"My bakery in Brooklyn" (Gustavo Ron, 2016) ha llegado a nuestros cines como "Mi panadería en Brooklyn", una pequeña comedia romántica, rodada en inglés, llena de encanto, con Nueva York de fondo y que ya ha sido capaz de ponerse primera en taquilla en Italia en su primer fin de semana. Después de leer y escuchar entrevistas sobre el film despierta mi curiosidad el papel de Blanca Suárez, una chilena que decora interiores en Brooklyn, para mi sorpresa el doblaje la ha convertido en italiana, manteniendo sin embargo la hábil baza cómica que posee la película con los idiomas. Desde el primer momento estamos ante un film que parece que hemos visto antes, "Cuando Harry encontró a Sally" (Rob Reiner, 1989) se postula como gran candidata para ser el referente del film, colores pastel en una Nueva York radiante, una historia de amor convencional... Hasta que entra un leve filtro de autor que emerge entre el clasicismo y encierre argumental al que nos veníamos destinados, de pronto Harry y Sally se convierten en dos "Granujas de medio pelo" (Woody Allen, 2000), a los que les encantaría que su bakery fuese tan bien como el del accidentado éxito del film de Allen. Una sorpresa agradable que hace de la cinta un film encantador, podría ser una palabra tramposa, puede escaparse el sentimentalismo o la comedia fácil, sin embargo Gustavo Ron (más que solvente en la dirección) elabora junto a Francisco Zegers un guión divertido, manteniendo la verdadera esencia de la comedia romántica, una comedia de fácil sonrisa que se deja consumir por una ciudad emblemática. Una ciudad que hace imprescindibles citar a Woody, Nora Ephron o Billy Wilder como referentes, pero que permite a través de ellos abrir una pequeña esquina en Brooklyn para Gustavo Ron.
La ciudad tiene una presencia similar a la que tenía en "El diablo se viste de Prada" (David Frankel, 2006), donde se filtra con el enredo y el estado anímico de la película, a lo que también ayuda el personaje de Aimeé Teegarden intentando encajar en el mundo de la pastelería. Sin embargo el film tiene un tiempo determinado y muchas cosas que contar, por lo que parece increíble que una película que se presenta como una comedia romántica habitual, tenga tiempo para servirnos una variedad de reparto tan grande, más habitual a aquellas que rodeaban los líos en amor de Spencer Tracy y Katharine Hepburn, siempre rociado con un dulce (y gruesa) capa de azúcar. Por ello echo en falta algo de Ron, un poco de alegría que se salga del molde. En la estructura de las tres parejas podemos ver el romanticismo habitual (Hugh Grant-Julia-Richard Gere) en el dúo Teegarden-Ward Horton, el punto moderno hipster en la formada por Krysta Rodriguez y el español Aitor Luna, y por último la pequeña gotita de Ron que se permite el director. En la mayoría de las ocasiones recomiendan no cambiar las medidas de la receta, sin embargo Gustavo Ron logra añadir un poco de gracia a la pareja formada por Blanca Suárez y Griffin Newman sin llegar a emborrachar el bizcocho. En este momento España, que ha producido alguna de las peores comedias románticas de la historia, se ve sumergido en una serie de películas de comedia idiota que triunfan con abrumadores resultados. Gustavo Ron no busca eso, más bien lo rehuye, y conforma así una subtrama negra que recuerda al disparatado encuentro de Cary Grant con sus tías en "Arsénico por compasión" (Frank Capra, 1944), con mención directa a la película clásica. "- Está fuerte este té, ¿qué lleva? - Arsénico" Yo diría que ese toque de arsénico, esa gota de ron, enriquece el bizcocho para todos ellos que estamos ya por el quinto.Y por último ese maravilloso "The End", completamente desaparecido en el cine moderno.
La ciudad tiene una presencia similar a la que tenía en "El diablo se viste de Prada" (David Frankel, 2006), donde se filtra con el enredo y el estado anímico de la película, a lo que también ayuda el personaje de Aimeé Teegarden intentando encajar en el mundo de la pastelería. Sin embargo el film tiene un tiempo determinado y muchas cosas que contar, por lo que parece increíble que una película que se presenta como una comedia romántica habitual, tenga tiempo para servirnos una variedad de reparto tan grande, más habitual a aquellas que rodeaban los líos en amor de Spencer Tracy y Katharine Hepburn, siempre rociado con un dulce (y gruesa) capa de azúcar. Por ello echo en falta algo de Ron, un poco de alegría que se salga del molde. En la estructura de las tres parejas podemos ver el romanticismo habitual (Hugh Grant-Julia-Richard Gere) en el dúo Teegarden-Ward Horton, el punto moderno hipster en la formada por Krysta Rodriguez y el español Aitor Luna, y por último la pequeña gotita de Ron que se permite el director. En la mayoría de las ocasiones recomiendan no cambiar las medidas de la receta, sin embargo Gustavo Ron logra añadir un poco de gracia a la pareja formada por Blanca Suárez y Griffin Newman sin llegar a emborrachar el bizcocho. En este momento España, que ha producido alguna de las peores comedias románticas de la historia, se ve sumergido en una serie de películas de comedia idiota que triunfan con abrumadores resultados. Gustavo Ron no busca eso, más bien lo rehuye, y conforma así una subtrama negra que recuerda al disparatado encuentro de Cary Grant con sus tías en "Arsénico por compasión" (Frank Capra, 1944), con mención directa a la película clásica. "- Está fuerte este té, ¿qué lleva? - Arsénico" Yo diría que ese toque de arsénico, esa gota de ron, enriquece el bizcocho para todos ellos que estamos ya por el quinto.Y por último ese maravilloso "The End", completamente desaparecido en el cine moderno.
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