No hay nada más americano que el baile de fin de curso, esa convención de adolescentes hormonados hasta las cejas que tratan de introducir alcohol en el ponche, en principio limpio para la ocasión. Baile que quedaría internacionalmente institucionalizado en el momento que Marty McFly enamoró a su madre antes de regresar al futuro. Así, mientras en Hollywood se relamen con su propia historia, en España seguimos sin saber de qué está compuesto el famoso "ponche" y poco nos falta para tachar el título de "Homecoming Queen" —algo así como la "Reina del Baile"— de sexista, si no se ha hecho ya en algunos círculos. "Spider-Man: Homecoming" (Jon Watts, 2017) es un compendio de toda esa cultura americana que hemos absorbido a través de la Coca-Cola y demás producciones yanquis. Y aunque todo el ambiente de instituto y de una Nueva York invadida por vengadores nos suene típico blockbuster veraniego, este hombre araña llega con una energía, un humor y una jovialidad difícil de refutar. Tom Holland tiene muchas ganas y se le nota, claro que con padrinos como Robert Downey Jr. o Michael Keaton tenía la telaraña bien segura. El espectador medio se quedará embobado desde el principio sin pensar, si usted está leyendo esto no será el caso, por lo que mire esta superproducción con otros ojos, diviértase y viva una película que bebe desde el típico teen film de buenrollismo hasta de thriller con geniales giros de guión. El resto de su estilo, guión y diálogos están a la altura de cualquier producción hollywoodiense, con sus clichés y su humor bobalicón que —hay que reconocer— engancha.
Keaton, ahora más "buitre" que Birdman |
En un mundo de superhéroes estigmatizados por los cánones de nuestro tiempo, como la Wonder Woman feminista de Patty Jenkins, no viene mal un poco de autenticidad con ese Iron-Man impoluto —candidato a la presidencia de USA en potencia— y ese guardaespaldas "feliz" que nos trae Jon Favreau, a quien le debemos el auténtico renacer del cine de los superpoderes. Y aún así nos sigue chocando encontrarnos con una partenaire negra (maravillosa Laura Harrier) cuando todos esperábamos a esa pelirroja que grabó uno de los besos míticos del cine. A día de hoy parece imposible sentarse ante una película sin sacarle un sentido político o una crítica social, "Spider-Man: Homecoming" es todo lo contrario, una gran película de superhéroes que se entrega por completo al disfrute. El genial Luis Buñuel sentenció "no entiendo por qué algunas personas se empecinan en dar una explicación racional a cuadros que he creado arbitrariamente", si algo tiene que ver esta superproducción de Hollywood con el maestro aragonés es que no se debe buscar más allá de lo que cuenta, en tal caso podríamos arriesgarnos a lo que terminó por sucederle a Buñuel: "a veces me concedo hacer una broma que no posee ningún significado simbólico con la que quiero borrar mis huellas". Si en cada muro que construyan los estudios de la Universal vemos una metáfora de Trump, pronto nos quedaremos sin historias. Watts ha dirigido una película libre, fugaz y entretenida, con guiños geniales a sus predecesoras (incluida esa "amistad" con el hijo del malo que ya vimos con el Duende Verde). Lo bueno de Hollywood es que las películas siempre están bien hechas, como Marisa Tomei (y perdón si lo consideran machista).
Marisa Tomei, sin palabras |
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