Cuando uno va al teatro a ver a Arturo Fernández siente la añoranza de antaño, es como volver a esa época del star-system donde se veían las películas por sus intérpretes, sin llegar a importar demasiado la calidad de las mismas. La grandeza de todas ellas residía en ese gran actor que las sostenía, "Alta seducción" es una obra hecha a medida —cual traje de ojo de perdiz— para su actor, que ha adaptado la versión original de María Manuela Reina que él mismo estrenó en 1989. Demostrando que a sus 88 años continúa funcionando como galán, la comedia es un ágil entretenimiento que juega con todos los clichés de su protagonista, el peinado, el traje, la elegancia y su eterno narcisismo del que se ríe con solemnidad. En el caso de "Arturín" se ha creado una extraña simbiosis entre su personaje y su persona, que supera una ficción que él mismo parece incapaz de distinguir, o eso nos quiere mostrar con total perspicacia. "Alta seducción" es un desfile interpretativo de su gran actor, sin menospreciar la excelente réplica de su compañera en escena Carmen del Valle, quien le acompaña desde hace unos años en estas exquisitas comedias que bien podrían titularse todas "Vida y obra de Arturo Fernández". Todas ellas brillantes, perfectos análisis de nuestra sociedad que arrancan las carcajadas de un público para el que la risa es un deporte de riesgo, definitivamente una apuesta sensacional. Todos los chistes funcionan, Fernández se encarga de ello, y la grada siempre pasa un buen rato, una vez más es com volver al verdadero sentido del teatro, cuando era el divertimento del pueblo.
Entre risotada y alborozo no se deja títere con cabeza, desde la mordaz sátira de los diputados anquilosados en sus viejos escaños (perfectamente encarnados por Don Arturo) hasta la nueva política de coleta y mangas de camisa. Hubiese resultado interesante el giro que Pilar Miró le hubiese dado, si hubiese podido completar su proyecto de película que el propio Fernández recordaba. El estreno este verano en Gijón fue un éxito, palmas, vítores y olés acompañaban a la propia obra, convertida en un ejercicio metalingüístico, un estudio interno de la evolución teatral en España. Arturo Fernández es el último profesional en activo de una generación única que nunca debemos olvidar, y que él mismo reivindica y homenajea en la obra, emulando tonos de Fernán Gómez o piropeando a su compañera de reparto con un sonoro "¡Viva España!" que nos lleva directamente a las playas de Sitges donde José Luis López Vázquez hacía lo propio con las suecas. La obra no decepciona, es todo lo que uno quiere, pasar un buen rato con el mejor Arturo Fernández, el cómico y el paródico, un sorprendente comediante bajo la estela de galán que sigue mirándose al espejo como a los veinte años. Como referente en la historia del espectáculo español, Arturo cuenta con una estancia asegurada sobre las tablas, verle cada año con una nueva obra es un lujo que agradeceremos mientras podamos —los unos y el otro— permitírnoslo. "Alta seducción" se representa en el Teatro Amaya de Madrid hasta el 25 Marzo. No se pierdan esa exquisitez que el propio Arturo Fernández define como "la comedia más divertida y elegante que he protagonizado", sencillamente genial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario