a algunos artículos de este blog, o simplemente enfrentarse a una situación como las definidas: La abuela, gran matriarca de la familia, queda colapsada ante unas interminables escaleras, entre familiares conseguirán levantarla, con silla incluida, recordando la imagen de Rafaela Aparicio en "Mamá cumple 100 años" (Carlos Saura, 1979), y la llevarán a su preciado destino, la abuela con una sonrisa victoriosa saldrá adelante, mientras que alguna hernia de recuerdo pueda quedar para sus incansables familiares. Una escena parecida se recreaba el otro día en "Cuéntame cómo pasó", donde una triunfal María Galiana se hacía con la cámara en todo momento, sin embargo a menor escala seguro que nos enfrentamos con alguna una vez a la semana. Como miembro del Centro de Altos Estudios Berlanguianos, que creó José Luis García Sánchez, Manuel Gutiérrez Aragón puede significar una continuación de Borau, en éste y otros aspectos como la reforma de la imagen pública de la tachada "farándula". Esperamos la inminente entrada del del director cántabro en la RAE. 

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