viernes, 4 de agosto de 2017

De Georges Prêtre y Año Nuevo

Recientemente busqué el vídeo de la Marcha Radetzky con la que Georges Prêtre —a los ochenta y cinco años— clausuró el mejor concierto de Año Nuevo de las últimas décadas, el de 2010, convirtiéndose en el director más veterano en ponerse al frente de la Sinfónica de Viena. Cuál sería mi sorpresa al descubrir que uno de los hombres —el otro sería Fernando Argenta, también fallecido, y su mítico conciertazo— que inició mi pasión por la música clásica, con su naturalidad, su frescura, su alegría y su forma de desentenderse de la orquesta para dar todo su ser al público, había fallecido siete años después de aquella gloriosa intervención en una pequeña localidad francesa. Prêtre tuvo una de las carreras más hermosas dentro de la dirección de orquesta, antes de que Barenboim y Dudamel lo pusieran de moda. Entre sus mayores éxitos todas y cada una de sus participaciones con la Callas, así como sus mítico montaje de "Carmen", hasta llegar a ser el director de la Ópera Nacional de París en 1966. Por la gloria de nuestra patria queda en el recuerdo la voz de Montserrat Caballé en su versión de "La Traviata" de Verdi, y la colaboración del pianista Gonzalo Soriano con una pieza de Ravel. Pero como ese concierto con el que nos dio la bienvenida al año 2010 no hubo precedentes, ni si quiera la fuerza y exigencia que atrapó al público en 1987 con esa misma pieza y Herbert von Karajan a la batuta logran ensombrecer la enorme sonrisa de Prêtre. Conocidas fueron la "Madama Butterfly" y "La Bohème" que firmó en los años 60' con el también inolvidable Luciano Pavarotti. Falleció el 4 de enero, poco después de este último concierto de Año Nuevo, ese al que él supo dar toda su energía para grabarlo por siempre en nuestra memoria.

Preparando la obertura de "Carmen" junto a Maria Callas

El primer sorprendido tras aquella Marcha Radetzky, que venía precedida de algunas de las polcas más animadas jamás vistas en este concierto, fue José Luis Pérez de Arteaga, el gran narrador de la música clásica en español que fallecería un mes después del propio Prêtre. Así este próximo 2018 deberemos enfrentarnos solos ante el peligro, sin nuestra voz y con el espíritu del director francés sobrevalorado el teatro vienés. Personas que realmente aman esta música y que nos han transmitido ese amor a muchas otras, pérdidas que se notan de verdad y que nos pesan en el recuerdo, aunque la carne muera, la memoria no tiene edad. Todavía en 2016 se vio la última interpretación de Prêtre, rebosante de fuerza, entregado a sus músicos, con el rostro enternecido y aparentemente dominado por la trascendencia que permanecerá eterna en ese Teatro de la Scala de Milán. Con motivo de ello la televisión francesa le realizó un especial en el que se ve de cerca su mirada azul, clara, penetrante junto a su sonrisa de medio lado, emocionado sin emocionarse ante un aria de Maria Callas, todo un testamento de un música muerta entre reggeaton y pachanga, palabras que no deberían aparecer en esta despedida y que, sin embargo, aquí están. Algunas de las piezas más reconocidas de que grabó Prêtre han sido utilizadas en distintas películas, como es su "Carmen" introducida dentro de la banda sonora de "Callas Forever" (Franco Zeffirelli, 2002), habanera que también rescató el reciente film "Juego de Armas" (Todd Phillips, 2016). Su "Intermezzo Sinfonico" del "Pagliacci" de Leoncavallo estaría también presente en "T2: Trainspotting" (Danny Boyle, 2017), un film menor que junto con su original graba una de las mejores bandas sonoras de las últimas décadas. Así pues quede esta justa despedida al gran Georges Prêtre.

Aquel maravilloso Año Nuevo de 2010

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