sábado, 12 de septiembre de 2015

El film perfecto de León de Aranoa

Fernando León de Aranoa es uno de los grandes cineastas de nuestro país, a través de sus obras y sus  desgarradores guiones nos han propinado algunas de las mejores películas de nuestro cine, todas ellas con algo en común: el nacimiento de una gran historia desde una sencilla idea que se ramifica hasta alcanzar el largometraje final. Con "Familia" (León de Aranoa, 1996) nos cogió de improvisto y sembró la semilla de una magnífica nueva generación, más tarde él mismo iría retratando nuestra sociedad en innovadores films que junto con sus cuidados documentales hicieron de su visión la de un público que nadaba en el descubrimiento, ya fuese de nuevas experiencias o de las cotidianas a las que no prestaban atención. "Los lunes al sol" (León de Aranoa, 2002) se convirtió en uno de esos duros enfoques de la realidad, uno de los más importantes en la carrera del director madrileño, que de escribir sketches para Martes y Trece se paseó por toda Europa con este intenso film cuyas magníficas interpretaciones fueron bien acogidas por el público, la crítica y los premios. En el estreno de la misma León de Aranoa coincidió con Benicio del Toro, que por supuesto había quedado fascinado con la cinta, en ese mismo instante nació un atisbo de realidad del proyecto que hoy conocemos como "Un día perfecto" (León de Aranoa, 2015), donde el cineasta mantiene ese duelo de grandes interpretaciones con Benicio del Toro y Tim Robbins. Ambos se mueven como contrapuntos en una cinta que nace y filma lo esencial, esa pequeña historia que se comenzó a formar en la cabeza de un joven cooperante en la Bosnia del 95' y que tras leer "Dejarse llover" de Paula Farias (ex-presidenta de Médicos sin Fronteras) se convirtió en proyecto cinematográfico, entre tanto colaboró en el documental "Invisibles" (Mariano Barroso, Isabel Coixet, Javier Corcuera, Wim Wenders y León de Aranoa, 2007) sobre la vida en guerras ajenas de los voluntarios de Médicos sin Fronteras.


"Un día perfecto", irónico desde el prometedor título, ha resultado un film perfecto, los intérpretes manejan con gracejo y humor negro un guión que, dentro del horrible drama que lleva en su trasfondo vive de ello, demostrándonos que pueden triunfar y brillar más aún lejos de la industria hollywoodiense donde ya destacan como unos de los grandes. La historia mide perfectamente la narración, brillante por la ironía superficial transportadora del horror que de vez en cuando se cuela para espabilar al espectador, el situar todo ello en un periodo de entreguerras aumenta una tensión que uno no descubre hasta que llega el momento, irónico también. En esa narración aún quedan secuelas del amado género documental de León de Aranoa, reflejos de cámara y detalles paisajísticos que dotan de cierta veracidad al filme, quizás despistando (por el propio comentario) al público, aunque no tardará en volver a una película que no cesa, una road movie por una Bosnia andaluza que mantiene en todo momento un agudo entretenimiento. Rodada en inglés, "porque se trata de un 'problema' internacional", y que nos permite comprender correctamente "Un día perfecto" donde conviven varias nacionalidades, desde la rusa a la puertorriqueña. "Unos cooperantes deben sacar un cadáver de un pozo para descontaminar el agua" de esta idea nace una gran película que investiga el terreno, no se queda en ello, nos muestra la experiencia personal del director, la relación entre dirigentes y dirigidos, y no falta un leve velo de "enamoramientos" que siempre capturan al espectador sediento de romanticismos, que por supuesto es la parte más cómica de la cinta. Quizás no sea una obra maestra, un largometraje renovador, es sencillamente un film perfecto, entretenido y eficaz, que a su vez vuelve a poner en boca de todos los conflictos de oriente y reivindica el "No a la guerra" desde una tierra que está en trámites de paz. Si Mambrú, así se llama el personaje de Bencio del Toro, se fue a la guerra, ¿por qué no van ustedes al cine a disfrutarlo?

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