Hoy, 13 de noviembre, se cumplen cuatro años de la desaparición de Luis García Berlanga, y es una de las fechas que se quedan marcadas, incluso más que la de su nacimiento (12 de junio de 1921), aunque cuando llegue el momento del centenario podremos disfrutar de aquella "sorpresa" que nos dejó él mismo en el Instituto Cervantes. En una fecha tan especial, esta vez será el poeta y escritor, Luis Antonio de Villena, una de las figuras indispensables para comprender la poesía contemporánea española. La pluma de Villena desembocó en numerosos relatos eróticos, con lo cual Berlanga, fetichista y erotómano confeso, no tardó en caer en la lectura del que por aquellos tiempos era el joven escritor que comenzaba una larga carrera que le ha convertido en un prestigioso autor. Por aquella época en la que comenzaba Villena, los años setenta, la editorial Tusquets, de mano de la editora Beatriz de Moura y de Luis Berlanga, saca adelante la colección "La Sonrisa Vertical". En ella hemos encontrado a grandes autores como Camilo José Cela, Georges Bataille, Francisco Umbral, Henry Miller, Almudena Grandes, Antonio Gómez-Rufo, o el mismo Luis Antonio de Villena, que en 1999 recibió el Premio La Sonrisa Vertical por su obra "El mal mundo"...
Recuerdo a Luis Berlanga:
Recuerdo a Luis Berlanga:
Vi
cine de Berlanga desde que era niño. Supongo que entonces no
lo entendía bien.
Y en la adolescencia, pluralmente cosmopolita, “Bienvenido Mr. Marshall” me
parecía en exceso española… Entendí que Luis G. Berlanga era uno de nuestros
grandes hacedores de cine, pero demasiado “nuestro”. Creo que fue con “Grandeur
nature” cuando empecé a ver a Belanga de otro modo: transgresor, irónico,
burlón, rebelde. Disfruté enormemente esa delicia que es “La escopeta
nacional”, porque además conocía ya a Luis Escobar. A los Berlanga los conocí
por turnos: A Jorge, el periodista, en las sempiternas noches de las barras de
aquellos bares. Luego a Carlitos (hablé bastante con él) en aquellos mundos
marginales y excelsos que fueron “la movida”. Carlitos hizo las letras mejores.
Todavía hay quien vive de ellas. En una comida literaria coincidí con el gran Luis. Me saludó
muy efusivo: “Me dicen mis hijos que sois buenos amigos”…
Supongo
que, en ocasiones, lo personal aclara e ilumina. Yo admiraba ya a Berlanga pero
lo seguí entendiendo mejor, siempre en su rebelión radical. “La vaquilla” no es
una comedia aunque vista ese traje. Es una espléndida película trágica sobre la
obtusez española. “Todos a la cárcel” es un puro grito con el que Luis se
adelantó a tantas miserias actuales. Y “París-Tombuctú” (entre otras muchas
cosas) sobrecoge por ese cartel final: “¡Tengo miedo!” Excelente Luis. Grande
de verdad. Me echo en cara no haberte entendido bien cuando yo era joven. Lo
compensé con entusiasmo. Y tú me dijiste una noche en Barcelona -1999- que lo
entendías. Eras parte del jurado del premio de narrativa erótica “La sonrisa
vertical” que aquel año se otorgó a mi doble novela “El mal mundo”. Fuiste el
primero en felicitarme, cenamos juntos, reímos, comentamos y apostillaste: “Me
ha gustado mucho tu libro y a mi hijo Carlos le va a encantar”. Éramos amigos.
Lo fuimos más. Coincidimos en almuerzos y cenas. Eso ya da igual. Yo había
aprendido y refrendado que fuiste un director de cine y un personaje genial.
Pusiste humor para tapar la sordidez, y con sonrisas hablaste del daño radical…
Eso. Genial.
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