En las últimas semanas se han traído a portada una serie de diferencias entre taxistas y Uber (la red de transporte privada que ha roto todos los esquemas de la competencia), por suerte el debate no trataba de quién tiene mejores coches, qué maletero huele mejor o quién viste mejor. Los tiempos cambian o, mejor dicho, avanzan sin esperar a nadie, tampoco a los taxistas, a quienes por cierto he esperado durante horas en algunas ocasiones. El recorrido cinematográfico dentro de los Cabs (como los americanos insisten en llamarlos después de hacernos aceptar el término anglosajón) es largo, y desde que Robert De Niro interpretase al desquiciado, sus razones tenía, Travis Bickle en "Taxi Driver" (Martin Scorsese, 1976) el celuloide no ha jugado a favor de estos entregados conductores. La gran virtud del taxi está en su nata dotación al thriller, uno nunca sabe lo que se va a encontrar cuando alza la mano para frenar uno de estos carros con luz verde (asumiendo los de la capital española como base) en su cubierta. Lo cierto es que el personaje del taxista es tan cercano al espectador medio que resulta sencillo identificarse con ellos, por ello estaba completamente justificado aquel tiro a Ronald Reagan en honor a Bickle. En nuestro cine español el gran taxista ha sido Ángel de Andrés López, tanto en "¿Qué he hecho yo para merecer esto?" (Pedro Almodóvar, 1984) como en "Taxi" (Carlos Saura, 1996), nos mostró al taxista que nunca querríamos que nos llevara, tanto por pesado como por violento, mención a parte merece esa red de comunicación homófoba entre taxistas que Saura se sacó de la manga para su película.
Montesinos en "Mujeres al borde de un ataque de nervios" |
Es cierto que algunos de los miembros de este transporte público sufren lo suyo para hacerse con sus licencias, mientras que hasta Peter Griffin, el idiota americano medio, ha sido capaz de hacerse conductor de Uber en un capítulo de "Family Guy" (Seth MacFarlane y David Zuckerman, 1999-actualidad). La propia aplicación muestra su facilidad para convertirse en conductor ("Regístrate para ser conductor o pulse para solicitar un viaje", indica su web), por lo que la recomendación estaría en admitir el futuro y, si tanto sufren, pasarse al otro lado que no parece muy complicado. Los taxis por su parte tienen un encanto natural, necesidades propias que no están al alcance de los Uber, o creen que uno de estos hubiese podido recoger tan a tiempo a Carmen Maura en su escapada como el Mambo Taxi de Willy Montesinos en "Mujeres al borde de un ataque de nervios" (Pedro Almodóvar, 1988), además del divertido trato que ofrecía su conductor... ¡y con sección farmacia incluida! Frente a las botellas de agua y los asientos de cuero se imponen las pipas chupeteadas y las esterillas de madera e hilo gordo, por otra parte, si estaba usted cansado de rezar a su difunta abuela para que apareciese un taxi en Nochebuena, ahora tiene la posibilidad de coger su móvil y encargar un Uber a medida. En Italia también tenían sus propias historias a bordo de "Il tassinaro" (Alberto Sordi, 1983), desventuras familiares de tal éxito que le condujeron a una segunda entrega en Nueva York, claro que cualquiera tomaría el vehículo donde montan personajes de la talla de la Pampanini o el mismísimo Fellini. El taxi seguirá siendo el vehículo perfecto para la escapada, como hacía "Annie Hall" (Woody Allen, 1977) y reiterados personajes en la filmografía del director neoyorkino. Claro que la huída más reciente es la del genial Jaime Ordóñez en "Las brujas de Zugarramurdi" (Álex de la Iglesia, 2013), empeñado en no ser "el tipo al que se le mata porque no se le conoce". Después de todo ustedes eligen, ¿taxi o Uber?
Fellini y Sordi a borde de "Il tassinaro" |
No hay comentarios:
Publicar un comentario