viernes, 29 de enero de 2016

La juventud de Sorrentino

Paolo Sorrentino ha demostrado tener un gusto exquisito por la estética, sin llegar a derrochar planos o regocijarse en sus magníficas secuencias. Controla su producto y sabe manejarlo, si bien se dio a conocer internacionalmente con "La gran belleza" (Paolo Sorrentino, 2013), aún habiendo realizado magníficos proyectos que no lograron conquistar Hollywood. Con ella, el director italiano, logró entrar en un nuevo mercado, otra categoría donde no se permite el exceso y el derroche, así, su vuelta al cine logra estabilizarse entre una estética que guarda el sello personal del cineasta, y unas magníficas interpretaciones por parte de todos los actores que participan de este lujoso hotel de lujo suizo, relacionados entre pensamientos y diálogos exquisitos que huyen de la pedantería de Jep Gambardella, por otro lado formidable. "La Juventud" encuentra su gran belleza en la vejez, en las miradas, y en una historia que rodea a dos grandes amigos que reflexionan sobre la música, el cine, o las curvas de Miss Universo, y que Michael CaineHarvey Keitel elevan al séptimo cielo de la interpretación, incluyendo algunos giros de guión inesperados en el cine de Sorrentino. A lo largo del metraje se disuelven bombazos cinematográficos que nos tiran una buena jarra de agua fría y nos descubren unos amantes en el bosque, o a un compositor retirado dirigiendo una vacada suiza, aunque sin duda el gran momento resulta la aparición de una Jane Fonda espectacular que abre un tercer acto, que se mueve en una espectacular emotividad seria.



La fama persigue a una serie de personajes que encuentra su descanso entre las impresionantes montañas suizas, desde un Maradona obeso a un actor en busca de un destino interpretativo. Fred Ballinger, interpretado por Caine, perseguido por sus "Canciones Sencillas", lanza una angosta mirada al mundo que ahora le rodea y que dará una vuelta a su rutina habitual. A través de los personajes, el espectador realiza una experiencia única, que salta por todos los sentimientos que el ser humano es capaz de experimentar. Desde el placer más carnal a la belleza más hermosa que se puede apreciar en las lágrimas contenidas de un reputado compositor, o ese elegante gesto cargado de cierta melancolía que une la vejez y la juventud en un sencillo violín, sin la importancia estética de "La gran belleza", "La Juventud" es mucho más bonita y elegante, víctima de su dirección e intérpretes galardonados en los Premios del Cine Europeo. Mucho más allá que una reflexión, muestra el miedo del propio director hacia envejecer, perseguido por los fantasmas de sus películas, aunque ya haya afirmado que "por conseguir la inmortalidad, destruiría todas mis películas". Resulta verdaderamente asombroso como la Academia estadounidense no ha reconocido un productor fabricado enteramente para el gusto europeo, con el idioma incorporado para su propia comprensión. Sinceramente, los diálogos de Sorrentino resultan magistrales, elegantes, y de una sátira excepcional, sin embargo "La Juventud" no precisa de ellos para transmitir la esencia que busca. Es una auténtica obra maestra, una unión de los mejores géneros para llegar al propio mundo real, donde la Reina de Inglaterra se acomoda en su trono de ocio. Maravillosa.

jueves, 21 de enero de 2016

La Suegra de la Novia, drama de Lorca

Llegó en una época descolgada, y casi desapercibida se nos presentó la mejor película española de la pasada temporada 2015. Por suerte no pasó desapercibida para académicos y críticos, que han sabido levantar el film desde la cara B del cine, toda esa estructura que lo defiende y apoya desde las bambalinas, mientras el público tiene en sus manos el poder del éxito, sentados en el anfiteatro. "La Novia" (Paula Ortiz, 2015) es un film único, una pequeña obra de arte que derrocha sentimiento por todas partes. Sin duda alguna el mayor acierto que ha tenido el segundo film de Paula Ortiz, no ha sido crear una pieza única con escenas de una estética irreprochable y un elegante movimiento de cámara, sino hacer que el espectador no se aburra. El trabajar sobre un texto de Lorca, "Bodas de sangre" (estrenada en 1933), permite a otra admirable creadora, como lo es su directora, regocijarse en las escenas, detallarnos con emblemáticos primeros planos a cada personaje, e incluso prescindir de la cualidad espacio-temporal que construye la habitual linealidad cinematográfica. El drama de Lorca se ve en su mejor adaptación, sin duda pensada para el poeta andaluz, pues lo mejor que se puede decir de ella es que el propio Federico García Lorca hubiese quedado fascinado con ella. Incluso sin su adorada Margarita Xirgu, que interpretó a la madre en la primera versión cinematográfica, único film de su director, "Bodas de sangre" (Edmundo Guibourg, 1938).


