La semana pasada el programa "Historia de nuestro cine" de La 2 conjugó cinco películas únicas, dentro de lo que consideraban un modelo de rara avis, entre ellas se alzaba la ópera prima de Jess Franco, un proyecto que rebosaba cine, género, estilo, ganas de acercarse a un cine que parecía cerrado a los estudios americanos, y que sobre todo ello brilla un Technicolor y una comedia comercial para cubrir las necesidades del productor que daba vía libre a un personalidad única en nuestro cine. Luis García Berlanga decidió así su única aventura en la producción, en la que también estaba dando cobijo a un gran amigo que rebosaba pasión para la profesión, mientras el primero preparaba una serie de televisión que no llegaría a buen puerto, el joven Jess soñaba con una filmografía centenaria, y así sería pues tras rodar "Tenemos 18 años" (1959) el director llegaría a filmar más de doscientas producciones. La figura de Jess Franco como director ha dado mucho que hablar, siempre se ha puesto en entredicho su calidad como creador, sin embargo ha sido uno de los directores que más películas a conseguido estrenar. Amante del cine de terror logró unir su pasión llevándolo a la Serie B e inventando un nuevo género que se mueve entre el cine fantástico y el erótico, cargados de un fuerte visual que afronta guiones irregulares, siempre marcados por los grandes clásicos y por el bajo presupuesto que tenían como condición. Con una fuerte cultura audiovisual su cine está cargado de referencias míticas, sangre rosa y planos imposibles que aprendió de la mano de su maestro, Orson Welles, con el que rodó como ayudante de dirección y del que conservaría un metraje inédito que restauró y estrenó en 1992 como "Don Quijote de Orson Welles".
En "Tenemos 18 años" ya se pueden percibir todas las obsesiones de un joven director que decidió abrirse paso con una comedia alocada con dos desconocidas protagonistas que lucen una serie de desventuras que mutan de género ante los "diálogos adicionales" de Antonio Ozores, en varios papeles desvergonzados que fuerzan una comedia brillante que se luce en las ocasiones más disparatadas. Entre las muchas innovaciones que destacan en la película destacan los pequeños clips que muestran en apenas unos segundas la perfecta definición de lo que se intuye en un diálogo o en la propia escena, un estilo que veríamos a gran escala en el cine de Quentin Tarantino, especialmente en "Malditos Bastardos" (Tarantino, 2009), más tarde el cinéfilo director norteamericano se declararía un auténtico admirador del cine de Jesús Franco. Es habitual el cambio de géneros, y de registro dentro del propio género, en las óperas primas, así esta primera cinta de Franco deambula por el cine de terror, la comedia española de los cincuenta, el cine de gángsters e incluso por el drama existencial que triunfaba en Europa, una mezcla del todo irregular pero lúcida en todos los chistes que muestra, e incluso en lo que no pretender ser chistes. Terele Pávez, gran amiga del director, protagoniza la cinta junto a Isana Medel, novia por aquel entonces de Jess Franco, una pareja atípica ante las bellezas de los cincuenta que pretendían emular a las grandes actrices americanas que lucían en las portadas de las revistas, y de las que la protagonista hace una divertida burla. Se trata de dos papeles frescos, muy acorde con la naturaleza de las dos actrices, que tratan algunos de los temas esenciales de la vida del hombre con la misma ingenuidad que nos trasmiten los animados títulos de crédito de los Hermanos Moro.
La película rebosa color, un Technicolor especialmente caro en España, y con el que el propio Berlanga no se atrevería hasta "¡Vivan los novios!" (Berlanga, 1970). Sin embargo el joven director que triunfaba esa década con films más blancos con respecto a su habitual sátira, apostó por la película y por Jess Franco, lo hizo con su efímera productora Auster Films S.L. al limón con Fernando Vizcaíno Casas. El color y una historia aparentemente corriente rociada con una fina comedia parecía asegurar una buena producción, sin embargo la película fue una ruina, y tardaría cerca de ocho años en estrenarse, logrando entonces poco más de 200 espectadores. Una ruina total que cortó de raíz que futuro como productor de Berlanga, y que sin embargo inició una carrera imparable por parte del joven director, que se autodefinió como "un músico de jazz que hace películas", y que entre improvisación y ahorro logró continuar su filmografía hasta el fin de sus días. "Vampiresas 1930" (1962), se convirtió en una obra de culto donde el cine de terror y el mudo se dan la mano con algunos de los cómicos más reputados de la década, así Lina Morgan, Antonio Garisa y Antonio Ozores, no muy distante de su ópera prima, le consagró como el rey de la Serie B, destinándole a unos cientos de espectadores y más tarde a una serie de fanáticos que elevaron su cine al séptimo cielo. Así nacería la obra de un genio escondido tras kilómetros de celuloide, que prendió la mecha gracias a dos amigos como Berlanga y Vizcaíno Casas que aún no había logrado su éxito como escritor, aunque era ya un reconocido abogado y periodista. Quizás de todo ello afloraron las viñetas de "Todos tenemos 18 años", cercanas al humor de Mingote, Azcona, Mihura o Tono, participantes de una misma tertulia generacional. Gracias a "Historia de nuestro cine" por rescatar pequeñas obras, ya que es posible que el pasado martes lograse más espectadores que el año de su estreno. ¡Felicidades!
