martes, 17 de noviembre de 2015

A los enfants de la Patrie

Los atentados terroristas del pasado viernes han sido todo un shock en el mundo occidental, una de esas crueles imágenes que provocan una reacción generalizada ante las guerras que se disputan en oriente, que adquieren un carácter internacional por nuestra intervención. No existe absolutamente nada que justifique lo ocurrido en París, terribles acontecimientos cada vez más usuales que tienen como fin causar el mayor de los miedos, el más horrible de los terrores, ante lo que debemos reaccionar con firmeza y plante destrozando sus objetivos, falsamente justificados por los terroristas como una respuesta a los acontecimientos ocurrido en los últimos años en Siria. Lo que verdaderamente resulta estremecedor es que los atentados puedan favorecer tanto a tanta gente, desde los medios de comunicación, aunque es cierto que esta vez quedaron paralizados durante las primeras horas, hasta la insondable política, no ya solo a la francesa, sino a la del resto de los países a los que nos les tiembla la voz a la hora de hablar de guerra, islamismo o atentados como un perfecto recurrente social a tan solo unos meses de las elecciones. He tardado unos días en poder tratar el tema por el increíble bloqueo mental y corporal que me causaba sacarlo, resulta complicado enfrentarse a un dolor y sufrimiento que va más allá del llanto, o el solidarizarse con nuestros vecinos franceses.


A los eternos "hijos de la Patria", cuna del libre pensamiento, la revolución por los derechos humanos, inolvidable centro del liberalismo desde su revolución hacia un sistema político caído rodeado de un aura arcaica y represiva que aconteció la gran evolución de la razón humana, hoy parece que aquella revolución no llegó a todas partes, peor aún es que donde sí parecía haber llegado comienza a desaparecer tras cada incursión de civilizaciones no civilizadas. Yo no soy francés, porqué serlo si en unos días habrá pasado la moda, piensan algunos, lo cierto es que el "Je suis Charlie", el #PrayForParis o la bandera de Francia en la fotografía de perfil de Facebook no debe tomarse como un símbolo pasajero que se olvidará, se trata de una muestra de apoyo colectivo, un gesto que desde mi punto de vista resulta clave en el carácter humano por el que se caracteriza nuestra sociedad, se trata de la principal diferencia con seres capaces de atentar tan cruel y sanguinariamente. Existe también la polémica de Beirut, es cierto que los atentados de París ensombrecieron completamente la noticia de la capital libanesa, pero está claro que si centran su actividad terrorista en el país galo es por el enorme significado que conlleva el mismo, por los principios de libertad que borran con cada explosión. Esta mañana he amanecido con un reportaje magnífico en el que los colectivos musulmanes de todo el mundo se sumaban a la causa francesa y lanzaban un firme NO al yihadismo, estas son las piezas que tienen que comenzar a encajar y llevarnos a una paz cuyo significado se acerca más al fin del terrorismo que a la propia definición de la palabra. Debemos dirigirnos a la sexta acepción de la RAE: virtud que pone en el ánimo tranquilidad y sosiego, para no encontrar la palabra "guerra". 

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