Para dar el relevo ya se encuentra la magnífica Luisa Gavasa, magnificada también por un guión más centrado en su figura, esa madre y suegra como máxima exponente de ambas, en una España que se queda en los años 60', tras una perfecta ecuación entre los 1930 de Lorca y la actualidad. Al igual que Xirgu, Gavasa domina su papel y lo transmite de una fuerza arrolladora como sólo poseen las mujeres maduras de Lorca, en esta ocasión enclaustrado en ese dominio femenino sobre las formas y la familia. Como absoluta protagonista se encuentra una Inma Cuesta dispuesta a embellecer este film dejándose llevar por una destacable labor de dirección, encontramos a una de las Novias más fuertes del cine desde "Kill Bill: Vol 2" (Quentin Tarantino, 2004). En todo momento ausente y víctima de su verdadero amor, unido a la increíble fuerza física que suma Cuesta, que verdaderamente se ve como una perra hambrienta a la espera de su sino, mientras baila con los elegantes movimientos de cámara, y despide a su padre, un Carlos Álvarez-Nóvoa que mira ausente en su vergüenza. Sin duda es uno de los textos más atractivos para llevar a la pantalla, y mucho más para ser dotado de una belleza tan clara, que recuerda a los mejores montajes teatrales, uniendo técnica e interpretación. Todo ello ligado con la excepcional banda sonora de Shigeru Umebayashi, en todo momento acompañando a los personajes como sus propios pensamientos, en ocasiones apabullantes partituras que estremecen a los protagonistas, y en otras elegantes piezas que te invitan a bailar en una de las bodas más reconocidas de la literatura española.


Un film no es completo sin un reparto fuerte, capaz de sostener sobre sí mismos el vigor argumental que no descansa en ningún momento. Leticia Dolera logra adelantar los acontecimientos con su mirada, y como le dice La Madre ultrajada: "Tú a casa, a llorar sola", en una escena donde Gavasa brilla sobre todas las estrellas lorquianas. Entran aquí también María Alfonsa Rosso, Consuelo Trujillo y una discreta Ana Fernández, perfecta vecina y paniaguada de La Madre. Asier EtxeandíaÁlex García son sin duda los personajes más maltratados en esta adaptación, sin duda geniales en sus interpretaciones, pero consumidos por el increíble poder de las féminas, que pide esta adaptación, que pide Lorca. Tras ella una llamativa estela de premios que han reconocido desde su inmensa labor artística, hasta uno de los trabajos técnicos más destacables de los últimos años, incluso en los efectos especiales que nos transportan a otro mundo en la escena de la cristalería. No sería de extrañar que fuese la gran ganadora de los próximos premios Goya, para los que cuenta con doce nominaciones destacando muy por encima en todas ellas, en una año donde el buen cine ha llegado escaso y algo tarde al cine español. Desde el 11 de Diciembre en cines, ha vuelto a tener una segunda remesa que todos ustedes deben aprovechar, no se arrepientan cuando vean la gala de los Goya el próximo 6 de febrero.

martes, 19 de enero de 2016

"Joy", serenidad post-clímax

Resulta increíble como David O. Russell ha logrado formarse uno de los mejores equipos cinematográficos de la industria actual. Una serie de los mejores profesionales, desde el genial director de fotografía Linus Sandgren hasta la genial Jennifer Lawrence a la que hizo ganar un Oscar por su papel en "Silver Linings Playbook" (David O. Russell, 2012). Todos ellos introducidos en su particular mundo de atmósfera sesentera, plagado de dramas inducidos a través de la genial comedia que Russell logra a partir de una espontaneidad provocada por sus siempre geniales repartos, además de sus intrínsecas situaciones, donde todo es llevado a su máximo exponente. Su último film no iba a ser menos, una pieza verdaderamente trabajada desde la posición de creador. "Joy" es cinta peculiar a la que le resulta difícil desprenderse del anterior film se su director ("American Hustle", 2013). Una magnífica unión que ahonda en el argumento para llevarlo más allá de la absorbente historia de Joy Mangano, y no sólo por su "fregona milagrosa" que revolucionó a las amas de casa de los años 90' con los inventos más revolucionarios en el ámbito del hogar. La fuerza de una mujer que fuer capaz de todo por levantar su producto en lo más alto, y con ello a su propia situación en la que se ve envuelta su singular familia, siendo el abandono del hoy aclamado biopic el mayor logro del film. "Joy" no es una película sobre la inventora Joy Mangano, es una plataforma que utiliza su historia para transportarnos, a través de escenas perfectamente construidas, hacia una explosión de sentimientos que afloran al más mínimo en la vis interpretativa que Jennifer Lawrence maneja con la soltura que viene legada de su experiencia con Russell.


