martes, 11 de septiembre de 2018

El cine de las estrellas

Resulta interesante descubrir una película que apela a nuestro cineasta interior, y que lo haga especialmente desde el puro amor a rodar, por encima de cualquier desavenencia. A cualquiera que le haya picado la curiosidad cinéfila le habrán soltado eso de: "Hoy en día todo el mundo tiene móvil, todo el mundo puede hacer una película". Zoe Berriatúa ilustra brillantemente este concepto en su film "En las estrellas" (2018), donde un antiguo cineasta que trabajó en el departamento de arte de las "películas americanas" sueña con levantar su propia cinta comercial, algo que vemos del todo imposible en cuanto nos dan a conocer el nombre de su hijo: Ingmar. La película, como el cine, es una gran mentira, un engaño que nos atrapa por un envoltorio mágico y cruel. Luis Callejo interpreta a ese padre que tratará de hacer que su hijo vea su decadencia a través de la ilusión del cine, una mímesis de la realidad que el propio Berriatúa desdibuja haciendo la película. Es una película cruel repleta de optimismo, cada escena en la que nos transportamos al mundo del personaje de Callejo es pura fantasía, al igual que cada aparición de Macarena Gómez, que nos atrapa en una realidad mágica y confusa regalándonos escenas deliciosas y planos tan deslumbrantes como el del rostro saliendo del barro. "En las estrellas" es un canto de amor al origen del cine, es artificial, una farsa, un film de ciencia ficción en el que disfrutamos viendo los hilos que sostienen la luna. No hay más, tampoco lo pretende, es la página de agradecimientos que viene al final de un libro.

Zoe Berriatúa y Macarena Gómez en el set del film.

El mundo de devastación, artificio y suciedad en el que nos sumerge Berriatúa cuando no narra su ficción, me lleva directamente a otro asiduo de los mendigos y los Apocalipsis, Terry Gilliam. Presente en cada trago a palo seco que Callejo pega al vodka. Otro cinéfilo, otro gran cineasta que también sueña con cuando hacía grandes películas de ciencia-ficción con los americanos. "En las estrellas" comparte una estética, un artificio descarado, ese por el que siempre sabes que estás en una sala de cine. Ese es el gran logro de Berriatúa, hacernos valorar nuestra butaca, hacernos pensar en que estamos en el cine, viendo cine, compartiendo cine. Es una mirada optimista ante una realidad que cita un personaje de la película: "las salas están desapareciendo". En el momento en que lo oí miré a mi alrededor, estaba en una de las pequeñas salas que llenan de encanto los cines Princesa, había un par de personas más. Al salir me pareció que los Princesa era el lugar idóneo para ver el film, ya que parece uno de sus escenarios. Estos son los cines que quedan, con latas oxidadas y películas olvidadas, los cines de las estrellas que ahora arden en el celuloide. Acompañada de una banda sonora imponente, gracias en gran parte a la música de Iván Palomares, "En las estrellas" es la modesta carta de amor de un director cinéfilo que nos recuerda qué es el cine.

La cámara y el hombre (Luis Callejo), junto a Jorge Andreu