Campamento Salvaje. La noticia de que un hombre como Donald Trump llegue a ser candidato por el partido Republicano a la Casa Blanca ha sacudido el panorama internacional con fuerza, su perfil de niño caprichoso se esconde tras polémicas rabietas que soluciona con un acomodado fajo presidido por Woodrow Wilson. Su figura ha sido caricaturizada desde el comienzo de su actividad pública, siempre bajo su altiva mirada e incluso haciéndose partícipe de su propia caricatura, como hizo con Woody Allen en "Celebrity" (1998), el neurótico director neoyorquino se la guardaría hasta "Si la cosa funciona" (2009), su vuelta a la Gran Manzana donde una sureña que descubre la costa este tiene su figura de cera como máxima ejemplificación del gran hombre americano. Una divertida anécdota sobre su mentalidad republicana que, sin embargo, ha ido modificándose a lo largo de los años, sin duda es la ideología que defiende sus derechos, pero sus habituales caprichos le han hecho declararse demócrata o independiente en los últimos años, siempre para levantar polémicas absurdas que movilizan a la ciudadanía del país de las hamburguesas. El populismo es la carnaza de los vagos, que pican como la vulgar pescadilla, deseando devorar el sistema como pirañas del Amazonas. El propio Trump prefiere hacer el ridículo y ejercer así el lema "que hablen de mí... aunque sea mal", su naturaleza no es la de engañar porque todos sabemos que la mayoría de sus propuestas son imposibles. El programa político de Trump se escribe sobre el guión de "Richie Rich" (Donald Petrie, 1994), siendo capaz de borrar el rostro del presidente Lincoln en el Monte Rushmore para grabar el suyo, ya que con el liberador de los esclavos sólo comparte el gusto por presumir de miembro. Macaulay Culkin, verdadero protagonista del film, ya se había cruzado con el en la segunda parte de "Solo en casa" (Chrus Columbus, 1990), que tenía lugar en su Nueva York, natal.
La teoría más afianzada es que se trata de un hombre dominado por su bisoñé, completamente al servicio de sus implantes, que probablemente tengan los genes de Buffalo Bill cruzado con los del oficial George Armstrong Custer. Entre Hillary Clinton, que puede convertirse en la Primera Presidenta Mujer, y Trump, Primer Presidente Naranja, el mundo entero prefiere a Hillary, la mayoría por ver a Bill Clinton condenado al status de "Primer Damo", pero al menos es una mayoría. Algo parecido le ocurre al antiguo Alcalde de Londres, el representante del Partido Conservador, Boris Johnson, que da el paso de bisoñé con tupé a peluquín mal colocado, y cuya utilización de un populismo exacerbado (apoyado por la corriente nacionalista británica) ha logrado un "Leave EU" en el referéndum sobre el BREXIT. Ante la atenta mirada de la reina Isabel II, que ha visto la Segunda Guerra Mundial, la creación de la ONU, de la CEE, del FMI, de la UE y por poco de los EEUU, y que condenaba su neutralidad ante este paso que ya ha tenido como consecuencia la dimisión de David Cameron, dejando vía libre al ascenso político de Johnson. Entre todo este océano político, España se encuentra en un clima pre-electoral que Pedro Almodóvar ya adelantó en sus "Erecciones Generales", aunque Donald Trump ya ha dicho que es el que la tiene más grande, aquí Pablo Iglesias y Alberto Garzón se han unido (a ver si pueden), vendiendo un populismo diferente, un llamamiento al pueblo para que se movilice, y es que, como dijeron ayer todos los candidatos tras conocerse el resultado del BREXIT: "Esto es lo que pasa cuando se deja elegir a la gente". No estamos capacitados, nuestra sociedad es una discapacitada política que escoge su candidato por el número de gritos argumentales que se escuchan en los debates, yo sin embargo escojo al que más me hace reír.
