El reciente fallecimiento de Alan Rickman nos ha hecho repasar su carrera, y encontrar en él mucho más que el odiado profesor Severus Snape, difícil para una persona que ha crecido de la mano de Harry Potter y la excelente y mágica pluma de J.K. Rowling. Observando su carrera vemos que sigue una línea ascendente hasta el final de sus días, como el propio Snape que no tardó en convertirse en uno de los mayores protectores del propio Potter. Desde aquel malvado jefe terrorista de "Jungla de cristal" (John McTiernan, 1988), siempre hemos encontrado en Alan Rickman a ese personaje malvado capaz de guardar hasta la tumba el mayor de los secretos. Sin embargo, por suerte, Alan Rickman nos ofreció un magnífico regalo a los admiradores del cine, una parte de su verdadero ser en todos aquellos films que ofrecían una pequeña parte de su vida, incluso en los blockbusters que no lograron romper una carrera paralela asentada en el victoriano siglo XIX. Con "El invitado de invierno" (Alan Rickman, 1997) dirigió con talento su personal mirada a la superación y la muerto, mucho más allá del drama, unas potentes interpretaciones que sólo podían nacer de una gran dirección. Con el comienzo de siglo llegó Snape en "Harry Potter y la piedra filosofal" (Chris Columbus, 2001), y desde entonces un papel prolongado en el tiempo, que le permitió ahondar en las diferentes personas que se encuentran dentro del personaje más misterioso y turbio de la saga de J.K. Rowling.
Su trabajo en la televisión inglesa fue también una de sus grandes facetas, por la que recibió su único Globo de Oro. Con "Sentido y sensibilidad" (Ang Lee, 1995) descubrimos cuál era su salsa en este melodrama romántico-vicrtoriano. "El perfume, historia de un asesino" (Tom Tykwer, 2006) le devolvió al cine de época, donde descubrimos lo bien que lucía el vestuario. Poco después su personaje en "Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet" (Tim Burton, 2008) se convirtió en uno de los más imponentes de este tenebroso cuento-musical de Burton. Puede que "La promesa" (Patrice Leconte, 2013) y "A Little Chaos" (Alan Rickman, 2014) sean dos de sus trabajos más personales, una naturaleza idílica enclaustrada en una época unida a la fuerza de los personajes, puede que este sea su testamento fílmico. Mientras que J.K. Rowling escribió para él esa lágrima final de Snape, una de las escenas emotivas que mejor han sido llevadas a la pantalla, sin caer en el sentimentalismo, muy impropio del cine comercial, un regalo de la autora, pues cuando terminó de escribir "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte", Alan Rickman la había tomado posesión del personaje de Snape, que sin duda le haría perdurar por mucho, a través de las nuevas generaciones. Poco después del fallecimiento de otro gran británico, como fue David Bowie, desaparecía este gran actor que demostró como desde un personaje se puede luchar frente al poder subversivo con el que actúa el blockbuster actual.
Su trabajo en la televisión inglesa fue también una de sus grandes facetas, por la que recibió su único Globo de Oro. Con "Sentido y sensibilidad" (Ang Lee, 1995) descubrimos cuál era su salsa en este melodrama romántico-vicrtoriano. "El perfume, historia de un asesino" (Tom Tykwer, 2006) le devolvió al cine de época, donde descubrimos lo bien que lucía el vestuario. Poco después su personaje en "Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet" (Tim Burton, 2008) se convirtió en uno de los más imponentes de este tenebroso cuento-musical de Burton. Puede que "La promesa" (Patrice Leconte, 2013) y "A Little Chaos" (Alan Rickman, 2014) sean dos de sus trabajos más personales, una naturaleza idílica enclaustrada en una época unida a la fuerza de los personajes, puede que este sea su testamento fílmico. Mientras que J.K. Rowling escribió para él esa lágrima final de Snape, una de las escenas emotivas que mejor han sido llevadas a la pantalla, sin caer en el sentimentalismo, muy impropio del cine comercial, un regalo de la autora, pues cuando terminó de escribir "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte", Alan Rickman la había tomado posesión del personaje de Snape, que sin duda le haría perdurar por mucho, a través de las nuevas generaciones. Poco después del fallecimiento de otro gran británico, como fue David Bowie, desaparecía este gran actor que demostró como desde un personaje se puede luchar frente al poder subversivo con el que actúa el blockbuster actual.
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