Hace poco volví a ver "Sonrisas y lágrimas" (Robert Wise, 1965), la ponían en la televisión y no pude resistirme a verla por completo una vez más, cada vez que la veo cada cierto tiempo encuentro detalles nuevos, descubro su facilidad para incorporar las canciones siendo tal vez el único musical en el que no chirría ninguna de ellas. La historia se arma firmemente sobre una época y una relación casi anecdótica, lo realmente brillante es que no se conduce a propósito hacia esas canciones, sino que aportan un matiz dulce que no hace más que remarcar la crueldad de los nazis. Se trata sin duda de un clásico que se repite varias veces en nuestras vidas, ahora que celebro mi cumpleaños veo como he ido creciendo con cada uno de los hijos de la familia von Trapp, llegando así al "Sixteen going on seventeen" con el que jugaba a ser mayor la recientemente desaparecida Charmain Carr. Es fantástico revisar una película y volver a sentirte como la primera vez que la viste, como también es terrible recordar el final de algunas, como nos sucede a los fieles admiradores de Alfred Hitchcock, sin embargo existen películas que por mucho que las veamos una y otra vez podemos volver a verla como un vine. Los dieciséis se van en los diecisiete y así sucesivamente hasta que se frena para volver a empezar contando los aniversarios desde la muerte del difunto, sólo algunos son capaces de comenzar de nuevo y retomar por donde lo habían dejado, como Francisco Paesa. Quiero agradecer a todas aquellas personas que me han felicitado en mi cumpleaños, ya que aunque podría hacerlo una por una, no me apetece.
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