Nuestro cine siempre ha optado por la comedia antes de enfrentarse a un mal mayor, sin embargo la crítica siempre se ha visto más atraída por la diferencia, y es que cada vez que hacemos un buen thriller queda grabado en la historia a través de los agradecidos espectadores. Hoy recordamos diez grandes película que tienen el crimen en su eje principal y que una vez más nos recuerdan que la realidad supera a la ficción, el último ejemplo de ello ha sido la fantástica "La isla mínima" (Alberto Rodríguez, 2014) entorno al crimen de las niñas de Alcasser se ha levantado esta magnífica cinta de suspense que va más allá de un fiel retraso de los hechos, Rodríguez se adentra en la condición humana y adquiere una impresionante visión de la moral, la muerte y la mentira, que se ven representadas en las increíbles interpretaciones que llevan a cabo los dos protagonistas, Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez, este último se hizo con el Goya al Mejor Actor por su labor. El verano de 2015 permanece entintando en negro en un año donde nos hemos tenido que poner más de una vez el brazalete de luto, el cine es sin duda uno de los mejores medios de comunicación y algunos directores han sabido utilizarlo como tal, Narciso Ibáñez Serrador ha levantado su figura en nuestra televisión como el rey del terror, sin embargo en su largometraje "¿Quién puede matar a un niño?" (Chicho Ibáñez Serrador, 1976) supo erguir un proyecto tras el que existía un terrible crítica a la guerra y violencia en general, como tristemente nos siguen demostrando los telediarios los niños son los peores parados en estos casos, con el film Ibáñez Serrador narró la venganza de éstos a través de unas sensacionales imágenes que muestran con total claridad su pretensión, una película arrastrada por el mayor de los terrores que sigue brillando como una de las grandes obras del cine de terror. Alejandro Amenábar es el gran creador contemporáneo del suspense español, y como obra cumbre entre el crimen, el thriller y el terror se levanta "Tesis" (Amenábar, 1996), una de las grandes obras que, así como pierden algunos de sus trabajos posteriores, puede verse varias veces tras conocer el final por su innovadora forma de reinventar la tradicional forma de rodar este cine.
Aún existe algo más terrorífico, cinematográficamente hablando, que el mostrarnos el asesinato y es la presentación de un asesino que no ha cometido ese crimen, sólo el espectador y él saben la verdad y en "Cadena Perpetua" (Frank Darabont, 1994) supieron transmitir el verdadero agobio que ello inspiraba, sin embargo años antes Pilar Miró rebuscó en su adorada historia de España y encontró un crimen por el estilo, "El crimen de Cuenca" (Pilar Miró, 1979) nos mostraba ese aterrador lado oscuro de la "justicia" con una filmación sucia y merecida para la narración que sumada a las interpretaciones y su llamativa historia configuraron otro de esos clásicos que difícilmente se olvidan, sobre todo por la crudeza que la directora madrileña decidió utilizar. Fernando Fernán Gómez fue uno de los precursores en este cine con "El extraño viaje" (Fernán Gómez, 1964), que nacida de una tertulia con Luis García Berlanga no podía tratarse más que de una fantástica historia en la que una comedia ocultaba un guión tremendamente complicado, en el que se viajaba desde el noir hasta la galantería española de los 60' con Carlos Larrañaga. No siempre tiene porqué tratarse de un asesinato, aunque en realidad la muerte, o el matar a otra persona, siempre desencadena una serie de pensamientos que bien conducidos pueden conformar una agria comedia como "El Verdugo" (Luis García Berlanga, 1963) fabricando así un delicioso atentado contra el propio régimen que permitió rodarlo delante de sus narices, ya de forma clandestina se levantó un gran revuelo cuando se dio a conocer el documental "Queridísimos verdugos" (Basilio Martín Patino, 1977) que rescataba alguna de las declaraciones de lo auténticos protagonistas de esos hechos en los que se basada "El Verdugo" y que más tarde sería recogidos con gran maestría en la serie televisiva "La huella del crimen" (Pedro Costa, 1985) donde reunió algunos de los directores más grandes de nuestro cine para conjurar una exitosa serie cuyo principal atractivo era el morbo (esencial para enganchar al ciudadano español) de que estaba basada en hechos reales.