Ayer mismo, el director Álex de la Iglesia ofreció un discurso en la Facultad de Filología y Filosofía de la Complutense, un discurso movido por "la dificultad de pensar en nuestra sociedad actual", que después de introducirnos el actual humor del bilbaíno entre las principales corrientes filosóficas, supo hacer una valiente y cruda interpretación del miedo, la corriente filosófica que oscurece las páginas más importantes del guión de nuestra vida, un miedo que lleva al populismo, al terrorismo y a la derrota. "No sólo queremos lonjas vacías, queremos edificios llenos de pensamiento, aunque a veces nos salgan humedades". Claro que tampoco podemos huir del miedo frente a un gran desayuno americano, como tomaban ayer unas inglesas en una playa marbellí, mientras aseguraban estar completamente sobrecogidas por la noticia del BREXIT, intentando no atragantarse con una salchicha. El BREXIT no es más que otro nombre para definir la situación en la que se encontraban los ingleses desde hace tiempo, con su libra, claro que las enormes pérdidas en el mercado financiero, marcadas por la incertidumbre, se solucionarán con el ahorro en transporte del futuro Primer Ministro, pues no tendrá que volar de cumbre a cumbre al calor de la lumbre. Aunque ahora muchos de los que votaron a favor de la salida, se arrepientan por ese miedo atragantado. Propongamos pues una salida de la OTAN, o la vuelta a la peseta, ya que el disponer del euro no nos ha quitado el adjetivo de peseteros, aunque como le ocurría a Carmen Maura en "La Comunidad" (Álex de la Iglesia, 2000), que se veía sin dinero y con millones de pesetas en la maleta... ¿nos invitarán los cubanos a nuestro desayuno americano?
La teoría más afianzada es que se trata de un hombre dominado por su bisoñé, completamente al servicio de sus implantes, que probablemente tengan los genes de Buffalo Bill cruzado con los del oficial George Armstrong Custer. Entre Hillary Clinton, que puede convertirse en la Primera Presidenta Mujer, y Trump, Primer Presidente Naranja, el mundo entero prefiere a Hillary, la mayoría por ver a Bill Clinton condenado al status de "Primer Damo", pero al menos es una mayoría. Algo parecido le ocurre al antiguo Alcalde de Londres, el representante del Partido Conservador, Boris Johnson, que da el paso de bisoñé con tupé a peluquín mal colocado, y cuya utilización de un populismo exacerbado (apoyado por la corriente nacionalista británica) ha logrado un "Leave EU" en el referéndum sobre el BREXIT. Ante la atenta mirada de la reina Isabel II, que ha visto la Segunda Guerra Mundial, la creación de la ONU, de la CEE, del FMI, de la UE y por poco de los EEUU, y que condenaba su neutralidad ante este paso que ya ha tenido como consecuencia la dimisión de David Cameron, dejando vía libre al ascenso político de Johnson. Entre todo este océano político, España se encuentra en un clima pre-electoral que Pedro Almodóvar ya adelantó en sus "Erecciones Generales", aunque Donald Trump ya ha dicho que es el que la tiene más grande, aquí Pablo Iglesias y Alberto Garzón se han unido (a ver si pueden), vendiendo un populismo diferente, un llamamiento al pueblo para que se movilice, y es que, como dijeron ayer todos los candidatos tras conocerse el resultado del BREXIT: "Esto es lo que pasa cuando se deja elegir a la gente". No estamos capacitados, nuestra sociedad es una discapacitada política que escoge su candidato por el número de gritos argumentales que se escuchan en los debates, yo sin embargo escojo al que más me hace reír.
Ayer mismo, el director Álex de la Iglesia ofreció un discurso en la Facultad de Filología y Filosofía de la Complutense, un discurso movido por "la dificultad de pensar en nuestra sociedad actual", que después de introducirnos el actual humor del bilbaíno entre las principales corrientes filosóficas, supo hacer una valiente y cruda interpretación del miedo, la corriente filosófica que oscurece las páginas más importantes del guión de nuestra vida, un miedo que lleva al populismo, al terrorismo y a la derrota. "No sólo queremos lonjas vacías, queremos edificios llenos de pensamiento, aunque a veces nos salgan humedades". Claro que tampoco podemos huir del miedo frente a un gran desayuno americano, como tomaban ayer unas inglesas en una playa marbellí, mientras aseguraban estar completamente sobrecogidas por la noticia del BREXIT, intentando no atragantarse con una salchicha. El BREXIT no es más que otro nombre para definir la situación en la que se encontraban los ingleses desde hace tiempo, con su libra, claro que las enormes pérdidas en el mercado financiero, marcadas por la incertidumbre, se solucionarán con el ahorro en transporte del futuro Primer Ministro, pues no tendrá que volar de cumbre a cumbre al calor de la lumbre. Aunque ahora muchos de los que votaron a favor de la salida, se arrepientan por ese miedo atragantado. Propongamos pues una salida de la OTAN, o la vuelta a la peseta, ya que el disponer del euro no nos ha quitado el adjetivo de peseteros, aunque como le ocurría a Carmen Maura en "La Comunidad" (Álex de la Iglesia, 2000), que se veía sin dinero y con millones de pesetas en la maleta... ¿nos invitarán los cubanos a nuestro desayuno americano?
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