Mondo Berlanga
El blog trata sobre todo de Jorge Berlanga y de cine clásico.
sábado, 5 de agosto de 2023
Yo sobreviví al Barbenheimer
martes, 11 de octubre de 2022
Chanel desfila para Picasso en el Thyssen
Chanel/Picasso hasta el 15 de Enero |
—¿A ti te ha citado Chanel o el Thyssen? —me pregunta uno de esos pelotas impertinentes.
—A mí Picasso —respondo mientras me acerco a saludar a Carmen Lomana (probablemente la mujer que mejor sabe llevar un Chanel) que conversa bajo los retratos de los barones con Mónica de Tomás y Daniel San Martín.
—Acabo de estar con el ministro [Iceta], es encantador —me dice Lomana mientras rechaza un canapé de foi.
—Claro que sí, hay que estar con todo el mundo —sentencio mientras rescato el aperitivo repudiado.
La terraza de fuera se convierte en el punto de reunión de modernos y actores varios. Rossy de Palma hace un despliegue impresionante de su presencia entre plumas y gestos mayestáticos, como el efusivo abrazo al recibir a Pedro Almodóvar. Echamos de menos a Penélope, santo y seña de Chanel en todas las alfombras. También están por ahí Greta Fernández, Pol Monen, además de Paco León y Pelayo Díaz, compitiendo por quien llevará más tiempo un sombrero bajo techo. “Yo, chica, es que en esta fiesta no conozco a nadie”, dice una snob venezolana con pendientes de Chanel, ante la mirada de Juana Acosta, siempre la más elegante de nuestro cine, con permiso de Marisa Paredes.
Nos retiran el champán para entrar a ver la exposición, impidiendo así cualquier ataque de furia dipsómana. Madres que son hijas de papá, pasean a sus hijas vestidas de Chanel hasta las orejas, evidenciando las palabras de Maurice Sachs que abren la exposición: “el genio de Chanel radica en la miseria rica, lo barato-costoso, la pobreza encantadora”. Actores e influencers esperan a que pase el grueso de los invitados, no sé si para poder hacerse fotos o por miedo a quedarse sin canapés o Coca (Cola). Entre tanto moderno y nuevo rico es una gozada encontrarse con Allegra Hohenlohe y su madre, María del Prado.
—Vengo directa de la uni —me dice Allegra disculpándose por su indumentaria.
—Ya podría ir todo el mundo así a la universidad —digo sorprendido, porque va estupenda.
Boris Izaguirre se pasea de arriba para abajo como si estuviera en uno de sus platós, dice algo de Tamara, pero no presto demasiada atención. Vega Royo-Villanova bromea sobre el robo de alguna pieza de la exposición ante la constante interrupción de una de las alarmas. Lo cierto es que no sería difícil imaginarse alguna escena al más puro estilo How to steal a million. Naty Abascal aparece en escena con ese porte regio que la caracteriza y ese acento sevillano que la humaniza al instante. Me presenta a Almodóvar, a quien le transmito mi pena por el abandono del proyecto de Manual para mujeres de la limpieza. “Era un rodaje que requería de mucha movilidad y yo tengo la espalda fatal. Se va a rodar, con mi guión. Pero queda la pena de no rodar con Cate [Blanchett] que ahora es lo máximo”, me dice ante Las tres Gracias de Picasso.
“¿Se sale por aquí?” pregunta Juana Acosta atravesando una cortina que nos lleva a la tienda de regalos. En el cocktail los actores más jóvenes atacan las bandejas nada más salir. Saphie Wells & The Swing Cats amenizan la velada con una voz felina de jazz algo aterciopelado, Chus Gutiérrez anima a todos los barones aposentados en sus sofás para ir a aplaudirles. Pedro, Rossy y demás almodovarianos aprovechan para cambiarse de sitio, no sé si les era más incómodo el sofá o los retratos de los reyes eméritos que tenían sobre sus coronillas.
Hasta emito un pequeño grito de sorpresa al ver a mi querida Ágatha Ruiz de la Prada.
