Entre el año 2000 y 2009, entre película y película, Álex de la Iglesia elabora tres cortometrajes que protagonizados por Manuel Tallafé adquieren un tono de comedia absurda planteada como un juego. "¡Enigma en el bosquecillo!" (2000) fue el primer experimento, una persecución entre Mozart y Salieri por un frondoso bosque que a lo largo de cuatro minutos nos mantiene en un suspense inhumano para llevarnos a un final explosivo en el que reluce una sonrisa de extrañeza. Siguiendo la línea de grandes descubrimientos de la historia, profecías y demás, el director vasco firma "El Código" (2006), un documento indispensable para la historia del arte en el que Leonardo Da Vinci nos revela sus influencias y sus influenciados, y nos da su más sincera opinión sobre todo el lío que se ha formado por su famoso código, una simpática visión de todo el revuelo que causó ese año la adaptación cinematográfica de "El código Da Vinci" (Ron Howard, 2006). Ese mismo año se recuperan teorías sobre el posible exilio de Elvis Presley, la muerte de Paul McCartney y la vida de Adolf Hitler en Argentina hasta los años 70', Álex de la Iglesia localiza al ex-dictador en Brasil y él propio Adolfo nos muestra su estilo de vida actual, lleno de tics y miedos Manuel Tallafé hace una interpretación excepcional.
Lo más importante de este concepto es que en 2009 es extrapolado a nuestro dictador particular, el director vasco aprovecha un viaje a China para investigar sobre la posible identidad secreta de Franco allí, una broma que recicla con humor un viaje a tierra asiática, que se puede hacer muy estresante. Para "La tragedia de Francisco Franco", emitida en el programa de Buenafuente, Álex de la Iglesia tiene un fantástico descubrimiento personal, un descubrimiento llamado CARLOS ARECES, un ser que respira comedia y la convierte en una obra maestra del humor, un ser que es capaz de interpretar a Franco cantando al ritmo de "Cabaret" (Bob Fosse, 1972). Tal vez con el sueño cumplido de rodar en China, tras el fallido intento con "La Trampa de Fu-Manchú", lo que si logró el bilbaíno fue darnos una de las mejores y más divertidas actuaciones de Carlos Areces, que ya es decir. Nadie debe enfrentarse a esta serie de cortometrajes imaginándose pequeñas obras del Álex de la Iglesia que creemos conocer por su cine, no debe verse con ojo crítico, sino como una gamberrada en forma de sketch con un importante sentido del humor, que no es el que se da en el propio cortometraje, sino con el que está realizado, sin más dilación les dejo con el corto...
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