Particularmente hay una escena que me estremeció, comencé a afincarme cada vez más en la butaca temiendo que en algún momento se desequilibrase esa vibrante escena que nos hace deambular hacia la máxima culminación y su posterior serenidad anímica. Se trata del momento en el que Bradley Coope muestra por primera vez a Joy (Lawrence) la venta en su particular teletienda rotante, un collar con ánimo de lucro que se ve en manos de la mejor vendedora mientras el resto del estudio responde llamadas casi siguiendo una coreografía a ritmo del "Asturias" de Isaac Albéniz. Otro de los aspectos más interesantes se encuentra en el tratamiento de David O. Russell sobre el melodrama que en cualquier otro caso dominaría el film, ajeno a ello, el director toma una telenovela y la convierte en la causam vitae de la madre de Joy, y a partir de ella reírse de un enrevesado guión que llegará a protagonizar los peores sueños de nuestra imparable protagonista. A todo ello se suma también el redescubrimiento de Isabella Rossellini, en un papel verdaderamente intenso, una viuda que no logra encontrar un término medio entre la mujer de negocios y la cruel madrastra, otra genial invención de David O. Russell que firma el guión junto a Annie Mumolo. Robert De Niro queda por lo contrario algo desencajado, protagonistas de algunas escenas memorables, pero desubicado en una historia donde el apoyo paterno debería ser indudablemente considerable. Aún así volvemos a la ocurrencia de narrar la historia desde los ojos de amante abuela, una perspectiva que envuelve un drama que puede terminar con sus vidas en una estética sesentera llena de una luminosidad que sólo puede derivar en el éxito empresarial que precede al film. No duden en ver este film en sus asiduas visitas al cine, ahora que siguen la brecha de la ola hacia los Oscar.

lunes, 18 de enero de 2016

Alan Rickman frente al 'blockbuster'

El reciente fallecimiento de Alan Rickman nos ha hecho repasar su carrera, y encontrar en él mucho más que el odiado profesor Severus Snape, difícil para una persona que ha crecido de la mano de Harry Potter y la excelente y mágica pluma de J.K. Rowling. Observando su carrera vemos que sigue una línea ascendente hasta el final de sus días, como el propio Snape que no tardó en convertirse en uno de los mayores protectores del propio Potter. Desde aquel malvado jefe terrorista de "Jungla de cristal" (John McTiernan, 1988), siempre hemos encontrado en Alan Rickman a ese personaje malvado capaz de guardar hasta la tumba el mayor de los secretos. Sin embargo, por suerte, Alan Rickman nos ofreció un magnífico regalo a los admiradores del cine, una parte de su verdadero ser en todos aquellos films que ofrecían una pequeña parte de su vida, incluso en los blockbusters que no lograron romper una carrera paralela asentada en el victoriano siglo XIX. Con "El invitado de invierno" (Alan Rickman, 1997) dirigió con talento su personal mirada a la superación y la muerto, mucho más allá del drama, unas potentes interpretaciones que sólo podían nacer de una gran dirección. Con el comienzo de siglo llegó Snape en "Harry Potter y la piedra filosofal" (Chris Columbus, 2001), y desde entonces un papel prolongado en el tiempo, que le permitió ahondar en las diferentes personas que se encuentran dentro del personaje más misterioso y turbio de la saga de J.K. Rowling.


Su trabajo en la televisión inglesa fue también una de sus grandes facetas, por la que recibió su único Globo de Oro. Con "Sentido y sensibilidad" (Ang Lee, 1995) descubrimos cuál era su salsa en este melodrama romántico-vicrtoriano. "El perfume, historia de un asesino" (Tom Tykwer, 2006) le devolvió al cine de época, donde descubrimos lo bien que lucía el vestuario. Poco después su personaje en "Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet" (Tim Burton, 2008) se convirtió en uno de los más imponentes de este tenebroso cuento-musical de Burton. Puede que "La promesa" (Patrice Leconte, 2013) y "A Little Chaos" (Alan Rickman, 2014) sean dos de sus trabajos más personales, una naturaleza idílica enclaustrada en una época unida a la fuerza de los personajes, puede que este sea su testamento fílmico. Mientras que J.K. Rowling escribió para él esa lágrima final de Snape, una de las escenas emotivas que mejor han sido llevadas a la pantalla, sin caer en el sentimentalismo, muy impropio del cine comercial, un regalo de la autora, pues cuando terminó de escribir "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte", Alan Rickman la había tomado posesión del personaje de Snape, que sin duda le haría perdurar por mucho, a través de las nuevas generaciones. Poco después del fallecimiento de otro gran británico, como fue David Bowie, desaparecía este gran actor que demostró como desde un personaje se puede luchar frente al poder subversivo con el que actúa el blockbuster actual.

