Carmen Maura fue la primera actriz en recibir el Premio Nacional de Cinematografía, fue seguida por algunos de los pilares en lo que refiere a la interpretación femenina de nuestro cine, desde Rafaela Aparicio a Marisa Paredes, sólo con María Luisa Ponte en el medio, ya que el premio que recoge ahora Ángela Molina es el séptimo que se da a una actriz desde su primera entrega (a Carlos Saura) en 1980, también lo recibieron Mercedes Sampietro en 2003 y Maribel Verdú en 2009. Desde entonces grandes profesionales de nuestro cine ha sido honrados con el prestigioso Premio Nacional, comenzando por los básicos como Luis Gª Berlanga, Rafael Azcona, Fernando Fernán-Gómez o Elías Querejeta, lo que se fue extendiendo a grandes profesionales de nuestro cine como el montador Pablo González del Amo, el director artístico Félix Murcia o el crítico José Luis Guarner. La recientemente elegida presidenta en funciones de la Academia de Cine, Yvonne Blake, fue reconocida con el premio en 2012, siendo la primera profesional del cine, fuera de la interpretación, que recibía el galardón. En 2014 lo haría la guionista y productora Lola Salvador. El año pasado sería Fernando Trueba quien lo recibiera, envuelto en una nublada polémica por sus declaraciones sobre el "sentirse español", declaraciones que hoy se fortalecen en su cinta más española, su recuerdo a nuestro cine y nuestro país como fantástico plató natural de las grandes producciones de Hollywood, "La reina de España" se estrenará el 25 noviembre. Ángela Molina hace honor a todos sus predecesores, se le concede por su "espontaneidad y originalidad" que sustentan "una estirpe de artistas dentro y fuera de España".
Cuando se habla de sus papeles inocentes, completamente cargados de realismo por su inmensa belleza buena, Ángela Molina responde con una sonrisa y clarificador "he sido inocente, pero no tanto". Desde su comienzo en el cine en "No matarás" (César Fernández Ardavín, 1975) participó de algunas de las mejores producciones que ha tenido nuestro amado cine español. Con apenas unos pocos kilómetros de celuloide a sus espaldas logró conquistar a Don Luis Buñuel, obsesionado con su última película, el surrealismo se había convertido en un neorrealismo amenizado por las astutas obsesiones del director aragonés, así llego Molina a protagonizar "Ese oscuro objeto del deseo" (1977), con esa doblez que compartió con Carole Bouquet, sin seguir ningún patrón, haciéndose una. Ese mismo año fue la protagonista de "Camada Negra" (Manuel Gutiérrez Aragón), manteniendo una enriquecedora amistad con su director que volvería a contar con ella para "Demonios en el jardín" (1982), una joya entre Lorca, Buñuel y la fuerza rural que había experimentado Gutiérrez Aragón en su cine, fue lo más cercano a "La casa de Bernarda Alba" que Buñuel deseaba rodar con ella. La amistad, "esa buena relación con directores y productores" (como destacan al concederle el Premio Nacional) fue la que le llevó a protagonizar los grandes papeles de su carrera, su inicio en el cine de Jaime Chávarri en "A un dios desconocido" (1977), forjaría un dúo director-actriz único, que años más tarde saborearía las mieles del éxito (tanto en crítica como en taquilla) con las dos partes de "Las cosas del querer" (1989 y 1995). La carrera de la actriz es intachable, una sucesión de pequeñas delicias cinematográficas enriquecidas por grandes y potentes interpretaciones, envenenadas por la dulzura que derrochaba la angelical Molina. Con Chávarri también forjaría el engranaje de "Bearn o la sala de las muñecas" (1983), una delicia visual que merece mención a parte.
De su interpretación contenida y enorme mirada se aprovechó también Josefina Molina en "Esquilache" (1989), donde comenzaba sirviendo el chocolate a una magnífico Fernando Fernán-Gómez, evolucionando con destreza hacia el dominio del marqués de Esquilache, sin duda el papel más rico de la película. Es imposible nombrar todas sus grandes películas, sin embargo gay un punto clave en sus filmografía, tras demostrarnos su enorme capacidad para el drama, la comedia y el musical (donde se maneja con fulgor y el duende de su padre, Don Antonio Molina), se cruzó con Almodóvar para demostrarnos su fuerza racial en la interpretación, una espectacular faceta que convulsionó la "Carne Trémula" (Almodóvar, 1997), un film menor del director manchego que, por otra parte, esta llena de fuerza y una espléndida Ángela Molina. Esa fuerza que proviene de la tierra y que lleva en la sangre (compruébese también en el clímax de "Ese oscuro objeto del deseo"), le abrió también la puerta de nuestra vecina Italia, donde comenzó a desarrollar también una interesante carrera, principalmente en televisión. Entonces llegó Doña Felicidad en "Al sur de granada" (Fernando Colomo, 2003) y la madre de Penélope en "Los abrazos rotos" (Pedro Almodóvar, 2009), era una nueva Ángela Molina, más contenida pero cargada de sentimiento. Su baile en blanco y negro y su eterna mirada en "Blancanieves" (Pablo Berger, 2012), transmitió una sabiduría infinita, sin duda un personaje brillante esta gloriosa visión del cuento donde Berger saca en cada instante un personaje brillante. Su muerte en "Murieron por encima de sus posibilidades" (Isaki Lacuesta, 2014) es una última genialidad cargada de humor negro que la hace partícipe de una de las grandes películas del cine español reciente. En 2013 le fue concedida la Medalla de Oro de la Academia de Cine, su figura es eterna, como la de su familia, en breve la podremos ver en la producción italiana "Smitten!" (Barry Morrow, 2016). Ahora sí que podemos decir bien alto, y con gorgorito, que ella es ¡minera!
