domingo, 10 de julio de 2016

Salvar al soldado Rylance

Steven Spielberg ha logrado que todo West End organice una campaña casi bélica por recuperar a su aclamado Mark Rylance que, tras ganar el Oscar al Mejor Actor de Reparto por "El puente de los espías" (Spielberg, 2015) y recuperar el mundo de la infancia en el cine de Spielberg, rodará aún dos films más (confirmados) con el Rey Midas de Hollywood, "The Kipnapping od Edgardo Mortara" (para 2017) y "Ready Player One" (retrasada hasta 2018), dos títulos que confirman la buena relación entre actor y director, y que traen de cabeza a las grandes compañías del West End londinense, donde Rylance triunfa consagrado como uno de los grandes del teatro inglés. Pese a todo ello el director estadounidense asegura que "Rylance se lo ha pasado genial. Si pudiera rodaría un film como 'Mi amigo el gigante' todos los años". El estreno en España de "Mi amigo el gigante" se acoge como un gran acontecimiento, llega en la etapa comercial veraniega y con multitudes de padres nacidos en la década de los 70' sedientos de mostrar a sus hijos un nuevo "E.T. El extraterrestre" (1982). Este es el principal problema de "Mi amigo el gigante", aunque Spielberg se haya cansado de aclarar por activa y por pasiva en sus entrevistas que "la película no tiene ninguna relación con 'E.T.', sólo comparten director y guionista". Aunque lo niegue alguna relación hubo de haber cuando se decidió a llamar a su misma guionista Melissa Mathison, probablemente para recuperar la relación humana entre el protagonista y el "monstruo amigo". Mathison, quien fuera la segunda esposa de Harrison Ford, fallecería poco después de terminar el conjunto de la película, un legado que nos ofrece desde la inagotable imaginación del autor galés, Roald Dahl. Y así el metraje de Spielberg incluye en sus créditos la dedicatoria a ésta gran creadora de sentimientos que se desvanece como un sueño de los que atrapa el gigante.


Mientras el Gigante Egoísta de Oscar Wilde permanece abandonado en su jardín, el Gran Gigante Bonachón de Dahl ya se ha dado varios paseos por Inglaterra y por el cine, cambiando asiduamente de nombre hasta hacerse irreconocible. "Mi amigo el gigante" se titula en su versión original "The BFG" (también la literaria, que coge su nombre de las siglas de Big Friendly Giant), como se dirigía Dahl a su criatura en "El gran gigante bonachón" (como se tituló el libro en español). En 1989, Brian Cosgrove, dirige un film animado basado en el relato original que comparte título con el original de Dahl y la adaptación de Spielberg, sólo que fue traducida para nuestro deleite como "B.A.G. El Buen Amigo Gigante". Después de todo es una lástima que la mayor muestra de imaginación se muestre en su cambio de título, pues desde la imaginativa historia de Roald Dahl, ninguno de los dos directores que se han decidido a elaborar un largometraje han aportado nada en la narración de la historia. La nueva versión de Spielberg, vuelve a fascinarnos por la elaboración técnica de la película, por el fantástico logro de conservar toda la capacidad interpretativa de Rylance en un divertido gigante que disfruta pedorreándose con total ingenuidad. El guión de Cosgrove y el de Spielberg es prácticamente el mismo, si no llega ser por que en la cinta de animación el BFG tira en Buckingham una Lámpara Luis XV y en la de Spielberg es una Luis XIV, claro Cosgrove parecía haber inspirado sus gigantes en "los malos" de David el gnomo, mientras que los de Spielberg parecen haberse escapado de "Warcraft" (Duncan Jones, 2016). La historia es sin embargo cautivadora, la música que añade John Williams es emblemática, preciosa pero no épica, tampoco la historia lo pide, todo encaja y Spielberg vuelve a rodar con el material del que están hechos los sueños, como anotaría Bogart.


La primera parte del film tiene una persistente necesidad de entablar una incisiva relación entre la pequeña guisante y el Gigante, no sé si se da tanto entre los roles como con los jóvenes espectadores, ya que fue impresionante contemplar la reacción de un cine lleno de infantes que clamaban entre lágrimas que "el grandullón aparezca, no la puede abandonar". Sin duda todo ha cambiado desde que llegó a los cines aquel particular extraterrestre con un dedo luminoso, de eso hace ya más de tres décadas, lo sorprendente es que toda la concepción de cine y televisión infantil ha cambiado completamente en los últimos ocho años. Los dibujos animados que dominan los televisores son verdaderamente repugnantes, unos bichos asquerosos con historias asquerosas, ¿dónde han quedado PinochoDumbo o Robin Hood? Es cierto... los han convertido en carne y hueso, incluso en sanguinarios protagonistas donde la infantil historia que da pie al mundo de fantasías, es el terrorífico lugar con el que se identifican las nuevas generaciones. Todo crece cada vez más rápido, sin embargo es gratificante ver como llega Spielberg con una historia de las de antes, una  auténtica historia de sentimientos, y que los niños se emocionen y perciban la auténtica relación que existía antes con los protagonistas de nuestras historias, más allá de luchas como una tortuga ninja o Supermán. La primera parte sirve como una técnica y brillante muestra de un mundo imaginario, con unas reglas imaginarias, sin embargo la auténtica narrativa visual llega cuando se deciden a echar de allí a los malos gigantes, y para ello contar con la ayuda de la Reina de Inglaterra. Todo cargado con una ingenuidad gratificante, Ruby Barnhill interpreta su joven rol con una ingenuidad infantil que uno rechaza por inverosímil, pero según navega por los límites de la imaginación que propone Spielberg la va aceptando, hasta que finalmente triunfa.


Sensacional también Penelope Wilton que abandona las elegantes formas de "Downton Abbey", para ponerse al frente de una simpática Isabel II, jugando con la imagen que se nos ha forjado desde antes de que naciéramos de la Reina de Inglaterra. And God Save Jeannette Charles. (En la foto Wilton junto al director)

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