jueves, 14 de enero de 2016

"The Hateful Eight" by Tarantino

Desde hace tiempo no cometíamos un crimen de traducción tan duro como el sucedido con la última película de Tarantino, como guinda del pastel, de varios incidentes que han traído de cabeza al director estadounidense estos últimos meses, hemos decidido distribuir su cinta como "Los odiosos ocho", que pierde claramente la fuerza de la versión original. Todos y cada de uno de los trabajos de Quentin Tarantino se han convertido en una cita para todos ellos que siguen el cine actual, nunca defrauda y por lo tanto se convierte en uno de los más deseados por la crítica y el público, ambos incapaces de desatar sus sentimientos ante un metraje excepcional. Sin embargo esta expectación en ocasiones lleva a los spoilers, la filtración de guiones, o incluso de la propia película (antes de su estreno comercial), terribles acciones que Tarantino a afrontado de la mejor manera posible, incluso después de saber que el único cine de California que podía proyectar el film en 70mm (formato en el que ha sido rodada originalmente), había reservado todas sus salas para "Star Wars: El despertar de la fuerza" (J.J. Abrams, 2015). Muchos temblamos cuando, hace cerca de un año, el particular temperamento de Quentin Tarantino hacia la prensa le hizo decir que abandonaría el proyecto de "The Hateful Eight", aunque unas semanas después afrontó la filtración de su guión de la mejor manera posible: una lectura dramatizada del borrador final abierta al público.


Tarantino vuelve a salir por la puerta grande con su última película, desde el comienzo una puesta en escena embriagadora, nos introduce en un helador western donde el guión comienza a florecer desde su primera secuencia en medio de una carretera nevada. Indaga en este género, prácticamente en desuso en los últimos años, para redescubrirlo y encontrar en él un nuevo escenario donde transportar sus apetitosas historias, enriquecidas por sus eternos diálogos, que siempre encuentran una crítica mordaz y satírica a los principales problemas que afectan a nuestra sociedad, por los que el propio Tarantino se ha movilizado en más de una ocasión. Esa magnífica sátira que maneja con discreción desde "Reservoir Dogs" (1992) desde sus sangrientas escenas, con un magnífico humor negro, le ha llevado a tener algún que otro problema, incluso ha tenido que cortar un diálogo en su último film por ello. Para levantar este proyecto de una fuerza actoral incomparable con ninguna de sus anteriores películas, se ha hecho con pesos pesados de su carrera, o como él mismo los llama "estrellas de Tarantino", todos ellos al máximo en sus rudas interpretaciones, cargadas de una fuerza terriblemente impuesta por una violencia explícita, obviamente necesaria para la resolución visceral del film. Con "The Hateful Eight", Tarantino, vuelve a sus orígenes, apuesta por un escenario único y sencillo, casi teatral, con un incomparable trabajo en los diálogos para crear la verdadera puesta en escena, la fuerza vital que aporta la intensidad de la conversación entre personajes, como ya comprobamos en "Reservoir Dogs" o "Pulp Fiction" (1994).


Kurt Russell, Walton Goggins, Demián Bichir, James Parks, Michael Madsen, Tim Roth y Bruce Dern forman una pandilla terriblemente colosal, con mención especial para Samuel L. Jackson, completamente lúcido en todo su repertorio de flamantes ideas tarantinianas acompañadas por un carta del puño y letra de Abraham Lincoln, sumado al carácter detectivesco que adquiere cuando comienza a vislumbrarse un leve atisbo de la mejor de las novelas de Agatha Christie, sin apenas darnos cuenta en un rápidos e intensos segundos. Además de la fémina que pervive entre ellos, una magnífica Jennifer Jason Leigh en uno de los papeles más despreciables escritos por Tarantino, junto quizás el Monsieur Candie de "Django: desencadenado" (2012), lo que aumenta el interés por el terrible pasado que arrastra, una magnífica interpretación que le ha valido una nominación al Oscar a la Mejor Actriz de Reparto. Tarantino llama la atención en su último trabajo por su montaje de la escena, mucho más cuidado y limpio que en sus trabajos anteriores, la nominación al Oscar a la Mejor Fotografía conlleva esa limpieza fílmica marcada por unos colores muy llamativos por su contraste con el blanco de la nieve, y por supuesto el rojo Tarantino. Si nosotros presumimos de nuestro rojo Almodóvar, el genial director estadounidense no se queda corto con su propio rojo, siempre en tonos anaranjados y acompañado de una buena ristra de vísceras.


Si algo a sorprendido, incluso al propio Tarantino, ha sido la banda sonora, la primera original compuesta para el director por Ennio Morricone, el genuino compositor del spaghetti western cuyas bandas sonoras han dejado una importante huella en la historia del cine. Tanto que el propio Tarantino no se resistió en utilizar algunos de sus temas para "Django..." o incluso temas de otros films para "The Hateful Eight" que aportan una subtrama genial, a partir de piezas como "Regan's Theme" del film "The Exorcist II: The Heretic" (John Boorman, 1977) que encaja perfectamente con uno de los momentos épicos de la historia. Obviamente el trabajo de Morricone ha sido reconocido con la nominación al Oscar a la Mejor Banda Sonora, el mayor descubrimiento de este genial trabajo, la octava película de Quentin Tarantino. Guarda su caligrafía y escribe con buena letra uno de los mayores trabajos de su carrera que, como siempre, se engrandece cuando comienza a romper la barrera de lo permitido, y él mismo interviene en forma de narrador para ordenar la trama. Sin comprender del todo como aún no ha sido reconocido su labor en la dirección por la Academia, continuamos asombrados por su ausencia como nominado en el Mejor Guión Original, con la que ha tenido más suerte en otras ocasiones. Con premios o sin ellos que lo reconozcan, Tarantino, sigue siendo el mejor, no se lo pierdan este viernes. Aviso para barceloneses, pues la Sala Phenomena Experience de Barcelona será la única que proyectará el film en España en los 70mm originales...