—¡Qué ilusión, cuando he visto al innombrable no esperaba verte hoy! —espeto mientras saludo a José Manuel Patón, siempre encantador.
—Lo sé, ¿por qué le invitarán a mis eventos? —bromea, añadiendo que tiene que agatizarme, y me siento gris por un momento.
Las conversaciones se van diluyendo. Los círculos se van cerrando. Las baronesas se van marchando. Carmen Lomana se despide abruptamente por un incidente doméstico, yo fantaseo con la imagen almodovariana de Carmen entrando en su cocina inundada con su look de Chanel. Borja Thyssen y Blanca Cuesta atienden a los invitados hasta el final. Y yo me quedo hablando con Allegra y unas mexicanas encantadoras hasta que deja de llover. Una noche espléndida, donde la única decepción fue no encontrar ningún producto de Chanel en la bolsa de regalo, sobre todo después de haber estado diez minutos hablando de cremas con Teresa de la Cierva.
viernes, 9 de septiembre de 2022
The Remains of The Crown
martes, 19 de julio de 2022
Mis personajes (cinematográficos) favoritos
Y sin más dilación:
10. Huma Rojo en "Todo sobre mi madre"
Se ha escrito demasiado sobre los personajes femeninos de Almodóvar, pero por algo será. Son muchos los roles que han seguido la estela moderadamente vesánica de Blanche DuBois, uno de los personajes más icónicos del siglo XX que surgió de la pluma (de escritor) de Tennessee Williams, cuya hermana maníaca inspiró tantas de sus creaciones. Pero de Williams hablaremos directamente más adelante. Así como Woody Allen lo haría exquisitamente en Blue Jasmine (2013), donde la interpretación de Cate Blanchett mereció el Óscar de la Academia, Almodóvar también recurrió a Un tranvía llamado deseo para componer el transfondo (disculpen esta pequeña broma de "aliade") de Todo sobre mi madre (1999). No se trata de mi obra favorita del director manchego (ahí están Átame, La flor de mi secreto y La piel que habito en mi top personal). Pero no cabe duda que Huma Rojo es de esos personajes que nacen para trascendencia, bajo la percha y calmada dicción de Marisa Paredes, se compone una interpretación llena de matices donde nada es burdo ni plástico. Algo totalmente inusual en el cine de Almodóvar y especialmente en esta película, donde el personaje cuenta con una antítesis que termina por completarla, el personaje de La Agrado (Antonia Sanjuán). Huma Rojo es frágil, se rompe con facilidad, como la Blanche que realiza sobre el escenario. Huma es actriz, por tanto exagerada y llena de contradicciones. Actrices que interpretan a actrices actuando, este enrevesamiento almodovariano es constante. Marisa consigue un equilibrio perfecto entre esa inseguridad de mujer y esa fuerte decisión de artista, de personaje consciente de sí mismo. Es una estrella del escenario y una lesbiana a merced de una amante impredecible. Esa Huma Rojo que empieza interpretando a una frágil Blanche a merced de la bondad de los desconocidos termina encarnando a la Madre de Bodas de sangre, de carácter fuerte, pero rota por la pérdida. La escena: "Humo es lo único que ha habido en mi vida".9. Norma Desmond en "El crepúsculo de los dioses"