Durante los años del franquismo despertaba cierta curiosidad a los creadores de la época el enfrentarse a la censura, así como algunos destinaban la mayoría de su obra a complacer a los simpáticos sacerdotes que contemplaban los filmes, otros decidieron ocultar sus verdaderas intenciones bajo crímenes como el atropello de un ciclista en "Muerte de un ciclista" (Juan Antonio Bardem, 1955), donde la verdadera moralina no reside en el mismo atropello, ya que se trata de un "accidente", sino en la relación de Lucía Bosé y Alberto Closas. Años antes por esas calles madrileñas se levantaba el revuelo por el asesinato de una gran señora residente en la calle Bordadores, Edgar Neville lo supo desdibujar con su particular aire cómico de sainete en "El crimen de la calle Bordadores" (Edgar Neville, 1946), una fantástica Julia Lajos nos lleva dentro de un suspense nunca antes visto en España que a la vez introduce mucho de su propio director, totalmente obnubilado por el cinematógrafo americano tras su viaje a Hollywood. Si algo hemos comprendidos tras estos nueve grandes títulos es que la comedia es algo indispensable, todos los temas han de ser tratados con humor, fue el maestro de ello, Woody Allen, quien aclaró que "el humor es tragedia más tiempo", por aquello de la ofensa y la cicatrización de las heridas, por ello no puedo terminar citando a otro que no sea Álex de la Iglesia, tras regalarnos grandes obras donde el crimen reluce como protagonista ("La Comunidad", 2000; "Crimen Ferpecto", 2004; "Los crímenes de Oxford", 2008) creo que su mayor obra con respecto a ello tal vez sea "Balada Triste de Trompeta" (Álex de la Iglesia, 2010), la violencia como una particular venganza hacia toda una época pone en primer plano la fórmula que redactó el director neoyorkino, por ello la escojo como la décima pieza de este top ten en el cine de crímenes (en España).
Aún existe algo más terrorífico, cinematográficamente hablando, que el mostrarnos el asesinato y es la presentación de un asesino que no ha cometido ese crimen, sólo el espectador y él saben la verdad y en "Cadena Perpetua" (Frank Darabont, 1994) supieron transmitir el verdadero agobio que ello inspiraba, sin embargo años antes Pilar Miró rebuscó en su adorada historia de España y encontró un crimen por el estilo, "El crimen de Cuenca" (Pilar Miró, 1979) nos mostraba ese aterrador lado oscuro de la "justicia" con una filmación sucia y merecida para la narración que sumada a las interpretaciones y su llamativa historia configuraron otro de esos clásicos que difícilmente se olvidan, sobre todo por la crudeza que la directora madrileña decidió utilizar. Fernando Fernán Gómez fue uno de los precursores en este cine con "El extraño viaje" (Fernán Gómez, 1964), que nacida de una tertulia con Luis García Berlanga no podía tratarse más que de una fantástica historia en la que una comedia ocultaba un guión tremendamente complicado, en el que se viajaba desde el noir hasta la galantería española de los 60' con Carlos Larrañaga. No siempre tiene porqué tratarse de un asesinato, aunque en realidad la muerte, o el matar a otra persona, siempre desencadena una serie de pensamientos que bien conducidos pueden conformar una agria comedia como "El Verdugo" (Luis García Berlanga, 1963) fabricando así un delicioso atentado contra el propio régimen que permitió rodarlo delante de sus narices, ya de forma clandestina se levantó un gran revuelo cuando se dio a conocer el documental "Queridísimos verdugos" (Basilio Martín Patino, 1977) que rescataba alguna de las declaraciones de lo auténticos protagonistas de esos hechos en los que se basada "El Verdugo" y que más tarde sería recogidos con gran maestría en la serie televisiva "La huella del crimen" (Pedro Costa, 1985) donde reunió algunos de los directores más grandes de nuestro cine para conjurar una exitosa serie cuyo principal atractivo era el morbo (esencial para enganchar al ciudadano español) de que estaba basada en hechos reales.
Durante los años del franquismo despertaba cierta curiosidad a los creadores de la época el enfrentarse a la censura, así como algunos destinaban la mayoría de su obra a complacer a los simpáticos sacerdotes que contemplaban los filmes, otros decidieron ocultar sus verdaderas intenciones bajo crímenes como el atropello de un ciclista en "Muerte de un ciclista" (Juan Antonio Bardem, 1955), donde la verdadera moralina no reside en el mismo atropello, ya que se trata de un "accidente", sino en la relación de Lucía Bosé y Alberto Closas. Años antes por esas calles madrileñas se levantaba el revuelo por el asesinato de una gran señora residente en la calle Bordadores, Edgar Neville lo supo desdibujar con su particular aire cómico de sainete en "El crimen de la calle Bordadores" (Edgar Neville, 1946), una fantástica Julia Lajos nos lleva dentro de un suspense nunca antes visto en España que a la vez introduce mucho de su propio director, totalmente obnubilado por el cinematógrafo americano tras su viaje a Hollywood. Si algo hemos comprendidos tras estos nueve grandes títulos es que la comedia es algo indispensable, todos los temas han de ser tratados con humor, fue el maestro de ello, Woody Allen, quien aclaró que "el humor es tragedia más tiempo", por aquello de la ofensa y la cicatrización de las heridas, por ello no puedo terminar citando a otro que no sea Álex de la Iglesia, tras regalarnos grandes obras donde el crimen reluce como protagonista ("La Comunidad", 2000; "Crimen Ferpecto", 2004; "Los crímenes de Oxford", 2008) creo que su mayor obra con respecto a ello tal vez sea "Balada Triste de Trompeta" (Álex de la Iglesia, 2010), la violencia como una particular venganza hacia toda una época pone en primer plano la fórmula que redactó el director neoyorkino, por ello la escojo como la décima pieza de este top ten en el cine de crímenes (en España).
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