martes, 12 de enero de 2016

A Starman into the Labyrinth

Verdaderamente se trató de una rareza espacial, un ser único del que verdaderamente costaba considerar como un ser de esta tierra, ayer despedíamos a David Bowie, mucho más que uno de los cantantes más reconocidos de todos los tiempos. En 1969 su álbum "Space Oddity" le llevó más allá de las estrellas, su particular vestuario y una estética transgresora le llevarían a crear el mito, el manto perfecto para cubrir la figura del Bowie persona, el Bowie marido y el Bowie padre, una de las pocas estrellas que verdaderamente supo elevar al más allá, la calidad de artista. Un cáncer nos ha arrebatado al gran David Bowie que ahora espera como un hombre de las estrellas, surcando el cielo del que supo regalarnos una buena ración. El personaje de Bowie se convirtió en el guía de una época marcada por los más destacables éxitos musicales de la historia reciente, Jorge Berlanga lo utilizó en el borrador de su musical "A quién le importa" como esa luz que ilumina desde un séptimo cielo la historia de unos personajes perdidos en los ochenta, hambrientos de una razón que encuentran en las canciones de su hermano Carlos. Como a Jorge, el Bowie personaje sirvió para desatar la imaginación de más de un creador que inevitablemente cayó rendido al hombre de los iris diferentes, el pelo nómada y la voz blanca que le sirvió como perfecta baza para entrar en el coro de la escuela. Su música iluminó cientos de bandas sonoras, una de las más recientes "The Martian" (Ridley Scott, 2015), que podrá ser nominada en los próximos Oscar de la Academia.


En 1972 deslumbró a medio mundo con el sencillo, "Starman" con el que se le recordará por siempre, una sencilla canción que le llevó a la mejor época de su carrera profesional, para desembocar en una década prodigiosa de la que el llevaba siendo embajador tiempo antes de su llegada. De aquella efervescencia ochentera se sirvió Julian Schnabel para su film "Basquiat" (1996), donde Benicio del Toro, Willem Dafoe, Dennis Hopper, Gary Oldman y Jeffrey Wright recrearon el círculo más cercano del pinto Jean-Michel Basquiat, además de un David Bowie excepcional que mostraba su verdadera faceta de actor en el papel de Andy Warhol. También en aquel tiempo dejó su papel más reconocido, el rey de los Goblins en "Dentro del laberinto" (Jim Henson, 1986), uno de esos magníficos cuentos repletos de una luminosa oscuridad que se convirtió en la infancia de una generación, y en una de las obras de culto del siglo XX. Una de la geniales creaciones de Henson, que junto con la gallina Caponata, se ha convertido en el gran descubrimiento del final del siglo de los inventos, un avance televisivo y cinematográfico con un David Bowie como protagonista, que una vez más se alzaba como el rey de los extraño, de un nuevo mundo, un lugar excepcional. Hasta su cameo en "Zoolander" (Ben Stiller, 2001), es reconocido como una de los más geniales gags de la nueva comedia americana. Por lo tanto David Bowie perdurará no sólo por sus personales y míticas aportaciones a la música o al cine, sino por lo que nos aportó a nosotros como mundo y sociedad "en evolución", un ser con el que deberíamos estar encantados de haber convivido.

En palabras del Bowie de Jorge encontrábamos:

"En mis mejores tiempos era un virtuoso del cambio de personalidad. Cada día me levantaba creándome un ser nuevo que florecía por la noche y fenecía al amanecer. En la variedad está el gusto, y en determinados momentos es necesario ser muchos si quieres conseguir ser uno solo."