Cuando se habla de sus papeles inocentes, completamente cargados de realismo por su inmensa belleza buena, Ángela Molina responde con una sonrisa y clarificador "he sido inocente, pero no tanto". Desde su comienzo en el cine en "No matarás" (César Fernández Ardavín, 1975) participó de algunas de las mejores producciones que ha tenido nuestro amado cine español. Con apenas unos pocos kilómetros de celuloide a sus espaldas logró conquistar a Don Luis Buñuel, obsesionado con su última película, el surrealismo se había convertido en un neorrealismo amenizado por las astutas obsesiones del director aragonés, así llego Molina a protagonizar "Ese oscuro objeto del deseo" (1977), con esa doblez que compartió con Carole Bouquet, sin seguir ningún patrón, haciéndose una. Ese mismo año fue la protagonista de "Camada Negra" (Manuel Gutiérrez Aragón), manteniendo una enriquecedora amistad con su director que volvería a contar con ella para "Demonios en el jardín" (1982), una joya entre Lorca, Buñuel y la fuerza rural que había experimentado Gutiérrez Aragón en su cine, fue lo más cercano a "La casa de Bernarda Alba" que Buñuel deseaba rodar con ella. La amistad, "esa buena relación con directores y productores" (como destacan al concederle el Premio Nacional) fue la que le llevó a protagonizar los grandes papeles de su carrera, su inicio en el cine de Jaime Chávarri en "A un dios desconocido" (1977), forjaría un dúo director-actriz único, que años más tarde saborearía las mieles del éxito (tanto en crítica como en taquilla) con las dos partes de "Las cosas del querer" (1989 y 1995). La carrera de la actriz es intachable, una sucesión de pequeñas delicias cinematográficas enriquecidas por grandes y potentes interpretaciones, envenenadas por la dulzura que derrochaba la angelical Molina. Con Chávarri también forjaría el engranaje de "Bearn o la sala de las muñecas" (1983), una delicia visual que merece mención a parte.
De su interpretación contenida y enorme mirada se aprovechó también Josefina Molina en "Esquilache" (1989), donde comenzaba sirviendo el chocolate a una magnífico Fernando Fernán-Gómez, evolucionando con destreza hacia el dominio del marqués de Esquilache, sin duda el papel más rico de la película. Es imposible nombrar todas sus grandes películas, sin embargo gay un punto clave en sus filmografía, tras demostrarnos su enorme capacidad para el drama, la comedia y el musical (donde se maneja con fulgor y el duende de su padre, Don Antonio Molina), se cruzó con Almodóvar para demostrarnos su fuerza racial en la interpretación, una espectacular faceta que convulsionó la "Carne Trémula" (Almodóvar, 1997), un film menor del director manchego que, por otra parte, esta llena de fuerza y una espléndida Ángela Molina. Esa fuerza que proviene de la tierra y que lleva en la sangre (compruébese también en el clímax de "Ese oscuro objeto del deseo"), le abrió también la puerta de nuestra vecina Italia, donde comenzó a desarrollar también una interesante carrera, principalmente en televisión. Entonces llegó Doña Felicidad en "Al sur de granada" (Fernando Colomo, 2003) y la madre de Penélope en "Los abrazos rotos" (Pedro Almodóvar, 2009), era una nueva Ángela Molina, más contenida pero cargada de sentimiento. Su baile en blanco y negro y su eterna mirada en "Blancanieves" (Pablo Berger, 2012), transmitió una sabiduría infinita, sin duda un personaje brillante esta gloriosa visión del cuento donde Berger saca en cada instante un personaje brillante. Su muerte en "Murieron por encima de sus posibilidades" (Isaki Lacuesta, 2014) es una última genialidad cargada de humor negro que la hace partícipe de una de las grandes películas del cine español reciente. En 2013 le fue concedida la Medalla de Oro de la Academia de Cine, su figura es eterna, como la de su familia, en breve la podremos ver en la producción italiana "Smitten!" (Barry Morrow, 2016). Ahora sí que podemos decir bien alto, y con gorgorito, que ella es ¡minera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario