A las nueve y un minuto de esta mañana Netflix ha abierto
"Fe de etarras" (Borja Cobeaga, 2017) al gran público, parece un dato inofensivo pero estrenar la comedia más delirante y negra sobre el fin de ETA el Día de la Hispanidad —mientras las Fuerzas Armadas desfilan por la Castellana— es la última genialidad publicitaria de Netflix. Lo que no podían controlar es que este año el 12 de octubre se haya convertido en la mayor expresión hispánica de las últimas décadas, miles de banderas decoran nuestros balcones y los gritos de
"¡Viva España!" se escuchan hoy más alto que los habituales cánticos de feministas y antitaurinos. Precisamente Cobeaga y su co-guionista habitual,
Diego San José, viajan a la anterior muestra de mayor fervor español —el Mundial de 2010— para componer un relato que te atrapa entre frases brillantes y situaciones absurdas que terminan por enmarcar una dura y profunda reflexión. Como el cine de Berlanga y Azcona,
"Fe de etarras" vuelve a la comedia de la risa congelada, no tiene la carga social de los maestros pero cuenta con un inevitable sentimiento de culpa y redención. Y todo ello con una pareja de vascos en crisis, un riojano que parece haberse apuntado a la organización por el menú y un albaceteño que siente verdadera devoción por la causa de Euskal Herria. Los últimos acontecimientos en el devenir de nuestro país nos han hecho demostrar nuestro profundo amor a la patria, ahora Coebaga nos da la oportunidad de reírnos de nosotros mismos y enterrar, que no olvidar, el pasado.
"Negociador" (Borja Cobeaga, 2014) ya contaba con el tono sobrio y real, como un piso franco de pared desconchada, que aquí vuelve a traer
Ramón Barea.
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El reparto junto a Cobeaga y San José |
Woody Allen afirmó que la comedia es igual a drama más tiempo, no precisó que cuando tiempo y drama están más cerca la crítica, la parodia y la comedia en sí misma resultan más ácidas y mordaces.
"El gran dictador" de Chaplin es de 1940.
"Vaya semanita" se emitió por primera vez en 2003.
"Fe de etarras" rebosa humor por los cuatro costados, se guarda pullas para todos e ironiza sobre un tema que parece estar reservado para patrias y Aramburus.
Javier Cámara está brillante en cada uno de sus gestos, en cada una de las expresiones del rostro de un personaje complejo, y qué gustazo es poder decir esto de una comedia.
Miren Ibarguren se confirma como una de las grandes intérpretes de nuestro cine, Cobeaga le brinda uno de los personajes más dramáticos del film. Lo que asusta es que después de hora y media de metraje uno desea quedarse en ese piso franco, acompañando a unos personajes con una extraña pero eficaz empatía. Su director la ha definido como
"Friends" pero en un piso franco, el problema es que no podamos acompañar a estos personajes durante más tiempo. En plan
"En Euskadi no hay quien viva" o
"Lo que se avecina en Euskal Herria".
Julián López y
Gorka Otxoa completan el reparto con dos personajes prácticamente opuestos, pero ambos con el innegable sello de la hispanidad: el costumbrismo —o esa capacidad de hacer comedia sin recurrir al gag—.
"Fe de etarras" se confirma como un producto a la altura de su publicidad. ¡Gora Netflix!
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Otxoa, Ibarguren, Cámara y López, cena en komando |
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