sábado, 23 de julio de 2016

The crooked man by James Wan

El terror es un género en alza, millones de personas se congregan en manada para vivir juntos los mismo sustos, una relación íntima que compone la principal atracción de esta categoría cinematográfica. Después de todo uno llega a la conclusión de que verdaderamente existen películas que den miedo, y que precisamente son las que no tienen sustos. El susto es definido como una impresión repentina causada por miedo, espanto o pavor, aunque para algunos no sea más que una instrumento para componer la base energética de su mundo, como demostraron los simpáticos protagonistas de "Monstruos S. A." (Pete Docter, Lee Unkrich y David Silverman, 2001). La causa de que las mejores películas de terror no tengan sustos es porque el susto es divertido, bien por la reacción de los que te acompañan, bien por la reacción propia. El sobresalto o temor ha acompañado al cine desde sus orígenes, los primeros privilegiados que disfrutaron de "Llegada del tren a la estación de La Ciotat" (Hermanos Lumière, 1895) salieron corriendo de la sala creyendo que aquel gigante de metal se les venía en cima. Poco a poco se fue incorporando un magnífico repertorio de terror fantástico que probablemente tenga su origen en Georges Méliès, y por último el terror psicológico. El que aumenta nuestras pulsaciones sin crear siquiera una verdadera situación de peligro, siendo "Psicosis" (Alfred Hitchcock, 1960) su primer caso destacable y "El resplandor" (Stanley Kubrick, 1980) el más adecuado y explícito, junto con "La semilla del diablo" (Roman Polanski, 1968). El cine de terror actual coge los elementos básicos de cada uno, desde el susto al psiquiátrico, que a su vez se ha ido confeccionando con tramas religiosas, fantásticas o místicas, en esto el gran genio actual es James Wan. Y Javier Botet su mayor intérprete.


No hace obras maestras, sin embargo sus películas no cuentan con un gran presupuesto y logran recaudar millones, la clave para que la industria de Hollywood te adore. Es el creador de sagas terroríficas como "Saw" (Wan, 2004), "Insidious" (Wan, 2010) o "Expediente Warren: The Conjuring" (Wan, 2013). Precisamente hoy nos reúne aquí la segunda parte de esta última saga, "Expediente Warren: El caso Enfield" (James Wan, 2016), película que recupera a los protagonistas del primer film basados en los auténticos demonólogos, Ed y Lorraine Warren. En un momento donde el terror sufre una súper-explotación la clave está en la originalidad, la novedad que hizo triunfar en España a la saga "[·REC]" (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007), y que ha elevado a Wan al punto más alto del Griffith Park. Ante esta originalidad resulta indispensable menciona a Wes Craven como el primer gran ideólogo del cine de terror actual, la base artística y cinematográfica de toda la producción del género se ve ya en "Pesadilla en Elm Street" (Wes Craven, 1984), y por su puesto en la reciente saga de "Scream: Vigila quién llama" (Wes Craven, 1996). El caso del díptico formado por "Expediente Warren" es especialmente destacable, y dispuesto de un enorme valor artístico, con el visionado de "El caso Enfield" comprobé la enorme mesura que hay en cada plano, cada uno de ellos puede ser sostenido durante muchos segundos causando al espectador una angustia que supera el suspense, y que se desvanece tras el susto, o mejor aún al comprobar que no hay susto alguno. La ambientación en los años 70' es otra maravilla, "El exorcista" (William Friedkin, 1973) filtraba la época como el presente, James Wan tiene ahora la posibilidad de utilizarla como un recurso más para la película. Dentro del mundo de lo fantástico, el director malayo tiene la posibilidad de jugar con todo lo que quiera, compruébese ese genial demonio que viste el hábito para restar la fe de Lorraine, por cierto una gran interpretación de Vera Farmiga, que junto con Patrick Wilson sostiene adecuadamente los sentimentalismos del film. La saga progresa pues con templanza hacia un futuro similar pero completamente diferente.

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