lunes, 9 de noviembre de 2015

La regressión de Amenábar

En el género del suspense, Alejandro Amenábar, ha logrado formarse como un sinónimo. Desde su ópera prima, "Tésis" (Amenábar, 1996), ha mantenido un ritmo constante difícil de descifrar que une la base primordial del cine –entretenimiento– con una elegante estética que rompe con los viejos clichés impuestos por un mal cine de terror, e incluso hace una ligera crítica mordaz reinventándolos mostrando así su limpieza y ridículo frente a un cine de autor. Incluso en "Mar adentro" (Amenábar, 2004) es capaz de mantener cierta inquietud en el espectador, que por equiparación a la vida sabe desde el primer momento el final, ya que de momento sólo Quentin Tarantino es capaz de asesinar a Hitler durante un estreno de cine. En referencia a este director americano, Amenábar también toma un largo periodo de tiempo para meditar sus films, lo que nos despierta una gran ansia de ver su próxima película cuando se nos presenta en la cartelera, y aunque Tarantino nunca falle nuestra comparativa nos ha hecho dudar en los últimos años. Ninguna de las cintas de Alejandro Amenábar es mala como tal, pero en ocasiones sabe encontrarse mejor con el público y de regalarle alguna de sus fantásticas y terroríficas ideas inimaginables. Con "Regression" (2015) el cineasta regresa a sus orígenes, al gran potencial cinematográfico que animó a José Luis Cuerda a producir films como "Abre los ojos" (Amenábar, 1997). Con "Los otros" (2001) supo darse a conocer a nivel internacional con una de sus ideas menos originales, aunque logró un filtro elegante y brillante para el nuevo cine de terror, lo que le valió para calentar el motor que le daría el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa por su siguiente trabajo.


"Regression" no es una cinta de terror, es la máxima expresión del suspense quizás más cercano al Polanski de "La semilla del diablo" (1968) que a cualquier obra maestra de Alfred Hitchcock, su objetivo no es descubrir al asesino, sino mantener al espectador en una tensión constante que perdura durante los minutos posteriores al final de la película. Sin embargo frente a la europeización que ha mantenido Polanski durante toda su carrera o incluso Hitchcock con su imperturbable humor inglés, y lejos del cine de autor de Tarantino, Amenábar se deja consumir demasiado por esa estética americana a la que se resistió en sus primeros trabajos, es entonces donde se ve esa destinación comercial a una de sus mejores ideas por la capacidad de jugar con la verdad, la mentira y el trastorno con un tema tan emblemático como a primera vista resulta el de los ritos satánicos. Se mantienen las magníficas obsesiones cinéfilas de un director cuya base en la mejor técnica saca lo mejor de los intérpretes que escenifican su complicada mente sobre los hilos que sostienen sus guiones, entre los que se encuentra la religión, un fuerte fundamento cristiano impuesto desde la infancia que en "Regression" juega un papel clave que hace reconsiderar las bases morales del espectador. Sin duda el punto fuerte de su último trabajo es la vuelta a su juego con la mente del espectador, que en todo momento queda enclaustrado en el oscuro ambiente del film siguiendo los terribles sucesos que se acontecen y que desembocan en un delicioso y liberador final, no irremediable como sucede en ese "final made in Hollywood" que ironizó Woody Allen, pero sí alejado del tópico de género.


Al director de casting, Jason Knight, le precede una serie de películas comerciales para la que ha encontrado siempre al actor sencillo que encaja con la comedia romántica –"Lejos de ella" (Sarah Polley, 2006)– o la última súperproducción –"Pixels" (Chris Columbus, 2015)– sin embargo ello le ha ayudado a contar con actores terriblemente comerciales que se encuentran en un desbordante crecimiento interpretativo que ofrecen una magníficas interpretaciones en el film de Amenábar, comenzando por un delirantemente genial Ethan Hawke que nos descubre a una extraña y tímida Emma Watson que llega a tocar el cielo con la evolución de su personaje. Entre el reparto también encontramos a David Thewlis, Aaron Ashmore o una Dale Dickey siempre desbordante en personajes arraigados a la locura o con resquicios de aún tipo de trastorno obsesivo compulsivo. Con todo ello el film no se ha tratado de un enorme éxito, con críticas redimidas en Estados Unidos y una ambigua acogida en España, se convirtió en el film más visto en su primer fin de semana, aunque la taquilla bajó descabelladamente para el siguiente, aún así ha vuelto a relucir la rentabilidad de Alejandro Amenábar, pues pese a todo el dinero invertido ya ha sido amortizado, a partir de ese punto, por muy pequeño que sea, todo es beneficio. Nos quedamos con un gran film, que queda como un paso adelante hacia el próximo proyecto de Amenábar, del que sólo esperamos se mantenga en el ambiente de "Tesis", "Abre los ojos" o la misma "Regression".

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