Dentro de las actrices que interpretan actrices interpretando, están las que hacen de sí mismas. Son personajes muy jugosos, y aunque algunas no hiciesen de sí mismas per se, en nuestro imaginario siempre permanecerán así. La Joan Crawford de ¿Qué fue de Baby Jane?, la Bette Davis de Eva al desnudo o, más recientemente, el Michael Keaton de Birdman, para que no me acusen de clasista o clasicista. Todos ellos podrían estar en mi lista, y lo estarían si no fuera porque no deseo aburrirles. De hecho poner a Huma Rojo y Norma Desmond continuadas ya es algo repetitivo, pero estarán conmigo en que es un acierto de Billy Wilder, rescatar a Gloria Swanson para hacer de una vieja gloria del cine mudo en Sunset Boulevard (1950) y uno de los mayores homenajes al cine. Aquel año, en los Oscar se enfrentaron Anne Baxter y Bette Davis por Eva al desnudo y la Swanson, tanta sobrecarga hollywoodiense distrajo los votos y finalmente la estatuilla recayó sobre la simpática Judy Holliday por Nacida ayer, que parecía que no pintaba nada y estaba interpretando en Broadway. Wilder supo conducir a Swanson hacia el terreno que quería. Sin caer en la parodia, sin hacer un autorretrato, logró presentar el entierro de un mono con una solemnidad inimaginable. Puede que haya pecado de mainstream al hablar de Norma, porque lo cierto es que mi personaje favorito del film es el de Max von Mayerling, el mayordomo y ex-esposo de la actriz, interpretado por Erich von Stroheim, reconocido director e idolatrado por Wilder, que ya había contado con él en Cinco tumbas al Cairo (1943). La frivolidad de Hollywood, la excentricidad de una estrella olvidada, su regreso a la Paramount, la historia del cine, los celos, su extraña relación con un hombre más joven, tornado todo ello por el turbio velo del noir que su director había prácticamente inventado años antes con Perdición. Norma Desmond es el personaje más importante de la historia del cine, para su propia historia, vive de él, se alimenta de él y desaparece con él. La escena: no dista demasiado de esa última escena de Un tranvía llamado deseo. "Cuando quiera, señor DeMille, estoy lista para rodar..."
8. Boris Yellnikoff en "Si la cosa funciona"
Se reconoce a Woody Allen especialmente por sus personajes femeninos, de hecho son varias las actrices que se han alzado con el Oscar gracias a él, incluyendo a nuestra Penélope. Alguna incluso lo ha hecho en dos ocasiones (Dianne Wiest). Sus protagonistas masculinos (verán que no son demasiados los roles protagónicos que ocupan esta lista) suelen ser el álter ego de sí mismo o al menos del personaje que ha interpretado durante años. Sin embargo, en el caso de Whatever Works (2009) se produce la divertida coincidencia de encontrar dos almas gemelas de la jewish comedy trabajando en comunión, el propio Woody y el gran Larry David, que llevaba mostrándonos sus manías, situaciones y expresiones en primera persona desde el año 2000 en su magnífica serie Curb Your Enthusiasm. Larry David extrapola todo el imaginario que el espectador pueda tener de antemano para convertirse en un genio de la física para el que la vida y sus vulgares gusanos/habitantes son la más clara muestra de la futilidad de la existencia. Los ingeniosos diálogos de Allen se funden con la siempre exagerada interpretación de David, que muestra con la misma genialidad un chiste sobre el Holocausto que un insulto preciso. Una película rápida, alegre, muy hablada y muy narrada. Woody y Larry se pasean amablemente por Nueva York con esa mirada cínica de neoyorquinos jubilados ya de la belleza de la Gran Manzana. Es complicado seguir riéndose como la primera vez con una película. Yo todavía no logro contener la risa con cada una de las réplicas tan hirientes como acertadas de este genio con dificultades para el suicidio. La escena: "Su hijo es imbécil, que de clase de canicas".
