sábado, 21 de enero de 2017

La La Land, el claqué de Chazelle

Fred Astaire sentenció en su día: "no demuestro el amor con un beso, lo demuestro bailando". Todo el espíritu clásico que pervive en esta frase ha sido rescatado en el musical del que todo el mundo habla, "La La Land" (Damien Chazelle, 2016). Una historia de amor elegante, una pareja protagonista que pese a vivir en una irremediable actualidad parecen sacados de una cinta de Gene Kelly y una serie de números musicales que encantan al espectador con la magia del cine, esa que se había perdido entre autores, veracidades, técnicas y críticas sociales. El incontrolable poder comunicativo del cine se ha visto atrapado por ideales y aburridas imágenes reivindicativas que dejan al lado una historia para escarbar donde no hay más que tierra. Fue el gran Alfred Hitchcock, el mayor experto en el terreno del trampantojo cinematográfico, quien definió las cortapisas de lo sublime en el séptimo arte cuando afirmó que "el cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel". La película de Chazelle puede ser una tarta demasiado azucarada, pero en ningún momento falta a esa clara regla de entretenimiento impuesta por el maestro, es más, rescata su esencia en una industria que mira su cine clásico como piezas de museo. "La La Land" baila con sus antepasadas marcando el ritmo con su particular claqué y aspira a situarse junto a ellas, a convertirse en un clásico sin pendanterías modernas. La estética, los números musicales y unos asombrosos movimientos de cámara la sitúan como un instrumento bien afinado y dispuesto a sorprendernos con cualquier pieza del amado jazz del director, ese que "se muere" y por el que aún quedamos algunos fervientes admiradores. Precisamente en su calidad técnica encuentra su mayor defecto, una de las virtudes del swing y el jazz es la improvisación (como ya se esforzó el propio Damien Chazelle en demostrárnoslo a golpe de batería en "Whiplash", 2014) y en "La La Land" todo está tan deliciosamente medido que no da cabida a ella. Incluso las dulce espontaneidad de Emma Stone parece estar subrayada en el guión.


El musical siempre ha tenido una vara de medir al margen de la industria, en su época dorada se alababan como las grandes superproducciones en las que se convertían, canciones pegadizas que llamaban a divertidas coreografías. Después la desaparición del musical al estilo Gene Kelly y la llegada de los éxitos de Broadway a la gran pantalla, para finalmente entregarse al espectáculo. Es el caso de "Chicago" (Rob Marshall, 2002) o "Mamma Mia!" (Phyllida Lloyd, 2008), planteamientos teatrales, trucos propios de la farsa y números musicales que se salen de la pantalla para extasiar al espectador. "La La Land" pretende huir del espíritu que hoy concebimos del musical para mimetizarse con el metraje de "Cantando bajo la lluvia" (Stanley Donen, 1952)"Los paraguas de Cherburgo" (Jacques Demy, 1964) o incluso de "Sombrero de copa" (Mark Sandrich, 1935), esas cintas de Astaire y Rogers en las que no era necesaria una excusa "veraz" para que ambos vistiesen sus mejores galas y se pusiesen a bailar dejando al espectador clavado en su butaca. Es entonces cuando vemos que "La La Land" es una traición a sí misma, una fábula mágica llena de amor y fantasía a la que le falta el pan (que diría Luigi Comencini), una sustancia sobre la que sostenerse. Ryan Gosling queda entonces petrificado como en sus blancos mentales pre-asesinato de "Drive" (Nicolas Winding Refn, 2011), un ex-psicópata obligado a redimirse en otra comedia romántica de las que él mismo creía haber escapado. Ya que después de todo la trama argumental de la película no deja de ser una cinta romántica al uso, ferviente seguidora de la fórmula post-noventa (he ahí la traición) que pretende solventar con momentos realmente mágicos como la escena en el observatorio o los momentos previos en el cine, durante la proyección de "Rebelde sin causa" (Nicholas Ray, 1955). Nunca antes se ha rodado una unión de manos tan hermosa como la vista en esta película. Son esos pequeños momentos los que brillan en esta película, que no deja de ser una muestra de un año flojo de Hollywood. ¡Qué pensaremos en el futuro al ver que "La La Land" arrasó en los Oscar! (Que es lo que va a ocurrir) Pero... ¿qué otra opción (con posibilidades entre los académicos americanos) me proponen?

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