He tardado en escribir sobre
"Contratiempo" (Oriol Paulo, 2017) para no dejarme llevar por el chute de emoción que uno sufre al principio, seguido de un tiempo de reposo en el que afloran todos los fallos, el mareo al espectador, la sobriedad de
Mario Casas o el desaprovechamiento de esa fantástica y deliciosa
femme fatale que resulta
Bárbara Lennie, perdida entre versiones, posibilidades y teorías que comienzan a deshacerse en su complejidad. Sin embargo, he dejado este tiempo para rescatar la increíble fuerza cinematográfica del film, a pesar de una fotografía algo publicitaria, estamos ante un guión lleno de giros –rebuscados– que nos recuerda al gracejo detectivesco de las novelas de Agatha Christie con la naturaleza
noir de los cuarenta, para ser un homenaje a la inolvidable
"Laura" (Otto Preminger, 1944) y a Hitchcock olvida un factor clave perdido en la necesidad de forzar el suspense: el sentido del humor. Un humor que sólo puede ver la luz cuando en la pantalla se vive un astuto reflejo de la realidad, los personajes, las situaciones, todo debe fluir con la elegancia y suciedad de la vida cotidiana para hallar entonces esa fina ironía que puede caer sobre algo tan corriente como un asesinato. Recuerdo en este instante esos dos simpáticos personajes de
"La sombre de una duda" (Hitchcock, 1943) comentando y jugando, no sin cierta sorna, con las posibilidades y circunstancias en las que se podían haber cometido el crimen. Se me antepone entonces el rostro impenetrable –aunque poco tenga que ver con Brando– de Casas intentando hallar una mueca de expresividad ante la muerte de su amante. La ubicuidad de
Ana Wagener es el principal condimento de este frenético
thriller, un personaje que goza y sufre jugando a una especie de
deus ex Wagener que termina por desconcertar al espectador.
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Coronado, su goya le habla por las noches y le dice que no abandone la actitud de policía al margen de la ley. |
Pese a la estética fácil y a un guión que juega al despiste, estamos ante una gran película que mantiene al espectador aferrado a su butaca hasta el final del metraje, el problema es que después sigue ahí parado esperando respuestas. El gran triunfador de la cinta es sin duda un brillante
José Coronado, entre padre-coraje y el Harry Brown que se toma la justicia por su mano, y sus medios... Los referentes son claros e incluso demasiado evidentes, las tomas de Barcelona y la acción son algunos de sus puntos fuertes, ejemplo que que si
"Contratiempo" se hubiese producido en Estados Unidos se hubiera convertido en uno de los
hits de la temporada, sobre todo en este año tan flojo en lo que respecta a Hollywood. Como en
"El cuerpo" (Oriol Paulo, 2012) existe en
"Contratiempo" una gran historia con muchas ganas de salir a la luz, con el inconveniente de que repite los mismo fallos de realización marcados por un exceso de confianza en su historia. El gran filósofa alemán, Walter Benjamin, declaró que
"el arte de la narración está llegando a su fin, porque el lado épico de la verdad, la sabiduría, está desapareciendo". La falta de experiencia y un cúmulo de conocimiento cinéfilo se agolpan sobre un creador fantástico que aún no ha dado con la película adecuada. Sin duda es otro ejemplo de la buena salud del cine español reciente, pudimos ver a un Mario Casas algo más expresivo agradeciendo su visionado a los más de 200.000 espectadores. Una pieza de suspense que nos deja con ganas de que Paulo consiga equilibrar las geniales historias que parece que le quedan por contar.
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Bárbara y Mario conmocionados |
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