El espacio ha dominado la taquilla. Suena más bonito que "Hollywood ha conquistado nuestras mentes", pero viene a ser la misma afirmación. Están venga a clamar por salir de nuestro cómodo y redondeado planeta para montar un
reality show en Marte, plantar hortalizas en la luna o cultivar formas de vida inteligente en la Estación Espacial Internacional mientras seguimos sin conocer que hay en nuestros océanos. Prácticamente desde
"Viaje a la luna" (Georges Méliès, 1902) el cine y demás medios de comunicación nos han advertido del peligro de jugar más allá de la atmósfera terrestre y seguimos sin hacer caso a las prevenciones. Ridley Scott nos dejó bien claro con
"Alien, el octavo pasajero" (Scott, 1979) que cada mochuelo está mejor en su respectivo olivo y con los "Replicantes" de
"Blade Runner" (Scott, 1982) terminó por advertirnos de los peligros de la inteligencia artificial. A día de hoy, el genio moderno de la ciencia ficción continúa forrándose con secuelas superfluas, pretenciosas e innecesariamente filosóficas que han distorsionado el mensaje inicial, mientras seguimos mandando
rovers a Marte en busca de partículas de oxígeno y Felipe VI le da la mano a un robot en su llegada a Japón. El único placer que podemos conservar es que cuando todo suceda el cine seguirá ahí para soltarnos un sonoro y rotundo
"os lo dije", por otra parte los
cyborg ya han llegado a
"Master Chef" con antena incorporada (al parecer Cataluña está llena de estos seres medio humanos, medio máquinas, que suelen tener apellidos extranjeros y muy buena pronunciación).
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Científicos presa de los "lunáticos" en el primer "Viaje a la luna" |
"Alien: Covenant" (Ridley Scott, 2017) nos vuelve a recordar que el hombre es de los pocos animales que se fastidian el meñique del pie con la misma puerta varias veces. El film más oscuro de la saga es tenebroso y facilón, pierde toda facultad del suspense que nos asfixiaba en la original, los recursos cinematográficos más sencillos nos adelantan quién va a morir en cada momento e incluso ese intento de distracción final con el personaje de Michael Fassbender que se queda en la sonrisa de un viejo director clásico tras su combo de rodaje digital. Cientos de científicos dedican sus vidas para acercarnos a un futuro que deberíamos posponer al menos hasta la destrucción definitiva de nuestro planeta, si no más nos vale pensar que todo será como en los
"Guardianes de la galaxia" (James Gunn, 2014), una suerte de futuro nostálgico que nos devuelve a los libres años ochenta con una cápsula de LSD. Tal vez por ello prefiera cualquier secuela de estos divertidos superhéroes Marvel a un bodrio más con xenomorfos pedantes y Fassbenders vengativos.
"Guardianes de la galaxia Vol. 2" (James Gunn, 2017) revista la original con una nueva carga de clásicos musicales ochenteros que cobran sentido con un deslumbrante Kurt Russell, con parodia VFX incluida con ese rejuvenecimiento tan de moda entre princesas galácticas y piratas del caribe. Como todo el mundo, tal vez sea el momento de mirar hacia el futuro con optimismo, rejuvenecernos con impresoras 3D y pasar largas temporadas vacacionales en el planeta rojo. Al fin y al cabo todos queremos pensar que nos lo vamos a pasar al menos la mitad de bien que esta genial desventura de futuro nostálgico de Marvel, pese a que el viejo Scott haya anunciado que
"si de verdad queréis una franquicia, puedo hacer otras seis". Por lo que, ¿deberíamos plantearnos quiénes son los auténticos guardianes de la galaxia?
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El maestro Scott |
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