
A los eternos "hijos de la Patria", cuna del libre pensamiento, la revolución por los derechos humanos, inolvidable centro del liberalismo desde su revolución hacia un sistema político caído rodeado de un aura arcaica y represiva que aconteció la gran evolución de la razón humana, hoy parece que aquella revolución no llegó a todas partes, peor aún es que donde sí parecía haber llegado comienza a desaparecer tras cada incursión de civilizaciones no civilizadas. Yo no soy francés, porqué serlo si en unos días habrá pasado la moda, piensan algunos, lo cierto es que el "Je suis Charlie", el #PrayForParis o la bandera de Francia en la fotografía de perfil de Facebook no debe tomarse como un símbolo pasajero que se olvidará, se trata de una muestra de apoyo colectivo, un gesto que desde mi punto de vista resulta clave en el carácter humano por el que se caracteriza nuestra sociedad, se trata de la principal diferencia con seres capaces de atentar tan cruel y sanguinariamente. Existe también la polémica de Beirut, es cierto que los atentados de París ensombrecieron completamente la noticia de la capital libanesa, pero está claro que si centran su actividad terrorista en el país galo es por el enorme significado que conlleva el mismo, por los principios de libertad que borran con cada explosión. Esta mañana he amanecido con un reportaje magnífico en el que los colectivos musulmanes de todo el mundo se sumaban a la causa francesa y lanzaban un firme NO al yihadismo, estas son las piezas que tienen que comenzar a encajar y llevarnos a una paz cuyo significado se acerca más al fin del terrorismo que a la propia definición de la palabra. Debemos dirigirnos a la sexta acepción de la RAE: virtud que pone en el ánimo tranquilidad y sosiego, para no encontrar la palabra "guerra".
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