En sus últimos discos se apreciaba un afrontamiento valiente a la muerte una lucha desde la verdad, como máximo ejemplo recordamos unos de sus magníficos sencillos de su penúltimo disco, "Where are we now?" (2013)...

viernes, 8 de enero de 2016

Año Nuevo, Cine Viejo

Comencé el año 2016 con una película fantástica, tal vez inusual para estas fechas pero que enlaza perfectamente con el espíritu navideño. "Sabrina" (Billy Wilder, 1954), el mítico film que recorre la sociedad británica de mano de los Larrabee bajo la dulce mirada de la hija del chófer, un magnífica Audrey Hepburn que luce como nadie un vestuario magnífico que fue galardonado con el Oscar al Mejor Diseño de Vestuario en Blanco y Negro. Empezar el año de mano de Audrey es un paso agradable y tranquilizador, sobre todo con el panorama cinematográfico que nos asaltará este año, y es que cuando hablo de "Cine Viejo" no me refiero ni mucho menos al cine clásico, esas pequeñas obras maestras que nos aguardan con toda una época envolviéndolas, sino al nuevo cine falto de originalidad que absorberá de remakes, nuevas adaptaciones, spin-offs y precuelas que no hacen más que dejarnos grandes secuelas. Por supuesto que habrá sorpresas, y la vuelta de grandes directores como Scorsese, Bayona o Almodóvar, pero Hollywood se ha planteado arrasar el 2016, al que se enfrenta con cientos de millones y proyectos repetitivos y aburridos, como ha terminado siendo la nueva trilogía de Star Wars, y eso que sólo nos han dejado ver la primera entrega. Pero en esta mina de oro perviven grandes productores con una visión de riesgo que finalmente termina siendo un éxito inevitable, esta vez se han juntado tres pesos pesados para conformar unos de los films más atractivos de la última década.


Richard Suckle, productor de "La gran estafa americana" (David O. Russel, 2013), Charles Roven o el dueño de los superhéroes como principal productor de la trilogía de Nolan sobre Batman, y Colin Wilson, productor ejecutivo de "La noche más oscura" (Kathryn Bigelow, 2012), se han unido para levantar "Suicide Squad" (David Ayer, 2016), un film que promete unir a la crítica y al público, dominado por los villanos de DC Comics, las redes sociales ya han sucumbido a la magnífica locura del Joker que interpretará Jared Leto, y que promete ser el digno heredero de Jack Nicholson y Heath Ledger del villano más codiciado del actual Hollywood. Si logran de dejarse llevar por los convencionalismos y conformar una gran película sin intención de chupar de ella, todo y más de lo que puedan, podremos disfrutar de un gran proyecto del que todo el mundo parece estar orgulloso. Desde una villana Cara Delevingne a directores como Álex de la Iglesia, dispuesto a felicitar las fiestas con uno de los fotogramas que los productores nos han mostrado. Dentro de un año emergente para el año español, y en general el europeo, esperemos encontrar en este film una bocanada de aire fresco en un Hollywood que necesita alguna renovación. David Ayer, director de "Training Day" (2001) puede sorprender con su último trabajo.

lunes, 4 de enero de 2016

"Cordelias", la fuerza del destierro

Gracia Querejeta apuesta fuerte en esta carrera cinematográfica que comienza con los diversos premios para reconocer lo mejor del pasado año, la directora madrileña afronta los reconocidos premios Goya con dos trabajos para enfrentarse a las complicaciones que obstaculizan los proyectos cinematográficos en España. El primero un magnífico largometraje que ahonda en un peculiar thriller humano, como una magnífica disección de unos personajes gloriosos que se ven consumidos por el dinero, "Felices 140" (Gracia Querejeta, 2015) una auténtica implicación interpretativa que le ha valido dos nominaciones a la Mejor Actriz de Reparto a Nora Navas y Marian Álvarez. "Cordelias" (Gracia Querejeta, 2014) surge ahora como muestra de esos pequeños proyectos que logran ver la luz y muestran algunos de las facetas más artísticas e inesperadas de sus directores. Querejeta reúne a un reparto de féminas poderosas que luchan con una fuerza física e interpretativa por dominar sus papeles, unas serie de mujeres encarceladas que luchan en el destierro de sus vidas como la Cordelia de "El Rey Lear" (William Shakespeare, 1606), que poco a poco analiza las diferentes causas por las que una mujer puede estar encarcelada hoy en día, todo ello rociado de una comedia basada en la exageración de la naturalidad. Sea probablemente esta capa de humor la que levanta el cortometraje, y la que le haya reconocido la nominación al Goya al Mejor Cortometraje de Ficción.


Implicada estos últimos años en varias series para televisión, Gracia Querejeta, utiliza el productor de comedia televisa e incluso carcelaria que ha arrasado con series como "Orange is the New Black" (Jenji Kohan, 2013-actualidad) o nuestra versión ibérica con "Vis a Vis" (2015-actualidad). Querejeta dota a sus actrices del poder visual que da la interpretación dentro de la interpretación, una serie de mujeres que se han visto en situaciones desesperadas y que ahora se deben reunir para sacar adelante una obra que les dotará de una añorada libertad, reflejada desde una dirección elegante en su naturalidad, que toma la ficción como un falso documental, más que como una historia narrada. Siendo ese "falso documental" uno de los temas más recurrentes en la reciente comedia española como se demuestra en "Incidencias" (José Corbacho y Juan Cruz, 2015) o la misma "Felices 140", un método infalible desde la desternillante "Toma el dinero y corre" (Woody Allen, 1969), como renovación de la comedia clásica. La fructífera relación Querejeta-Verdú, tras "Siete mesas de billar francés" (2007), "15 años y un día" (2013) y "Felices 140", afronta juntas, actriz y directora, otro proyecto previsto para el 2017 del que ta conocemos su título: "Setenta veces siete".