En "Tenemos 18 años" ya se pueden percibir todas las obsesiones de un joven director que decidió abrirse paso con una comedia alocada con dos desconocidas protagonistas que lucen una serie de desventuras que mutan de género ante los "diálogos adicionales" de Antonio Ozores, en varios papeles desvergonzados que fuerzan una comedia brillante que se luce en las ocasiones más disparatadas. Entre las muchas innovaciones que destacan en la película destacan los pequeños clips que muestran en apenas unos segundas la perfecta definición de lo que se intuye en un diálogo o en la propia escena, un estilo que veríamos a gran escala en el cine de Quentin Tarantino, especialmente en "Malditos Bastardos" (Tarantino, 2009), más tarde el cinéfilo director norteamericano se declararía un auténtico admirador del cine de Jesús Franco. Es habitual el cambio de géneros, y de registro dentro del propio género, en las óperas primas, así esta primera cinta de Franco deambula por el cine de terror, la comedia española de los cincuenta, el cine de gángsters e incluso por el drama existencial que triunfaba en Europa, una mezcla del todo irregular pero lúcida en todos los chistes que muestra, e incluso en lo que no pretender ser chistes. Terele Pávez, gran amiga del director, protagoniza la cinta junto a Isana Medel, novia por aquel entonces de Jess Franco, una pareja atípica ante las bellezas de los cincuenta que pretendían emular a las grandes actrices americanas que lucían en las portadas de las revistas, y de las que la protagonista hace una divertida burla. Se trata de dos papeles frescos, muy acorde con la naturaleza de las dos actrices, que tratan algunos de los temas esenciales de la vida del hombre con la misma ingenuidad que nos trasmiten los animados títulos de crédito de los Hermanos Moro.
La película rebosa color, un Technicolor especialmente caro en España, y con el que el propio Berlanga no se atrevería hasta "¡Vivan los novios!" (Berlanga, 1970). Sin embargo el joven director que triunfaba esa década con films más blancos con respecto a su habitual sátira, apostó por la película y por Jess Franco, lo hizo con su efímera productora Auster Films S.L. al limón con Fernando Vizcaíno Casas. El color y una historia aparentemente corriente rociada con una fina comedia parecía asegurar una buena producción, sin embargo la película fue una ruina, y tardaría cerca de ocho años en estrenarse, logrando entonces poco más de 200 espectadores. Una ruina total que cortó de raíz que futuro como productor de Berlanga, y que sin embargo inició una carrera imparable por parte del joven director, que se autodefinió como "un músico de jazz que hace películas", y que entre improvisación y ahorro logró continuar su filmografía hasta el fin de sus días. "Vampiresas 1930" (1962), se convirtió en una obra de culto donde el cine de terror y el mudo se dan la mano con algunos de los cómicos más reputados de la década, así Lina Morgan, Antonio Garisa y Antonio Ozores, no muy distante de su ópera prima, le consagró como el rey de la Serie B, destinándole a unos cientos de espectadores y más tarde a una serie de fanáticos que elevaron su cine al séptimo cielo. Así nacería la obra de un genio escondido tras kilómetros de celuloide, que prendió la mecha gracias a dos amigos como Berlanga y Vizcaíno Casas que aún no había logrado su éxito como escritor, aunque era ya un reconocido abogado y periodista. Quizás de todo ello afloraron las viñetas de "Todos tenemos 18 años", cercanas al humor de Mingote, Azcona, Mihura o Tono, participantes de una misma tertulia generacional. Gracias a "Historia de nuestro cine" por rescatar pequeñas obras, ya que es posible que el pasado martes lograse más espectadores que el año de su estreno. ¡Felicidades!
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