En el tiempo en el que los superhéroes son auténticos salvadores de taquilla, dispuestos a enfrentarse a ella con magníficos efectos especiales y luchas contra villanos realmente caros de crear por ordenador, en este tiempo donde las películas de Marvel reúnen a millones de personas dispuestas a alucinar con un esquema que se repite hasta la saciedad, cuando apenas queda la esperanza de que surja el más mínimo ápice de originalidad del antiguo Hollywood se levanta entre todo un film gamberro, desvergonzado y dispuesto a romper con todo lo que supone romper con la seriedad que puede envolver a un Batman atormentado o un Superman odiado. Esa película, ese balón de oxígeno se llama "Deadpool" (dirigida por algún imbécil, 2016), el film ya es la película más taquillera con calificación para mayores de 18 años, y sigue rompiendo las normas allá por donde vaya. Cuando se estrenó en España, Ryan Reynolds, el protagonista que encarna al desbordante Deadpool, no dudaba en acogernos en las redes sociales con un atrevido mensaje que fue acogido con nuestro habitual humor latino. "Me llena de orgullo y satisfacción que DEADPOOL ya esté en cines en España. Vamos a partirnos en ojete que da gusto", era parte del mensaje que acompañaba un emoticono flamenco con el rostro del superhéroe. Bien, creo que no hay frase que resuma mejor el film, esa unión entre una burla de una sociedad encasillada, y ese humor zafio que no llega a rebosar, aún estando aquí acostumbrados a que se salga del recipiente y ensucie al espectador, como ocurre en la saga Torrente (Santiago Segura, 1998-2014).
Desde luego no es apta para un determinado sector de público que predomina en nuestro país, para reírse de todo hay que comenzar por reírse de uno mismo, éste es el común denominador de la película. Cuando Tim Miller, su director decide presentarse como un imbécil, o su protagonista se ríe de sus propias dotes interpretativas, el espectador no tiene otra que sentirse uno más en ese mundo que ha creado la rama más gamberra de Marvel, y donde no existen complejos, miedos o restricciones, y donde un genial Stan Lee brilla como DJ de una alocada fiesta que pese a las muchas distracciones sólo existen ojos para la estupenda Morena Baccarin que después de tontear con varios superhéroes (ha colaborado en las series "Gotham", "V" o "The Flash") parece haber encontrado al definitivo. Toda la película parece estar levantada sobre un pilar de testosterona y hormonas, que resultan la base fundamental para un film ligero, libre y repleto de unas excelentes escenas de acción. Se nos muestra la acción de una forma distinta, una unión entre las tonterías con las que Deadpool se quita a sus enemigos de encima y una libre burla a las cámara lenta, demasiado extendida últimamente. Siempre habrá una película mejor que "Deadpool", pero sin embargo siempre será la que más le apetece ver a uno. Cuando uno ve una película "seria", cualquiera al lado de ésta, en ocasiones le gusta añadir situaciones cómicas que darían algo de ligereza a escenas verdaderamente intensas, y si un payaso pasease haciendo malabares detrás de La Muerte de Ingmar Bergman. "Deadpool" es ese payaso, ese superhéroe definitivo que no tiene nada que envidiar al mejor de los súper humanos que vuelan con su capa roja y sus mayas de colores.
Desde luego no es apta para un determinado sector de público que predomina en nuestro país, para reírse de todo hay que comenzar por reírse de uno mismo, éste es el común denominador de la película. Cuando Tim Miller, su director decide presentarse como un imbécil, o su protagonista se ríe de sus propias dotes interpretativas, el espectador no tiene otra que sentirse uno más en ese mundo que ha creado la rama más gamberra de Marvel, y donde no existen complejos, miedos o restricciones, y donde un genial Stan Lee brilla como DJ de una alocada fiesta que pese a las muchas distracciones sólo existen ojos para la estupenda Morena Baccarin que después de tontear con varios superhéroes (ha colaborado en las series "Gotham", "V" o "The Flash") parece haber encontrado al definitivo. Toda la película parece estar levantada sobre un pilar de testosterona y hormonas, que resultan la base fundamental para un film ligero, libre y repleto de unas excelentes escenas de acción. Se nos muestra la acción de una forma distinta, una unión entre las tonterías con las que Deadpool se quita a sus enemigos de encima y una libre burla a las cámara lenta, demasiado extendida últimamente. Siempre habrá una película mejor que "Deadpool", pero sin embargo siempre será la que más le apetece ver a uno. Cuando uno ve una película "seria", cualquiera al lado de ésta, en ocasiones le gusta añadir situaciones cómicas que darían algo de ligereza a escenas verdaderamente intensas, y si un payaso pasease haciendo malabares detrás de La Muerte de Ingmar Bergman. "Deadpool" es ese payaso, ese superhéroe definitivo que no tiene nada que envidiar al mejor de los súper humanos que vuelan con su capa roja y sus mayas de colores.
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