CORDELIAS de Gracia Querejeta en Vimeo.

domingo, 3 de enero de 2016

"Incidencias" pasajeras

José Corbacho y Juan Cruz se vuelven a unir en esta astuta comedia, dispuesta para todos los públicos, que guarda la esencia televisiva que sus directores han sabido utilizar con tacto en sus cuatro proyectos cinematográficos en común, y que por supuesto dio lugar a una serie como "Pelotas" (2009). Sin embargo "Incidencias" logra mantener los matices cinematográficos, los que la convierten en película, incide en el desarrollo de una historia que lleva a la comedia, que últimamente se ha disuelto entre gags de la talla de "Ocho apellidos vascos" (Emilio Martínez Lázaro, 2014) o "Perdiendo el norte" (Nacho G. Velilla, 2015). Corbacho y Cruz, presentes como buenos maestros de ceremonias en un cameo inicial, dan pie a una comedia que sorbe mucho éxito de la comedia actual pero logra darle forma y levantar distintas historias unidas por un mismo fin, como ya manejaron con éxito en su ópera prima, "Tapas" (2005). Se agradece además la vuelta a la comedia de dos directores a los que se les ve mucho más resueltos en ella, capaces de inspirar pequeños guiños con cautela y hacerlos suyo, es por ello por lo que la travesía argumental continúa sin problemas y no se queda parada en mitad de la vía, como sucede en la trama. Existe también una evolución magnífica de una comedia socarrona y facilona hacia una comedia de estructura más trabajada, hilada con un suspense magnífico donde introduce nuestras marcas de la casa telediarias como son la corrupción o el terrorismo.


Es inevitable su comparación con "Los amantes pasajeros" (Pedro Almodóvar, 2013), más aún compartiendo actores como Carlos Areces o Lola Dueñas, ambas se levantan sobre un mismo planteamientos, siendo el tándem Corbacho y Cruz (estudiosos de la comedia de éxito) capaz de desarrollar y manejar la historia con un filtro más blanco, que la explosión de colores ochentera que propone el director manchego. Los personajes tienen unas situaciones muy marcadas por una clara estructura del guión propuesto de Jaime Bartolomé, que encuentra sus momentos de brillantez cuando los fantásticos intérpretes que conforma el reparto hacen suyos los personajes. El ejemplo de Toni Acosta es el más claro, su personaje está por encima del bien y del mal, y unas cuantas copas (por cuenta de la casa) la sitúan en la posición perfecta para reírse de todo y tomar una agradable relación con el espectador. Es cierto que en el ámbito técnico encontramos cierta dejadez, lo que puede implicar una mayor insistencia en el trabajo de los actores, que durante todo el metraje nos demuestran que España continúa siendo la mejor cantera de cómicos del panorama cinematográfico. Una lástima que no se haya guardado más detalle en algunos gags, o en el entramado real de la historia, tal vez motivado por la tensión de producción, o por la necesidad de estrenar en Nochevieja, cuando se desarrolla la cinta. Guarda una esencia esperanzadora que nos hace agradecer la vuelta a la comedia de Corbacho y Cruz, ya demostrada en pequeños puntos dentro de su carrera en cine. Resulta en ocasiones desconcertante su posición de mirar más por el espectador que por el objetivo de la cámara, pero nada de ello es menor para enfrentarse a una comedia genial, dispuesta a arrancar alguna risa, y a disfrutar del cine, aún comenzando ahora la carrera para los Oscar...

sábado, 2 de enero de 2016

"Medea" de Mérida

Desde su estreno en Mérida, crítica y público han acogido con templanza (como siempre en teatro) esta libre adaptación de Vicente Molina Foix de los textos de Eurípides, Séneca y Apolonio de Rodas, retratando en drama griego desde una poderosa fuerza interpretativa reciente en su protagonista, y un apoyo esencial como es el personaje de Consuelo Trujillo, brillante en su vis cómica y popular que busca en todo momento las risas del público. Es cierto que el teatro en estas fechas se ve siempre interrumpido por cientos de personas que, incapaces de guardar cama, dejan su garganta al dominio público convirtiéndose en un personaje más de esta "Medea". También se debe agradecer a todas aquellas personas que estando en una misma situación aguantan expectorar el gaznate. Molina Foix apuesta también por un coro algo inusual, muy entrometido en la trama, y quizás demasiado explicativo, aunque es cierto que resulta fácil perderse en esta Teogonía griega, repleta de dioses y ninfas asesinas. "Medea" resulta una de las obras más atractivas de este ciclo, así como la "Hécuba" de Eurípides que Concha Velasco nos trajo la temporada pasada, la fuerza de este personaje reside en la gran tragedia de una mujer traicionada autora de una venganza desproporcionada, perdida entre la maternidad y la hechicería que se retrata con majestuosidad en esta versión, aún sin terminar de comprender las fantasmagóricas voces en off de los protagonistas. Sin embargo resulta fascinante la proposición de que la mayoría de los actores estén constantemente en el escenario, en las sombras, causantes de una omnipresencia peculiar, presente en la evolución del personaje de Medea.


