miércoles, 12 de octubre de 2016

"Elle" de Paul Verhoeven

Paul Verhoeven ha demostrado ser uno de los mayores creadores cinematográficos contemporáneos, siendo capaz de haber rodado algunos de los mayores bombazos de Hollywood, llenos de modernidad e innovación visual como "RoboCop" (Verhoeven, 1987) o "Desafío Total" (Verhoeven, 1990), acusados de cierta entrega a los grandes estudios, de lo que no dudo, sin embargo su mayor logro en Hollywood fue introducir sus pequeños guiños a su persona como autor, presentes en "Instinto Básico" (1992) o más claramente en "Showgirls" (1995), que se ha unido a esa serie de películas malas de los 90' que hoy concebimos como obras de culto. El ser completo de Verhoeven como cineasta llega con "El libro negro" (Verhoeven, 2006), portando un clasicismo realmente bello, y una delicadeza sublime para tratar la Segunda Guerra Mundial, lo que ya habíamos olvidado desde "Casablanca" (Michael Curtiz, 1942). Con "Elle" (Paul Verhoeven, 2016), el cineasta holandés ha llegado a un clímax cinematográfico, una película intangible, bella en cada plano y oscura en cada mirada, pretendiente de un cine de autor contemporáneo, pero entregado a la sutileza de ese París que siempre oculta algo bajo los besos en la Torre Eiffel y los desfiles por los Champs-Élysées. Y con todo ello una maldición que revoca todo lo dicho, pues la cinta está cargada de un misterioso morbo comercial, lo que probablemente haga que se lleve todas las alabanzas posibles sin recoger ningún premio, como ya ocurrió en el pasado Festival de Cannes. Eso sí, en España se mantiene en el Top10 con solo 73 copias, confirmando así la maldición Verhoeven -quién la tuviera- de hacer comercial un film como "Elle".


"Elle" es puro cine, pese al estar basada en la novela "Oh..." de Philippe Dijan. El guión de David Birke es escueto, utiliza los diálogos para narrar lo indispensable o para salpicar la escena de un cuidado y refinado humor negro que se desenvuelve con sofisticación entre la burguesía parisian, tanto que parece encarnarse en el sublime Michel Piccoli de "Belle de Jour" (Luis Buñuel, 1967). Y todo ello gracias a una de las más grandes actrices que hoy en día encontramos en el panorama internacional, Isabelle Huppert, que resulta brillante en la frialdad de su personaje, "El Príncipe" de Maquiavelo es un dibujo animado en comparación con el delicioso despotismo que embauca a esta tal Michèle Leblanc. Todo en la película es francamente necesario, llegamos a necesitar de algo prolijo para relajarnos y salir de esta tensión constante en la que nos vemos sumergidos, digo tensión por que es la base de este thriller, donde el suspense juega un papel indispensable pero algo sencillo y clásico, que no deja de ser deleitable. Comenzamos con una violación que se hace presente desde los títulos de crédito, lo descubrimos ante la mirada de un gato que nos dice todo sobre su dueña en su intensa mirada. El resto de personajes son el esquema básico de la cómedie-française, con más o menos extravagancias (brillante Judith Magre) o filias indispensables para erguir este film, que pese a todo es 100% Verhoeven, desde que vemos las iniciales VH en el coche de Michèle. Después de todo hay momentos verdaderamente brillantes, como el documental sobre el padre de Michèle o esa fantástica cena de Navidad, cuya representación no dista mucho de cualquiera de las que se podría haber escenificado sobre aquel teatrillo de "El discreto encanto de la burguesía" (Luis Buñuel, 1972), con representación vaticana incluida. Sencillamente, la mejor película del año.

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