7. Tristana en "Tristana"
6. Minnie Castevet en "La semilla del diablo"Son los personajes secundarios los que hacen una buena película. Esos que llenan con sus apariciones la pantalla y, en ocasiones, terminan por comerse la trama principal. Rosmary's Baby (Roman Polanski, 1969) es para mi la perfecta definición del buen cine de terror, que debe alimentarse de incomodidad y angustia y no de sustos y monstruos. Minnie Castevet, encarnada por la genial Ruth Gordon (su interpretación le valió el Oscar de la Academia), es uno de esos personajes cuya presencia va adquiriendo necesario protagonismo, una villana en forma de vecina del quinto. Insuperable. Maestra en el arte de utilizar la amabilidad como agresión, incisiva e irritante. La que fuera una de las grandes guionistas de Hollywood en los años cuarenta y cincuenta, se reutilizó como actriz especializándose en personajes excéntricos y extravagantes, rodeados de un extraño halo de esoterismo. Véase su también destacable personaje de Maude en Harold y Maude (Hal Ashby, 1971). Polanski se encontraba en el momento más álgido de su carrera, convertido en uno de los grandes, aún no había sido acusado de violación y se acababa de mudar felizmente a Hollywood con su adorada Sharon Tate. Tristemente, toda esta ambientación, vista con la distancia de la historia, dota a la película de una moraleja más cruel y perversa de lo que debería haber sido. La señora Castevet, es la nota de color, la llamativa serpiente que merodea por el tronco del manzano, y con un vestuario a destacar. Gordon repitió el papel en ¿Qué pasó con el bebé de Rosmary? (Sam O'Steen, 1976), película a merced de su bajo presupuesto televisivo donde la autoparodia queda reducida por la desaparición de la extravagancia, ya que para eso hace falta dinero. La escena: Minnie visita la casa de Rosemary. "Eres joven y tienes salud, estoy segura de que tendrás muchos hijos".
domingo, 27 de marzo de 2022
The F-Word: Los putos Oscar.
Nicole Kidman en la WWA |
50 años de El Padrino |
Amy Schumer |
Life is a Cabaret |
miércoles, 3 de noviembre de 2021
"Veneciafrenia" (2021)
domingo, 17 de enero de 2021
"30 monedas" (2020)
La mezcla de géneros, algo a lo que nos tiene acostumbrados –no tanto a los americanos, a los que les está explotando la cabeza–, es clave en la semiótica de la serie, porque, por encima de todo, estamos ante una serie de Álex de la Iglesia. A partir de los "cainitas", compone su propia teoría paranoica al más puro estilo Dan Brown, con el genial Antoñito como profeta de la condenación de Pedraza. Es este punto, el costumbrismo rural, el que tiñe de una negrura exquisita toda la trama, demostrando que en ocasiones el humor puede ser una forma sofisticada del terror. A medida que la serie avanza esto se pierde considerablemente. Ese "¿queréis que se rían de nosotros y nos llamen paletos?" desaparece, porque no importa, a nivel emocional los personajes se han olvidado de Twitter, de Facebook, de los complejos y de la vida cotidiana. Lo mismo nos pasa a nosotros al ver la serie. ¿Qué importa el Trending Topic del día cuando un conjunto de sacerdotes apócrifos quieren dominar el mundo? "¡Estamos endemoniaos!", dice, castizo, uno de los personajes. Para que esta evolución funcione es inevitable contar con un reparto tan exquisito como el de Álex, ya sea para un personaje episódico como el de Carmen Machi –sensacional– o uno central como el de Eduard Fernández, glorioso en cuerpo y alma, físico, racional y salvaje, carga con la serie de una manera inconmensurable. Los rostros habituales del director nos hacen sentirnos como en casa, Tallafé en la cantina, Jaime Ordóñez en la botica, Pepón Nieto en el cuartel, Mariano Venancio en el ayuntamiento, Enrique Martínez por ahí, es una gozada ver a los de siempre sumergiéndose en un mundo completamente desquiciante, haciendo las réplicas de las nuevas incorporaciones que se van engrasando poco a poco en esta creación demoníaca. Cosimo Fusco, escapado del Vaticano de Ángeles y demonios (Ron Howard, 2009) –una de mis favoritas en mi tierna infancia–, se incorpora por la puerta grande con una magnífica presentación de personaje. Aunque esta primera temporada, parece erguirse como la punta de un iceberg, como si toda ella fuese la presentación de unos personajes, un mundo, una confabulación, "el comienzo del fin", como dice Solo en un italiano exquisito. Macarena Gómez, a la que deseamos ver poseída desde el primer momento, es el personaje que más evoluciona, sin duda uno de los más atractivos para el espectador. Un antihéroe, una femme fatale enamorada, una bomba de relojería. Si tuviera que simplificar, diría que Álex dirige como nadie a la figuración. Si hace verosímil lo irreal es porque todo es uno, hasta la señora que corre en pánico por un banco en Ginebra está bien dirigida.