Una colina y una enorme puerta nos sirve para transportarnos a la Antigua Grecia, presentados por una genial Consuelo Trujillo y una sensacional Ana Belén que crece como Medea según se va alimentando la tragedia. Su maternidad obligada por unas costumbres rudimentarias hace que su relación con Jasón pierda el carácter amoroso que le llevó a contraer matrimonio tras las aventuras de los argonautas y el vellocino de oro, Ana Belén maneja magistralmente la Medea enamorada y la Medea hechicera y vengativa. Dos aspectos que se ven también muy matizados en el texto, y que la solemnidad de Ana Belén es capaz de plasmar sin palabras, como la verdadera esencia teatral. Adolfo Fernández, Jasón en la adaptación teatral, resulta por el contrario algo desentonado e incluso cómico, un matiz que no parece buscado pero que está más que destacado en la interpretación, y es que puede que tenga relacionada esta época con "¿Y Antígona?" de Joan Casas o "A Electra le sienta bien el luto" de Eugene O'Neil, dos obras en las que a participado en las versiones dirigidas por Paco Obregón y Mario Gas. José Carlos Plaza, encargado de la "Hécuba" de Concha Velasco y de la anterior versión de "Electra", se pone al frente de otra imponente mujer griega y logra captar la fuerza a la que nos tiene acostumbrados, aprovecha al máximo la puesta en escena, y nos ofrece una obra donde se deberían matizar los brotes cómicos que rezuman algunas interpretaciones. Entradas Agotadas, Ana Belén Magnífica, y una Dramaturgia Actualizada y después de todo, divertida.

viernes, 1 de enero de 2016

Ceremoñas

Entramos en el año nuevo repletos de propósitos que poco a poco se disipan en nuestra mesilla de noche. Muchos perdemos la lista en la Nochevieja, según unas estadísticas más del 50% de los españoles comienzan el año alcoholizados, de todos modos no está del todo demostrado entre la inmigración y la fuga de cerebros aún no queda clara por qué sangre corren las burbujas. Existen diversos tipos de fiesta, y en estas fechas se acumulan una detrás de otra. Desde las hermanas bilbaínas que amanecían una en la cárcel y la otra en la morgue, hasta los compañeros de Mondragón que inventan colores a cada campanada. La de New Year's Eve es una fiesta completamente artificial, nacida de la necesidad de subir la tensión para afrontar el año, y sobre todo aumentar la sordera para llegar a un imserso feliz alejado de la ruidosa vida que vivirán nuestros desgraciados descendientes. En todo el mundo los fuegos artificiales y la celebraciones se suceden para celebrar un día del todo insignificante, pues tendría mucho más sentido celebrar por todo lo alto el próximo 29 de Febrero, un bisiesto que al menos guarda cierto suspense durante cuatro años. De esta manera no hacemos más que ajustar una época para que suban los precios, y se pueda completar el año ordinario utilizando el litúrgico, después la misa del Papa por la 2 empalmada con el Concierto de Viena en la 1 terminan por inaugurar el año ordinario.


En el panorama cinematográfico nos enfrentamos a todo tipo de proyectos, con un thriller sostenido sobre la comedia que nos devolverá al mejor Álex de la Iglesia en "El Bar", un gigante que puede recordar a los grandes éxitos de Spielberg, un "Silencio" de Scorsese que ha hecho callar hasta a Pedro Almodóvar que ha cambiado el título homónimo de su film por el de "Julieta". Todo ello con la carrerilla inicial que nos dan los premios, principales causantes de que el mejor repertorio fílmico se acumule en estos primeros meses, dejando el resto del año en una sequía apoyada en pequeños respiros controlados por la Gran Industria. Todo, como la fiesta que aún ahora e incluso hasta Epifanía perdura, se acompaña con ceremonias repletas de glamour, cotillones, y matasuegras, que algunos no olvidan durante el resto del año. La televisión ofrece todo tipo de películas a todas horas, fruto del desequilibrio que proporcionan las vacaciones, así nos podemos encontrar un programa doble compuesto por "Pulp Fiction" (Quentin Tarantino, 1994) y "Sabrina" (Billy Wilder, 1954) o unir un programa repetido de "Tu cara me suena" con los pucheros calientes de "Masterchef Junior", todo un repertorio único e inigualable que tristemente sólo encontramos una vez al año, que como todo en estas fechas, no hace daño, como si fuera una ceremoña más, les deseo un ¡Feliz 2016!