lunes, 28 de noviembre de 2016

Famosos en los fogones

Cuando funciona una fórmula sólo hace falta camuflarla con un look distinto para volver a captar cientos de espectadores, para ello TVE, con su extraña forma de renovación de programas, ha decidido ofrecernos su mítico MasterChef con una serie de famosos que se defienden con gracia ante los fogones. Como en todo reality show nos encontramos con una serie de catastróficas escenas en las que vivimos todos los rifirrafes, lágrimas y amores que se ponen sobre la mesa con total naturalidad. ¿Hay alguna edición del programa culinario más famoso del mundo en la que no lloren todos sus concursantes? MasterChef Celebrity no iba a ser menos. Desde luego se debería dedicar algún programa de investigación, al estilo Évole o Comando Actualidad, donde se estudiase el efecto sentimental que producen este tipo de programas sobre los telespectadores. Y que al menos alguien nos respondiese a la pregunta, ¿son estos los auténticos famosos? Porque sí es así a algunos es mejor no verles fuera de su papel, o como la genial Loles León que nunca abandona su papel, histriónica y natural, resulta el personaje más humanizado de esta edición, junto con Cayetana Guillén-Cuervo, pura dulzura y belleza ante esta olla a presión. El resto de concursantes siguen su cometido, los guionistas del programa tienen un amplio juego con ellos y nos ofrecen un repertorio delicioso de clichés y frases épicas, que de vez en cuando sufren un giro inesperado. Véase el programa de la semana pasada, donde El Cordobés, tan cariñoso con su mujer y alegre, abandonó el programa entre humillación y humildad. Aunque me quedo con el "Estaba cantado" de Loles, a la marcha de Estefanía Luyc.


Solamente María del Monte podía haberse marchado por la puerta grande como lo hizo, con cita directa a "Morena Clara" (Florián Rey, 1936) y un semblante flamenco por delante. Lo que demuestra que la existencia del guión llega hasta cierto punto, pues con los famosos guárdese uno cuidado. Miguel Ángel Muñoz y Fernando Tejero deben de ser los mejores actores del mundo, pues ni se puede ser tan brillantemente optimista como el primero, ni tan rencoroso como el segundo. Claro que los comentarios subtitulados de Tejero y Loles en lo alto, mientras otros cocinan, podría formar un spin-off por sí solo. Loles lo demostraba recientemente en "La Reina de España" (Fernando Trueba, 2016), existe cierta humanización en su personaje que nos hace reconocernos como producto español. Y por encima de todo esto están los jueces, esos seres omnipresentes, capaces de humillas al más débil, y a los que se les borra la rigidez en cuento expulsan al concursante. Claro, ya no es suyo, ahora vuelve a ser su amigo. Una extraña relación que se da programa tras programa, en esta y todas las ediciones, y que conforma el esqueleto de vanidades y rivalidades que compone y sustenta el mundo de la televisión. Benito Pérez-Galdós comparaba la vida con el trayecto de un tren en "La novela en el tranvía" (1871), hoy estamos más cercanos a un programa de MasterChef, unos entran y otros se van, y mientras permanecen, lloran, se critican, se aman y ganan pruebas absurdas para terminar marchándose. Disfruten pues de este divertido retrato de la vida que cuenta con unos intérpretes de lujo, puede que al telespectador un millón le regalen un dedo de Cayetana, o una Minipimer de Loles.

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