Sobre "Annie Hall" no queda más que rendirnos a sus geniales chistes, a sus únicos gags, y sorprendernos ante geniales cameos que conforman un guión delicioso recientemente escogido como el mejor guión de comedia de la historia. Todo un logro que sólo es capaz de recaer sobre Woody Allen, autor de las mejores comedias de la nueva era, herederas del absurdo de los hermanos Marx y sumadas a las fobias y miedos del director, se han conformado casi 80 films donde no existen menores y mayores, sino un nexo único y genial, su director y autor. La innovación se ve presente en este renacer de Woody Allen, que viene de reinventar la nueva comedia americana con títulos como "La última noche de Boris Grushenko" (Woody Allen, 1975) o "El Dormilón" (Woody Allen, 1973), el director comprende que ya ha dado toda su aportación a esa comedia que brilla por el absurdo, y un físico característico que fuimos asumiendo hasta su etapa más madura. "Annie Hall" (1977) se trata de un punto de inflexión, una necesidad anímica de cambiar de aire y de romper con las bases que imponía la industria cinematográfica, ruptura que hoy encontramos más fuerte que nunca, pues en esta comedia romántica a desuso se muestran muchos de los gags que hoy gobiernan sobre la comedia generalizada en cine, series y sobre todo televisión. Se han aprovechado los cameos, malentendidos con la pronunciación de las palabras, y sobre todo esa conversación a cámara que revolucionó Hollywood y le otorgó los cuatro Premios Oscar, que el director descubrió en la portada del periódico del día después.
"Annie Hall" supone también un cambio anímico, su siguiente película sería "Interiores" (Woody Allen, 1978) un drama-serio, repleto de una intensidad impuesta en la interpretación y la estética que después de todo no hacía más que mostrarse como una magnífica sátiro del mismo género, sin encontrar ni un ligero ápice de comedia en la cinta. Desde luego, "Annie Hall", se trata de una pequeña opereta con cada acto separado en divertidos entremeses, cuya base cómica se encuentra en la seriedad de las interpretaciones, en la dulzura de Diane Keaton, que muestra su verdadero ser, marca el estilo de una época y se alza con el Oscar a la Mejor Actriz. Tony Roberts y el propio Woody Allen, funcionan como una paradoja sensacional, se alimentan de la antítesis y encuentran plena conexión en unos diálogos perfectamente estructurados de principio a fin, cada secuencia se ve alimentada de una evolución que termina en un clímax final. Desde sospechas de asesinos de judíos, al mítico "yo no entro a mitad de la película", cuando aún no habían ni empezado los créditos de "Cara a cara" (Ingmar Bergman, 1976), como ejemplo también de la madurez artística del mítico director neoyorkino, que años después ha admitido que verdaderamente su cine tiene "algo más de gracia que el de Bergman", su eterno maestro del séptimo arte. "Annie Hall" en un primer momento se iba a titular "Anhedonia", como esa incapacidad humana de disfrutar la vida: "las mejores palabras de esta vida no son te quiero sino ¡es benigno!". No es la mejor película de Woody Allen, sería toda una ofensa afirmarlo cuando encontramos una mayor calidad técnica en todos sus últimos films, desde "Match Point" (Woody Allen, 2005) o perfectamente su última película estrenada, "Irrational Man" (Woody Allen, 2015), brillantes en su elaboración y narración del guión, pero sin simpatía que despierta en cualquiera su "Annie Hall". Puede que el mejor guión de comedia de todos los tiempos, como han destacado, y que puede ser admirado y reído en cualquier momento de la misma.
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